Entre los motivos se encuentra la cada vez mayor sobreexplotación de los acuíferos, que retrae agua de los cauces, y sobre todo el cambio climático, manifestado mayormente por la subida de las temperaturas que, a su vez, incrementa la evaporación. Actualmente los rios disponen de casi un 15 % menos de agua en sus cauces.
Ecologistas en Acción subraya la dramática importancia de los datos manejados por el Ministerio de Medio Ambiente, y en los que se da cuenta de que las aportaciones a los cauces se han reducido entre 1996 y 2005 en un 15%, con respecto a los valores medios obtenidos en el periodo 1940-1995. Todo lo cual obliga a una profundización en las políticas medioambientales que abogan de manera nítida por un desarrollo más equilibrado.
La reducción de las aportaciones a los cauces se ha producido de manera desigual, tanto por cuencas, como incluso dentro de la misma cuenca. No obstante, todas han visto mermados de manera importante sus recursos. La reducción ha sido especialmente importante en la cuenca del Segura, próxima al 40%, y también en las del Guadiana, especialmente en su cabecera, Ebro y Cuencas Internas de Cataluña, que han perdido en tan sólo 10 años del orden de una quinta parte de sus recursos.
Todo apunta a un cúmulo de motivos, entre los que se encuentra la cada vez mayor sobreexplotación de los acuíferos, que retrae agua de los cauces, y sobre todo el cambio climático, manifestado mayormente por la subida de las temperaturas que, a su vez, incrementa la evaporación. Lo cierto es que actualmente se dispone de casi un 15 % menos de agua en nuestros cauces que hace unos pocos años, habiéndose producido una reducción mucho mayor que la prevista en las previsiones más pesimistas que se hacían a finales de los noventa, y que fueron calificadas entonces de alarmistas por diferentes sectores.
Por otra parte, y a pesar de estas reducciones, el consumo de agua sigue incrementándose. El regadío sigue creciendo de manera importante en las cuencas del Ebro, con cultivos altamente consumidores, y en la del Guadalquivir, como consecuencia mayormente de la puesta en riego de decenas de miles de hectáreas de olivar y viñedo. También continúa creciendo en las cuencas del Duero, Tajo, Guadiana e incluso Júcar, en estas dos últimas cuencas debido también mayormente a la puesta en regadío de los viñedos.
En lo que al consumo para abastecimiento urbano se refiere, éste se ha incrementado de manera notable en todas las cuencas, siendo especialmente importante en las mediterráneas. Además, en esas cuencas el crecimiento urbano se caracteriza por ser de carácter turístico, con abundancia de piscinas, jardines y campos de golf, con un retorno muy inferior (menos del 50%), al del abastecimiento urbano convencional (80%), lo que incrementa notablemente su incidencia sobre el volumen final de recursos hídricos disponibles.
La continua reducción de los recursos y el incremento del consumo que simultáneamente se está produciendo, conducen necesariamente a una situación de completa insostenibilidad y colapso ambiental, por lo que deberían adoptarse las medidas necesarias para corregir esa situación y adaptar nuestro medio social y económico a esa reducción de las aportaciones hídricas a los cauces.
Por ello, Ecologistas en Acción exige al Ministerio de Medio Ambiente que, en los nuevos planes hidrológicos, que actualmente se encuentran en elaboración, contemple no solo las nuevas aportaciones existentes, sino también la reducción de las mismas que, previsiblemente, va a producirse en los próximos años, según manifiesta la actual tendencia, y que deje de enmascarar esas reducciones en los recursos, tal y como está haciendo ahora.
Ecologistas en Acción considera que la única solución al problema pasa por la adopción de todas las medidas necesarias para recuperar el equilibrio hídrico perdido en cada cuenca y subcuenca. En concreto, mediante el incremento de la eficiencia en la utilización del agua allí donde se pueda, y reduciendo las demandas de aquellas actividades productivas más consumidoras. Para ello, se considera necesario frenar totalmente el desarrollo de nuevos regadíos, así como proceder a la progresiva eliminación de una parte del regadío existente, del orden de varios cientos de miles de hectáreas. Asimismo, debería suspenderse de inmediato, salvo para abastecimiento urbano y cuando no haya otra alternativa, la extracción de agua de aquellos acuíferos que soporten algún nivel de sobreexplotación.
También sería necesario establecer medidas restrictivas sobre el incremento del consumo en el sector turístico en la costa mediterránea, frenando el gran desarrollo inmobiliario que se está produciendo, gran consumidor y destructor de los recursos naturales, entre los que se encuentra el agua.