Pedro Arrojo, impulsor de la «Nueva Cultura del Agua» en España calificó ayer de «desafortunado» el pacto Eduardo Zaplana-José Bono que desbloqueo el Plan Hidrológico del Júcar.
El acuerdo «crucificó» para siempre la cabecera del Júcar y con su firma se dio oficialmente un derecho a sobreexplotar el acuífero y todo el ecosistema del río», aseguró.
El experto en recursos hídricos, doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Zaragoza y Premio Goldman de Medio Ambiente 2003 subrayó ayer en Valencia la dificultad de casar los intereses latentes en la cuenca hidrográfica del Júcar y advirtió sobre la tentación de «ignorar» la Directiva Marco del Agua que inspira la revisión de los planes hidrológicos de cuenca que se está realizando ahora mismo en todo el territorio nacional.
En este sentido recordó que la complejidad de la cuenca del Júcar hizo que fuera elegida «cuenca piloto» por Europa
«No se puede relativizar la directiva como a veces se intenta desde las administraciones. Del mismo modo que a nadie se le ocurre ignorar la Constitución, orillar la directiva marco del Agua sería una temeridad que las instituciones europeas y sus tribunales no van a aceptar», afirmó.
Pedro Arrojo, que intervino el pasado miércoles en Sueca en un homenaje a Antonio Esteban e impartió ayer un conferencia invitado por la fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales), manifestó .
Por su parte, Paco Sanz, de Xúquer Viu, recordó que la elaboración del Plan Hidrológico del Júcar lleva 11 meses de retraso por la negativa de la Generalitat a asumir las competencias sobre los rios intracomunitarios y la «inacción del Gobierno».
«Es verdad que es una cuenca muy conflictiva», apuntó, pero también que el nuevo plan tiene un marco «muy claro»: la D.M.A, un documento de rango normativo que pone el acento en la calidad, la recuperación de cauces y el medio ambiente y que debería obligar a reducir entre 1/3 y 1/4 las extracciones en La Mancha Oriental.
Pedro Arrojo, que compareció acompañado de Joan Ribó responsable de actividades del CEPS, llamó a una «reconversión» del regadío español en la que prime el «acuerdo» y el establecimiento de medidas de «amortiguación social» que compensen a los más débiles el abandono de la actividad agrícola productiva.
En general no hay un programa de falta de agua o sequía sino «de gestión», dijo Arrojo, que invitó a situar las prioridades «éticas» frente a las del consumo.