El secretario de Estado de Agua, Josep Puxeu, mantuvo ayer un maratón de conversaciones y reuniones para afrontar el estado crítico que atraviesa el parque nacional de las Tablas de Daimiel. Conclusión: el Ministerio de Medio Ambiente acelerará las obras para poder trasvasar agua de forma efectiva desde el Tajo al parque, en la cuenca del Guadiana, para inundarlo y sofocar así el incendio subterráneo de turba que desde agosto corroe el paraje. El Gobierno admite que, en cualquier caso, el agua no llegará antes de enero.
El ministerio descarta usar hidroaviones para empapar el parque
Puxeu se mostró moderadamente optimista sobre el futuro del parque y negó que su degradación sea «irreversible». Así lo afirmó el director del espacio, Carlos Ruiz, en una reunión interna del patronato del parque a principios de 2007 en la que señaló que el incendio de la turba supone «un punto de no retorno en su conservación».
Tras analizar alternativas inviables como empapar el suelo mediante hidroaviones -la cantidad necesaria es tan elevada que la propuesta fue inmediatamente desechada-, el Gobierno ha decidido acelerar en todo lo posible las obras de la tubería de la llanura manchega y el recubrimiento de los tramos más permeables del río Cigüela. Con estas dos alternativas, prevé tener a principios de 2010 forma de enviar agua desde el Tajo al parque con pocas pérdidas.
En mayo pasado, Medio Ambiente aprobó un trasvase de 20 hectómetros cúbicos (cada uno equivale a un volumen como el del estadio Santiago Bernabéu) a través del Cigüela pero llegó menos de uno. La inmensa mayoría se infiltró por el camino.
Ahora, para sofocar el incendio de turba, hacen falta más de 15 hectómetros para inundar la zona de las turberas, situada en el extremo opuesto de la entrada del Cigüela. «En la próxima comisión de desembalse propondré un trasvase a las Tablas. Y espero que sea lo antes posible pero con rendimientos de más del 70% y eso espero que sea en enero», explicó Puxeu. El anuncio llegó 48 horas después de que EL PAÍS informara sobre el fuego de turbas en el corazón del parque.
El Ejecutivo completará también con una obra provisional los tramos que faltan de la tubería de la llanura manchega -prevista sólo para abastecimiento- y que están paralizados por la aparición de restos arqueológicos. El Gobierno considera que al utilizar una obra que no está terminada no necesita modificar la ley.
Puxeu consideró que «la bajada de las temperaturas juega a favor de las Tablas». Mientras tanto, «la opción es seguir compactando la turba».
El secretario de Estado explicó que el ministerio mantiene la política de compra de fincas adyacentes al parque. Y de los pozos que haya en ellas se lanzarán tuberías para mojar la turba.
Medio Ambiente ve con preocupación el deterioro del humedal, entre otras cosas, porque la Unesco está vigilante para retirarle la calificación de reserva de la biosfera a La Mancha Húmeda en 2011. Y lo peor que le podía pasar antes de ese examen era un incendio de turba.
Este carbón vegetal formado durante 300.000 años en ausencia de oxígeno está tan seco por falta de agua que pierde volumen y agrieta el terreno. Por esas grietas entra el aire que oxigena la turba y eleva la temperatura. A partir de cierto nivel de calentamiento las turberas entran en combustión. En 1986 ya ardió la turba en el parque nacional, pero fue por un incendio de rastrojos que pasó al subsuelo. Entonces había más agua que hoy para sofocarlo. El 26 de agosto pasado, el parque detectó el primer caso de autocombustión por la sequía, tras cuatro años sin agua.
El anuncio de trasvase previsiblemente generará rechazo en Murcia y Almería, la zona que vive y riega con agua de la cabecera del Tajo. El director general del Agua de Murcia, Miguel Ángel Ródenas, anunció que «las turberas se incendian de forma espontánea». «Es un fenómeno natural», dijo. «Inundar el parque es algo artificial», informa Servimedia.
Aunque los trasvases de emergencia logren inundar Daimiel el problema persistirá. Decenas de miles de pozos ilegales han hundido el nivel del acuífero 23, el que hasta los años 80 rebosaba en los Ojos del Guadiana. Y los efectos de esa sobreexplotación, que comenzó hace décadas, se notarán durante años.
El alcalde de Daimiel, José Díaz del Campo, afirmó ayer que «ha llegado el momento de actuar con todas las de la ley» y que el ministerio «no puede dilatar más su responsabilidad». Aunque la comunidad autónoma tiene competencias en Agricultura, el Gobierno es competente en agua y en el parque nacional. El Tribunal Constitucional falló en 2004 que los parques nacionales debían ser competencia autonómica. Uno de los pocos que queda por traspasara es el de las Tablas de Daimiel, debido a su mal estado.
Los ecologistas ven alarmados el fuego de turba. Miguel Ángel Soto, de la campaña de bosques de Greenpeace, advirtió de que cuando se habla de las emisiones de gases de efecto invernadero «no sólo hay que tener en cuenta las fábricas sino que por el abuso los humedales están pasando de ser sumideros de dióxido de carbono a emisores».