La adecuada tarificación será un requisito indispensable a la hora de ayudar a los Estados a construir nuevas infraestructuras. España, con los precios más bajos de la UE, será uno de los países más afectados.
La Comisión Europea se lanza a la acción: presentará hoy una importante comunicación sobre la estrategia para hacer frente a la falta de agua y los problemas que ocasiona la sequía en Europa. En su plan, al que ha tenido acceso EXPANSIÓN, Bruselas establece una jerarquía de medidas que no deja buenas noticias para la economía española.
En primer lugar, privilegia la tarificación del agua, prioridad que deberán tener en cuenta los Estados a la hora de planificar sus obras hídricas. Es decir, la Comisión Europea pide modificar las tarifas del agua como condición para financiar infraestructuras.
Para España, esto supone una subida de precios, pues la directiva marco del agua obliga a equiparar su coste real al que pagan los usuarios como muy tarde en 2010. En la actualidad, el recibo no refleja el coste real: el precio es un 45% superior a lo que están pagando los consumidores. Los 0,66 euros que desembolsan de media los españoles por metro cúbico quedan a mucha distancia de los 0,96 euros a los que asciende el coste real.
O, lo que es lo mismo: es un 45,5% inferior. Ésto es, la diferencia entre el valor unitario de abastecimiento y el importe unitario del agua (cociente entre ingresos por el servicio realizado y el volumen del agua gestionada) -los 96 céntimos-, que, además, escala a un ritmo del 11,6% anual.
Un contexto en el que España disfruta de uno de los precios más bajos de toda Europa, por lo que será uno de los países más afectados por el mandato europeo. Y por eso, sólo una vez que adecue su política de precios, Bruselas aceptaría la construcción de infraestructuras de aprovisionamiento. Esto se traduce en ayudas de financiación, muy importantes para España, sumida en la construcción de desaladoras y en movimientos de trasvases.
Detrás de todo este escenario está la sequía. En la comunicación que presentará el comisario de Medio Ambiente, Stavros Dimas, la Comisión subraya que la ausencia de recursos hídricos, junto al cambio climático que agravará este fenómeno, hacen que el acceso al agua de calidad y en cantidad, sea fundamental para los individuos y la actividad económica futura.
Preocupación por la sequía
En su análisis de la situación, la Comisión señala que la desertificación en la UE, el número de regiones y la población afectada por la sequía han aumentado un 20% entre 1976 y 2006. La ola de calor de 2003, que afectó a más de 100 millones de personas y a un tercio del territorio de la UE, causó un perjuicio económico evaluado en unos 8.700 millones de euros, y las sequías de los últimos treinta años han costado unos 100.000 millones de euros. El coste anual medio de esas sequías se ha cuadruplicado en este periodo.
Ante esta situación, Bruselas estima que la gestión del agua debe ser una estrategia prioritaria. La primera parte de esa táctica, “imperativa”, según la Comisión, es la puesta en marcha de la tarificación del agua, “hasta ahora ineficaz”. Según Bruselas, debe primar el principio: “El usuario es quien paga el precio”. Esto exige una tarificación fundada en el análisis económico de la utilización del agua y su valor, para incitar a una utilización adecuada y eficaz, a la vez que se prevé una contribución de los diferentes sectores económicos y la recuperación del coste de los servicios del agua.
Bruselas señala que la UE tiene que hacer también mucho para favorecer la economía del agua. Se estima que se despilfarra un 20% de los recursos hídricos globales. Solucionados estos dos desafíos, y sólo entonces, se puede estudiar “la construcción de infraestructuras para el aprovisionamiento en agua”, dice la Comisión.