El Júcar y el Cabriel, solo Júcar a partir de Cofrentes, son a dia de hoy dos ríos «desconocidos» para quienes han vivido de sus aguas desde hace siglos. Cada vez llega menos agua a Cofrentes y a Tous, tanto si se considera el «régimen natural»—?una especie de ficción que remienda las cifras de caudales ignorando la existencia de embalses y de tomas situadas aguas arriba— como si el estudio de turno considera los caudales que realmente están llegado a Tous, una vez superado el tramo hidroeléctrico del río donde solo reina Iberdrola.
Uno de los grandes debates abiertos de cara a la negociación del próximo plan hidrológico es alcanzar con carácter previo un acuerdo de mínimos sobre cuáles son en realidad los caudales disponibles; después ya se hablará de cómo repartirlos.
A simple vista
En el Sistema Júcar-Cabriel, las últimas cifras son desesperantes, consecuencia en parte de los usos del agua en Castilla-La Mancha y de una reducción de la infiltración. Los últimos documentos oficiales hablan de descensos del 20%, suficiente para que los paisanos de Cofrentes lo noten a simple vista.
A su entrada en Valencia, el río Júcar es casi un barranco, apenas un hilo de agua que se abre paso con dificultad entre las cañas pese a las tormentas de los últimos días. Se trata de una situación artificial provocada por el desvío del río en el embalse del Molinar, que lleva el caudal del Júcar a través de un túnel de casi 17 kilómetros para dejarlo caer cerca de Cofrentes, en la central hidroeléctrica de Basta… pero en el río Cabriel. Es, junto a la refrigeración de la vecina central nuclear de Cofrentes, el primer gran aprovechamiento económico del Júcar en territorio valenciano.
José Guedes trabajó en la construcción del túnel que desvió para siempre el Júcar hasta que sufrió un terrible accidente. «Baja menos agua: solo hay que ver que en el salto de Basta hay tres turbinas y una auxiliar que trabajaban a tope en las horas punta y que ahora apenas las arrancan».
Muy cerca de allí, Francisco Prados, un joven emprendedor, rememora la vinculación de Cofrentes al agua. «Siempre vivimos de los ríos, como gancheros transportando madera y de las huertas hasta que llegó la nuclear… y seguramente tendremos que volver a vivir de ellos cuando cierre de central».