Los agricultores de la zona de Barrax están alarmados por la oleada de robos de transformadores eléctricos que se están produciendo en los regadíos. Estos delitos se están incrementando y provocando daños muy cuantiosos en las instalaciones de riego.
Según los propios afectados, una misma finca ha sido objeto de tres robos de equipos (en tres días distintos); se han llegado a sufrir cuatro sustracciones en una sola noche.
Los ladrones, aseguran, son extranjeros y están muy organizados, tanto para localizar los objetivos de sus asaltos como para desmontar los transformadores, que pueden pesar unos 800 kilos.
Alfonso Calderón, agricultor y vocal de la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental, confirmó que la situación se agrava por días: «siempre ha habido robos en el campo, por aquí el año pasado robaban cables, equipos de los pívots, cosas así. En Ciudad Real sí robaban transformadores; ahora han dado el salto aquí, son gente extranjera muy organizada. Por el día recorren el campo, con la excusa de buscar trabajo, y así localizan lo que se van a llevar por la noche, porque están llegando a sitios muy difíciles de encontrar».
Explica que ante esa delincuencia los agricultores apenas tienen defensa; sólo hay un agente de policía local en Barrax, y no hay puesto de la Guardia Civil. Los robos se producen de noche en fincas aisladas, no es fácil controlar las grandes superficies de riego que se extienden entre Albacete, Barrax, La Gineta y La Roda.
Alfonso Calderón explica que los robos necesitan una cierta preparación: «tienen que llevar algún tipo de grúa, porque bajan los transformadores, que pesan setecientos u ochocientos kilos, al suelo, los desmontan, dejan la carcasa y se llevan lo de dentro. Aquí se usan transformadores grandes, de doscientas o trescientas kaveas (cada cien kaveas pueden costar millón y medio a dos millones de pesetas), de manera que para lo que ellos puedan sacar, al agricultor le hacen un destrozo enorme».
Mucho tajo
Lo peor, asegura, es que «el agricultor, claro, tiene que reponer lo que le han robado si no quiere perder el cultivo; pero pones otro transformador y pueden volver a robártelo, ya se saben el camino. A mí mismo se me han llevado hace poco los cables de una bomba, que valen sobre un millón; no se llevaron el transformador porque no les debió dar tiempo. Seguramente volverán y se lo llevarán, pero, ¿qué podemos hacer? ¿ponerme junto al pozo con una escopeta? ¿quién nos va a resarcir? No hay Guardia Civil, y la poca que hay, no sabemos qué instrucciones tiene, porque pasan cosas increíbles, como el otro día, que atascaron en el barro unos de los que iban a robar; se llamó a la Guardia Civil, y dijeron que si no había sangre no iban. ¿Qué tiene que pasar para que se haga algo para cortar ésto?»
Alerta este regante sobre lo que puede suceder si no se ataja el problema: «un transformador cubre unas sesenta o setenta hectáreas, y hay unas cien mil hectáreas de regadío, así que se pueden echar cuentas del tajo que tiene esta gente si no se les frena».
Denuncia que «en el fondo, es un problema de que aquí el Gobierno ha dejado venir a gente sin control; igual que viene gente a trabajar, que a mí me parece muy bien, también han dejado venir a gente que viene a delinquir, que son bandas organizadas; están metiéndose en sondeos muy difíciles de encontrar, y luego son capaces, por ejemplo, de coordinarse en una noche para hacer varios robos en sitios alejados varios kilómetros en muy poco tiempo».
El asunto ya se ha llevado a las organizaciones profesionales para ver si consiguen una respuesta de las autoridades; Alfonso Calderón comenta, finalmente que «la situación del campo está ya bastante mal para tener que cargar además con un lastre como éste».