La lluvia se ha ido. Desde el otoño de 2004, las nubes han esquivado España y han sumido al país en «el cuatrienio más seco que se recuerda», según el Ministerio de Medio Ambiente. Aunque el año 2006 sí estuvo en la media de lluvias y permitió recuperar los embalses, desde el otoño pasado las lluvias se han desplomado. De media, entre octubre y marzo caen en España 387,4 litros por metro cuadrado, pero en los últimos seis meses sólo se ha registrado 219,4 litros, un 44% de la media desde 1930 y el peor dato en más de 20 años.
Alicante y Murcia sólo tienen agua garantizada hasta el verano
Desde la sequía entre 1992 y 1995, España no vivía nada similar. En diciembre pasado, sólo llovió un 37% de lo que es normal, según Meteorología. Y aunque puede cambiar en un segundo, el invierno ha sido «extremadamente seco» en el norte, en las zonas en las que habitualmente llueve.
Esto no sólo ha agudizado la guerra del agua, sino que ha disparado el número de incendios. En enero y febrero se han registrado el mayor número de incendios desde que en 1998 comenzaron las estadísticas. El secretario general para la Biodiversidad, Antonio Serrano, destaca que la mayoría de fuegos se han producido en el norte de España, tradicionalmente la más lluviosa, pero que aún así la superficie quemada no ha sido la mayor y lo atribuye a la coordinación entre las Administraciones.
Entre las zonas que menos lluvias han tenido se encuentra el Alto Tajo. Los embalses de Entrepeñas y Buendía han batido el récord negativo de aportaciones, la menor desde 1912. El dato es importante no sólo para la zona sino para más de dos millones de personas de Alicante, Murcia y Almería que beben agua del trasvase Tajo-Segura. La cuenca del Segura se encuentra sólo al 18% de su capacidad y sólo tiene el agua del Tajo garantizada (fundamental para dar de beber a la cuenca) hasta julio. Almacenan 275 hectómetros y en semanas llegarán al límite legal que impide trasvasar agua.
Para evitar las restricciones, la cuenca lleva cuatro años recurriendo a un extraño sudoku para sacar agua de donde no la hay. La Confederación del Segura ha abierto pozos con la oposición del Gobierno de Castilla-La Mancha, ha comprado derechos de agua a los regantes del arroz de Calasparra y de Madrid, con la oposición esta última de la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre. Además ha puesto en marcha las plantas desalinizadoras. Con estas decisiones sobre la marcha, el departamento que dirige Cristina Narbona ha garantizado el abastecimiento diario de 2,5 millones de personas que viven en el sur de Alicante, Murcia, Albacete y norte de Almería, y los 3,2 millones de personas que se trasladan a la costa levantina en verano.
Medio Ambiente incluso ha lanzado una oferta pública de adquisición de agua (OPA) para completar los 350 hectómetros cúbicos que se necesitan todos los años. «El Ministerio ha destinado 700.000 euros para la adquisición de derechos de agua, ya que durante el año hidrológico 2006-2007 se consiguió, mediante este procedimiento, tres hectómetros cúbicos», señala la Confederación, dependiente del ministerio.
El resto de aportaciones necesarias proceden de las plantas desalinizadoras en servicio. Por eso, el comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica, Manuel Aldeguer, ha solicitado a la Generalitat valenciana que permita la puesta en marcha previa de la planta desalinizadora de Alicante II, que en un principio permitirá generar un hectómetro cúbico al mes. La obra está terminada a la espera de la autorización ambiental integrada del Gobierno valenciano.
La desaladora de Valdelentisco estará lista antes del verano. Con este sudoku, mezcla de compra de agua, pozos de sequía, trasvases y desaladoras, el Gobierno ha evitado las restricciones. Algo que no hizo en el verano de 2003, cuando cortó el agua entre 8 y 12 horas a 23 municipios de la cuenca del Segura.