Son 360 días. Eso es lo que marca el reloj de agua instalado en el auditorio del Palacio de Congresos de Zaragoza. Y eso es lo que falta para que arranque esta exposición internacional el 14 de junio de 2008. En una comunidad cuyo desarrollo está marcado por el Ebro y en una ciudad, Zaragoza, que hasta hace bien poco vivía de espaldas al curso del río, el tema central de la muestra no podía ser otro: el agua.
Esa agua que vertebra, a veces también lo contrario, territorios, pero que aquí aflorará como «agua para la vida», un alegato a favor del ser humano como parte integrante de la naturaleza.
En el meandro de Ranillas, en la margen izquierda del imponente Ebro -que compartirá pabellón propio junto a otros grandes ríos (Nilo, Mekong, Amazonas y Murriadarling)-, se trabaja estos días a toda máquina con el objetivo de que las obras estén terminadas a finales de este año y el 6 de enero de 2008 puedan entregarse las llaves de los pabellones a los países, comunidades autónomas, organismos internacionales y algunos grupos empresariales. Por ahora han confirmado su presencia en la muestra 93 países de todas las regiones biogeográficas del planeta.
El símbolo de la muestra será la Torre del Agua, que se convertirá en el faro de la nueva ciudad, a la que la Expo «quiere colocar en el centro del mundo», según dijo el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias.