Desde su cargo como máximo responsable de la gestión del agua en España, ha contribuido, con la ministra Elena Espinosa, a apaciguar el debate del agua. Josep Puxeu no descarta ninguna opción, pero deja claras las reglas del juego marcada por el Gobierno Zapatero para que se puedan plantear nuevas transferencias, entre ellas la del Tajo Medio. Ese acueducto no estará sobre la mesa hasta que se resuelva el Estatuto de Castilla-La Mancha y se aprueben los nuevos planes de cuenca.
-Se han tomado el problema del agua con más calma. ¿Querían enfriar el debate porque veían que estaba demasiado crispado? ¿Ha otra estrategia?
-En esta segunda legislatura de Rodríguez Zapatero llegamos con una programa electoral definido y unas políticas que estaban en marcha. Es cierto que las personas cambiamos y cada uno tiene su manera de gestionar. También es verdad que estamos en una situación complicada a nivel internacional, donde se nos exige eficiencia y trabajar al máximo para buscar consensos y resolver los problemas de los ciudadanos. Será, quizás, que el Ministerio se ha hecho más grande. Abarcamos desde la balanza comercial al sector agrario y alimentario, que está creciendo año tras año y con recursos que tenemos que preservar, como el suelo y el agua..
-El presidente de Extremadura, Fernández Vara, se ha mostrado desde el primer momento dispuesto a dialogar sobre un nuevo canal del Tajo al Segura. La ministra le ha dicho que hay un estudio.
-Hasta ahora, para resolver los problemas se han hecho grandes equilibrios. No ha habido problemas de abastecimiento urbano. Hemos sacado cosas adelante con mucha tensión. La cabecera del Tajo tiene un nivel de dificultad y una debilidad que en ciclos largos de sequía, como el que hemos vivido, no hacen posible la transferencia de los hectómetros pactados. Buscamos soluciones para proporcionar tranquilidad y continuidad. La desalinización nos puede resolver parte del problema, junto con la reutilización y la eficiencia. Las transferencias del Tajo, durante estos tiempos, han ido solventando el problema. En este punto, existe ahora un debate político sobre el Estatuto de Castilla La Mancha en el que nosotros, por respeto institucional, no debemos entrar. Debe ser un debate parlamentario, con las aportaciones técnicas que haga falta. Hay que ser muy respetuoso.
Tajo medio, viejo esquema
-¿Y además de todo eso?
-Después hay otras soluciones que no son nuevas. La que usted apunta del Tajo Medio, que el Gobierno de Murcia ha puesto sobre la mesa, es un viejo esquema de posibilidades sobre un cambio de toma en una zona mejor dotada que la del Alto Tajo. Es una vieja idea que está encima de la mesa y que probablemente, en un escenario no muy lejano, podría contemplarse si las condiciones son favorables. Debe generarse un clima social favorable. Las necesidades económicas están ahí, son obvias. Ese déficit de cuenca también lo es. Pero ahora tenemos dos cuestiones: El debate político del propio Estatuto de Castilla-La Mancha y después la discusión, en el ámbito ambiental, de hasta qué punto es posible ese cambio de toma. Son todas las medidas a la vez, no una sola, las necesarias para garantizar el crecimiento y la continuidad de un recurso que es fundamental para la economía, no sólo de Murcia, sino de Almería y del sur de Alicante. Integran la zona más débil en cuanto a suficiencia.
-¿Qué pasos van a dar? ¿Cuál es la estrategia de su departamento?
-Hay que hacerlo dentro de una planificación de las cuencas. Estamos en ello. Tenemos obras de infraestructuras hechas y acabándose, como el acueducto Júcar-Vinalopó, que nos resuelve muchos problemas hasta llegar a Alicante. Estamos desembalsando desde hace meses en Castellón y Valencia. Tenemos pequeños déficits, pero muy importantes donde se generan, como es el caso de Murcia. No haremos ningún dogma.
-La posible transferencia desde Extremadura, que publicamos el año pasado y en agosto, ¿cuando se pondrá sobre la mesa?
