Y tres meses después de las elecciones, Elena Espinosa compareció en el Congreso. Había expectación por escuchar a la superministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Pero en más de cuatro horas de comparecencia no anunció nuevas leyes ni medidas de impacto. Sí reiteró su propuesta para alcanzar un pacto nacional del agua. Pero rectificó el anuncio del pasado 2 de junio y ayer aclaró que no habrá trasvases entre cuencas, sino dentro de una misma confederación. Con una salvedad -que no aclaró a qué se debe-, el del Ródano a Cataluña, que el Ejecutivo sí contempla.
El PP: «No buscan solución al agua, sino a su problema electoral con el agua»
En una intervención leída, Espinosa avanzó las grandes líneas de su ministerio en la legislatura. Como sus competencias son enormes, pasó del gasóleo a la merluza y del Protocolo de Kioto a la pérdida de especies sin profundizar en ninguna.
Cuando llegó al tema del agua hizo una pausa. Llegaba lo importante: «Lo que supongo que estarán esperando escuchar sus señorías es un pacto en el que el Gobierno no descarta a priori las interconexiones intracuencas». El «intracuencas» no tiene nada que ver con el «intercuencas» que el Gobierno lanzó una semana antes. Lo que ayer anunció Espinosa es que podrá haber trasvases pero siempre entre ríos de una misma cuenca (como ya hay cientos, el Ter-Llobregat o el Júcar-Vinalopó) pero no entre cuencas distintas.
La ministra señaló que estudiará los trasvases «que sean ambientalmente sostenibles, económicamente viables y socialmente aceptables», algo que a su juicio no cumplía el derogado trasvase del Ebro.
El Gobierno sostiene que paliará el déficit hídrico de 450 hectómetros al año del Segura (y revisado al alza por el aumento de población) sin aportes desde fuera de la cuenca. Lo que apuntó fue la utilización de aguas depuradas, que hasta diciembre no tenía un soporte legal.
El pacto nace cojo. El PP anunció que no lo apoya. El portavoz popular Carlos Floriano criticó que la política del Gobierno en materia de agua se base en «la providencia», en si llueve o no. Espinosa le recriminó que hubiera votado a favor en el Congreso del decreto ley que contemplaba la derogación del trasvase del Ebro a Barcelona si llovía y que ahora proteste porque no se fuese a construir la tubería. Ambos protagonizaron además, un duro enfrentamiento por el incendio de Guadalajara. Floriano lo calificó como el «mayor desastre ambiental» de España y lamentó que, a su juicio, a la izquierda «le importe más la muerte de los percebes que otros siniestros», en alusión a las 11 víctimas del fuego. Espinosa le pidió que lo retirara.
Sin directores de Agua y Costas
El agua centra el debate, pero el Gobierno sigue sin director general del Agua. El departamento de Elena Espinosa sigue buscando una mujer que ocupe el cargo que el 9 de mayo dejó vacante Jaime Palop. También sigue vacante la dirección de Costas, tras la salida de José Fernández el mismo día. El diputado de ICV Joan Herrera preguntó por dos veces a Espinosa cuándo va a cubrir los puestos, pero la ministra replicó que iba allí a dialogar pero que el tono de Herrera le parecía una imposición y no replicó. A este organigrama a medias se une la destitución el 6 de junio de Francisco Amarillo como director general de Desarrollo Rural. La estructura del macroministerio no termina de arrancar.
La mayoría del equipo de Espinosa eran hombres y ahora busca mujeres para Medio Ambiente. Allí ha nombrado a Teresa Ribera como secretaria de Estado