Holanda ha construido unas casas que flotan y Venecia ha decidido protegerse de las inundaciones instalando murallas bajo el mar y la laguna. La Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) ha resaltado en su informe Impactos del cambio climático en Europa la necesidad de adaptarse lo antes posible a las consecuencias del calentamiento global que ya no podemos remediar. «El régimen ecológico mundial posterior a Kioto requiere tanto la mitigación de las emisiones de CO2 como la adaptación», se asegura en el informe.
Holanda y Venecia representan dos de estos casos irremediables que sí se han preparado para el desastre. Holanda tiene un tercio de su territorio bajo el nivel del mar; la ciudad de los canales se hundió el siglo pasado unos 24 centímetros. El llamado sistema Mose pretende salvar la ciudad de su inexorable hundimiento. Es una de las obras de ingeniería más ambiciosas de Europa. Se trata de un sistema de diques que permitiría cerrar la laguna de Venecia al mar y protegerla de las inundaciones que afectan de contínuo la ciudad. La infraestructura consiste en 72 compuertas hundidas en el mar que emergen cuando el nivel del agua sube un metro, lo que ocurre aproximadamente siete veces al año.
Por lo que se refiere a Holanda, sus casas flotantes han sido construidas por la empresa Dura Vermeer expresamente para probar su habitabilidad. Desde hace cuatro años, en la localidad de Maasbommel (Gelderland) 32 familias viven sobre el río. Sus casas están, normalmente, en seco. Pero cuando sube la marea flotan sin riesgo de perder la electricidad o la conexión a Internet. El lugar fue elegido expresamente para investigar si es posible vivir sobre las aguas convulsas del cambio climático. Y es que la subida del nivel del mar provocará la pérdida del 2% del PIB debido a la escasez de agua dulce, daños en la agricultura y la industria pesquera, la interrupción del turismo o la reducción de la seguridad energética, según publicó el Banco Mundial a mediados de agosto en su guía de ciudades resistentes al clima.
Pero el ejemplo más desesperado de adaptación no está en el viejo continente. Un atolón del pacífico, las Islas Tuvalu, formación coralina de 25 kilómetros que en su punto más alto se levanta cinco metros sobre el nivel del mar, se extinguirá en las próximas décadas bajo las aguas. Allí viven 11.300 personas. Por eso han planeado un éxodo masivo a Nueva Zelanda o Australia, las dos naciones desarrolladas de la región.