El embalse de Contreras superó ayer los 179 hectómetros cúbicos de agua almacenada, un registro que no se daba en estas fechas desde 1997 y que obedece, en parte, a las lluvias de las últimas semanas, además de a la culminación de diversas obras de infraestructura -paso de la Alta Velocidad y construcción del desagüe intermedio de la presa- que, junto a la sequía, han impedido aprovechar a pleno rendimiento el pantano en la última década.
Pese a que el agua almacenada se encuentra todavía lejos de algunos registros históricos de esta presa, que empezó a almacenar agua en 1973 y que en sus primeros años de vida superó los 350 hm3 de media en estas fechas, lo cierto es que los 179 almacenados superan la media de los últimos diez años (111 hm3) y también la de los últimos 20 años (151 hm3).
Desde hace unos días, el nivel del agua supera el de la embocadura del desagüe intermedio, situada a 620 metros sobre el nivel del mar, muy lejos todavía del máximo teórico de la presa, estimado en 669 m.s.n.m., que correspondería con los 852 hectómetros cúbicos de capacidad «oficial» que se atribuyen a la presa y que los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Júcar consideran inalcanzables, tanto por las incógnitas que todavía despierta el funcionamiento bajo presión hídrica de la presa del Collado-la situada íntegramente en territorio de Castilla-La Mancha-, como por una sobreestimación de los recursos de la cuenca vertiente.
En los últimos días, el Cabriel y sus afluentes han recuperado un caudal desconocido en los últimos años por lo que no es de extrañar que el el embalse, de continuar el régimen de lluvias actual, se acerque a sus máximos registros históricos.
Desagüe intermedio
Por otra parte, la superación de la cota 620 ha permitido inundar las galerías del desagüe intermedio de la presa, lo que permitirá comprobar el funcionamiento de este compleja obra.
A finales del siglo XX y después de costosos estudios sobre el comportamiento de la presa del Collado, se llegó a la conclusión de que era necesario incrementar la seguridad global de la presa, que carecía de capacidad real de desagüe hasta alcanzar la cota de los 664 metros. Es decir, que en el caso de detectar un comportamiento anómalo de la presa del Collado, cimentada a gran profundidad en unas arcillas inestables, no habría ni capacidad ni tiempo para reaccionar.
Con el nuevo desagüe, la CHJ podría incrementar la presión sobre El Collado subiendo el nivel del embalse y comprobar los movimientos reales del terreno sin asumir riesgos para la población situada aguas abajo del embalse.