El agua fue la gran protagonista del I Congreso Ibérico de Agroingeniería, inaugurado ayer en el paraninfo del Campus Universitario, con la participación de 250 científicos de España, Portugal, Brasil, Costa Rica, Chile y Venezuela.
No sólo estuvo presente en las intervenciones de la sesión inaugural, sino que además fue la gran protagonista de la conferencia inaugural, titulada La incorporación de las nuevas tecnologías a la gestión y el manejo del agua en la agricultura, a cargo del profesor Luis Santos Pereira, de la Universidad Técnica de Lisboa.
La intervención del profesor Santos Pereira ofreció a los numerosos especialistas presentes una visión de conjunto sobre las principales técnicas y tecnologías que se usan para gestionar los recursos hídricos para diversos cultivos, sean herbáceos, leñosos o zonas verdes urbanas.
Así, dio a conocer los últimos modelos teóricos, basados en complejos cálculos matemáticos. Pero, al mismo tiempo, recordó a los presentes que «la tecnología siempre debe basarse en la observación», esto es, que las fórmulas siempre deben contrastarse con las observaciones y datos tomados de la realidad.
En este sentido, Santos habló de dos programas de la Universidad Regional, desarrollados en el propio campus de Albacete. El primero, el de SIG y Teledetección, que usa satélites para controlar cultivos a gran escala en tiempo real. El segundo, el Mopeco.
AGUA Y DINERO. Este programa, creado por el equipo del propio José María Tarjuelo, presidente del Congreso de Agroingeniería y director del Centro Regional de Estudios del Agua (Crea), estudia un asunto tan delicado como la relación entre agua y dinero, esto es, la rentabilidad potencial de un determinado cultivo en función del precio del agua.
El Mopeco o Modelo de Optimización Económica del Uso del Agua sirve para ayudar al agricultor a decidir qué cultivar en función de diferentes variables económicas, aunque concediendo especial importancia al factor precio del agua.
En este sentido, Santos se mostró terminante al señalar que el futuro de la agricultura pasa por la incorporación intensiva de nuevas tecnologías «de precisión» que aumenten el margen de rentabilidad de las explotaciones. En sus palabras, que en un futuro no muy lejano «regar con sistemas baratos es algo que va a salir muy caro».