A pesar de las mejoras que, con el paso del tiempo, se realizan en el suministro de agua potable en la provincia, la venta y consumo de agua embotellada no deja de crecer. Y lo hace por millones de litros. De acuerdo con un estudio realizado por Canadean España, entre 2005 y 2006, el aumento en la venta de agua embotellada fue de 2,4 millones de litros.
Y es que si en 2005 se consumieron 63,6 millones de litros de agua embotellada en Albacete, en 2006 esa cifra pasó a ser de 66 millones de litros.
En comparación con el resto de provincias de Castilla-La Mancha, solamente Cuenca supera a Albacete en consumo medio por habitante, ya que cada conquense consume 171,13 litros al año, casi un litro más que cada albaceteño.
Hay que señalar que el consumo de agua embotellada-mineral o no- es mayor o menor dependiendo de la dureza o suavidad del agua del grifo. Los consumos máximos se dan en la España oriental, de suelos calcáreos y aguas muy mineralizadas. Los menores, en las regiones con aguas más blandas, según revela la clasificación provincial de ventas elaborada por Canadean España, empresa de estudios de mercado. Ningún otro factor tiene, ni de lejos, la importancia que este. Las provincias con los consumos más altos están en Baleares, Cataluña, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Murcia y Aragón. El nivel de renta no tiene nada que ver con el puesto que una provincia ocupe en la clasificación de consumo de agua embotellada.
Los menores consumos se producen en algunas de las comunidades más ricas, como Madrid, País Vasco o Navarra, y de las más pobres, como Extremadura. Tampoco son factores determinantes que haga más o menos calor ni que haya más o menos turistas.
Los consumos de toda Andalucía y más concretamente de Almería (144,69 litros por persona y año) son inferiores no ya a Baleares (265,62) sino a Teruel (158,96), Huesca (158,70) o Cuenca (171,13), provincias con unas temperaturas medias anuales muy inferiores.
El peso del turismo
El turismo sólo muestra relevancia en Baleares, que tiene el mayor consumo de toda España, con mucha diferencia. Son 265,62 litros por persona y año, lejos de Barcelona, la segunda, a la que corresponden 189,21 litros por cabeza. En Baleares, el peso del turismo en relación a la población habitual es tan apabullante que no podía ser de otro modo. A cada residente se le suman más de diez turistas al año. En 2006, según los datos del Instituto de Estudios Turísticos, llegaron 10.107.291 visitantes para una población que supera muy ligeramente el millón de personas. Por lo demás, las ciudades de Castilla-La Mancha, con un peso muy escaso del turismo (226.486 visitantes para toda la Comunidad), tienen un alto consumo, superior al de Santa Cruz de Tenerife o Las Palmas, en donde el volumen de este sector es notable (9.608.180 turistas en Canarias).
Y es que la definición escolar se nos quedó bien grabada: el agua es incolora, inodora e insípida. Y aunque en realidad nunca fue así para buena parte de las aguas, el lema se convirtió en requisito de calidad. Identificamos bondad de un agua y falta de sabor, a no ser que estemos hablando de ciertas aguas minerales a las que atribuimos propiedades medicinales. Ahí sí aceptamos sabores extraños. Pero no se lo permitimos a las aguas del grifo. Que atribuyamos mala calidad e incluso problemas sanitarios a las aguas duras, cuyo alto contenido de minerales y de sales disueltas les proporciona sabor, es la principal razón por la que tomamos agua embotellada .
Es casi exacta la correlación entre el mapa de distribución provincial de consumo de este líquido que se deduce de la clasificación de Canadean y el de regiones de agua dura que nos muestra, por ejemplo, el mapa de dureza del agua por cuencas hidrográficas 2000-2006 elaborado por el área de Control y Vigilancia de Calidad de las Aguas del Ministerio de Medio Ambiente.