-Hay ahora un debate político que debe resolverse. Están pendientes además los nuevos planes de cuenca. A partir de ahí, tenemos una situación muy clara, que es solucionar el déficit del Segura. Esos son los tiempos, más o menos. Ahora, por suerte, nos está lloviendo.
-¿Cree que la parte política está solventada con las declaraciones de Fernández Vara y la no oposición de Barreda a ese nuevo canal?
-Todas estas cuestiones, y es una interpretación personal, me dan buen feeling de que existe una posibilidad de diálogo. De entrada, no nos encontramos ante unas situaciones de no rotundos. Que haya voluntad entre las partes de dialogar y de buscar soluciones es una buena noticia.
-El Gobierno murciano sigue reivindicado el trasvase del Ebro. También plantea que lleguen caudales del Ródano. O sea, dos acueductos del Tajo, el Ebro y el Ródano. ¿No le parece muchos trasvases?
-Desde Murcia, lo que se pide legítimamente es resolver un problema. El abanico de posibilidades puede crecer hasta el infinito. En el marco de la buena política hay que buscar la solución que sea más eficiente y menos costosa, porque al fin y al cabo acaban pagando los usuarios. Debe ser también la menos problemática en el trámite ambiental. Aquí no valdría eso de que contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. No lo veamos como si desde el Gobierno de Murcia se fuera a pegar una perdigonada muy extensa a ver dónde se atina. No digamos no a nada. Hay que centrarse en las soluciones que sean más económicamente viables, socialmente aceptadas y ambientalmente válidas. No son demandas caprichosas. Sentémosnos y veamos las que tienen más posibilidades.
-El Plan de Cuenca del Tajo sí depende directamente del Ministerio de Medio Ambiente. Hay dos aspectos que pueden afectar al futuro del acueducto Tajo-Segura: la revisión de las reglas de explotación de los desembalses y el aumento del caudal ambiental. ¿Qué posición tiene el Ministerio?
-Se está trabajando en ello y es muy prematuro. El plan del Tajo, como los demás, se va a hacer con la mayor participación posible y con criterios técnicos. No hagamos apriorismos. Hay que recabar las opiniones de los expertos, usuarios, ecologistas y de todos los que tienen algo que decir en torno a la cuenca. Me voy a ceñir, no sólo a los informes técnicos, sino también a lo que se debata. Por supuesto, lo que se diga tendrá que estar soportado por informes técnicos y de viabilidad. No podemos inventar a priori limitaciones.
-Con el Estatuto de Castilla-La Mancha en tramitación, ¿cree que se sigue manteniendo ese juego de seguir sacando votos con el agua por parte de los gobiernos autónomos de uno y otro signo? Cuando se entra en los blindajes y en la carrera de reservarse el agua…
-Algunos lo llaman blindaje y otros lo llamamos políticas de blanco o negro. De sí o no. Es verdad que hay comunidades autónomas -las llamadas donantes- que han tenido sus crecimientos muy frenados por la falta de agua. Donde más se ha visualizado es en Aragón y en Castilla La Mancha. Ver pasar el Trasvase Tajo Segura por unas zonas absolutamente áridas y tener problemas de abastecimiento no es una buena solución en el siglo XXI. Por lo tanto, cualquier infraestructura o nueva conexión de este tipo debe tener en cuenta las necesidades de los territorios por los que discurre. Hasta ese punto, la legitimación de las necesidades de crecimiento no sólo las comprendo, sino que las comparto. A partir de ahí hay que buscar las soluciones.
-¿Qué razón tiene Castilla La Mancha?
-Tiene la parte histórica de una comunidad con grandes limitaciones de crecimiento. Muy volcada en el crecimiento de comunidades vecinas, como Madrid y el Levante, y con déficits de infraestructuras serios que se están resolviendo. Tiene el viejo estigma de una comunidad eminentemente rural y con una emigración muy próxima. Su escenario de crecimiento ha sido muy importante en las últimas décadas, pero está limitado por las infraestructuras y algunos recursos, como la energía y el agua.