El paseo marítimo de la localidad alicantina de Guardamar del Segura, gobernada por la socialista Marylene Albentosa, fue finalmente el escenario en el que la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, se dedicó a regalar a los bañistas botellines de agua desalada, para convencerles de las bondades de la desalación frente a los trasvases.
Al no autorizar Torrevieja la campaña -tras la negativa de Medio Ambiente a desvelar el contenido de las botellas de 0,33 litros, tal como publicó ABC-, la empresa subcontratada por la sociedad estatal Aguas de las Cuencas Mediterráneas S.A. (Acuamed) se desplazó hasta la única playa de un municipio socialista en la Vega Baja, para proceder al reparto de botellines.
No obstante, pese a las grandilocuentes afirmaciones que rezaban en la publicidad repartida a pie de playa, el agua que ayer regaló Medio Ambiente -y que seguirá regalando en las principales playas de la Comunidad y Murcia, según Narbona- no era estrictamente desalada. En realidad, según se afirma en el etiquetado, se trata de agua que combina un 75 por ciento de líquido procedente de la desaladora de San Pedro del Pinatar (Murcia), y un 25 por ciento de agua mineral.
Sin embargo, la titular de Medio Ambiente defendió que los botellines de Acuamed contenían «exactamente» el mismo agua que se consume en los hogares la capital alicantina -abastecida por la planta desaladora «Alicante I»-.
Negativa a los vertidos
Narbona, que criticó duramente al Ayuntamiento de Torrevieja -aunque sin explicar que se le había impedido repartir los botellines en la playa del Cura, tal como había planeado en principio-, aseguró que el agua desalada rebajada con mineral cumple las «máximas garantías», ya que ha sido analizada por un laboratorio «acreditado».
Si bien la campaña a favor de la desalación no se desarrolló en Torrevieja, la ministra de Medio Ambiente sí visitó finalmente -seis meses después del inicio de las obras- «la desaladora más grande de Europa», para ufanarse del «respaldo» del Tribunal Constitucional (TC) y la Comisión Europea (CE) a la planta.
Narbona, arropada por medio centenar de cargos gubernamentales y representantes socialistas, se felicitó por el ritmo de los trabajos y consideró que la desaladora se pondrá en marcha el próximo año, pese a no contar todavía con autorización para verter la salmuera -los desechos resultantes del proceso de desalación- en el mar torrevejense.
De hecho, la titular de Medio Ambiente advirtió que utilizará «todos los instrumentos del Estado de Derecho» para obtener dicho permiso -aunque la solicitud se realizó respecto al proyecto anterior, modificado tras su aprobación-, y consideró que «de nuevo» se dará la razón al Gobierno.
Por su parte, desde el PPCV -que recordó la larga lista de agravios de Narbona a la región- se acusó a la ministra, cuya visita se tildó de «provocación», de no dar solución a los problemas hídricos de la Comunidad, mientras las desaladoras se convierten en un «órdago» al ecosistema litoral.