Réquiem por el campo

Piden una Ley de Márgenes Comerciales y mayor control sobre las importaciones

Los agricultores advierten de la ruinosa situación del sector, acuciado por los altos costes de producción y los bajos precios que se pagan por sus productos

EN DATOS

1977

Cada kilo de cebada caballar se paga por debajo del precio de 1977

500

Entre 400 y 500 euros, pensión media de jubilación en el campo

Llevan años sufriendo una lenta agonía que denuncian por activa y por pasiva ante la indiferencia, se quejan, de aquellos que pueden garantizar el futuro de un sector cuyos orígenes se pierden en el tiempo. La suya es la crónica de una muerte anunciada, la del sector agrícola tal y como lo conocemos.

A José Ródenas, Antonio Piqueras, Juan Marcos Jiménez y Francisco Pérez les une el amor a su profesión y también las dificultades a las que tienen que hacer frente para continuar dedicados a la agricultura.

La suya se ha tornado en una empresa casi titánica tal y como refrendan desde Asaja y desde la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Albacete. Desde ambas organizaciones advierten que «el campo se arruina». Hace unas semanas en Mérida, coincidiendo con la reunión de ministros de Agricultura de la UE, agricultores de toda el país hicieron oír su voz.

‘A perro flaco, todos son pulgas’ reza un dicho popular. Y eso es precisamente lo que le sucede a la agricultura y a la ganadería. A unos males se han ido sumando otros. Precios bajos de los productos, altos costes de producción, falta de relevo generacional así como un importante déficit en los derechos laborales especialmente de aquellos que trabajan por cuenta propia, son sólo algunos de los males que acucian al sector. A ello se unen, no pocas ocasiones, las jugarretas de la climatología en forma de sequías o lluvias excesivamente cuantiosas que culminan en cosechas ruinosas tras un año de trabajo e inversión.

José Ródenas, agricultor de 34 años de Alcadozo, lucha cada día para sacar adelante su explotación. Este hombre es prácticamente una rara avis en un sector al que los jóvenes ya no quieren dedicarse dado el negro futuro que se plantea. A pesar de su edad lleva ya más de la mitad de su vida trabajando en el campo. Cultiva almendros ecológicos y también tiene olivares.

Este año la cosecha no pinta bien para José ni en uno ni en otro cultivo. Se le han helado entre 7.000 y 8.000 olivos que tardarán al menos siete años en recuperarse. «En el almendro tampoco hay nada, se ve que con tanta agua no han cuajado», explica. Tampoco para Antonio Piqueras, Francisco Pérez y Juan Marcos Jiménez el año ha ido mucho.

El secretario provincial de Asaja, Jorge Navarro, lleva años reivindicando soluciones para un sector que en provincias como Albacete sigue teniendo un peso muy importante. Navarro sabe bien de lo que habla. Él mismo tiene una explotación familiar que saca adelante con su esfuerzo. «Los productos agrícolas se pagan a precios de hace 35 años mientras que los imputs nos han subido más del 100%», se queja tras salir de la lonja.

Además las importaciones de terceros países se han convertido en un quebradero de cabeza más para este colectivo. «Nos están matando. No podemos competir con ellas por las exigencias que a nosotros sí se nos hacen y a esos terceros países no. Nosotros tenemos que garantizar la trazabilidad, la seguridad alimentaria…», arguye el representante de organización agraria.

Tanto para Navarro como para el secretario de UPA, Julián Martínez, es esencial que se ponga en marcha una Ley de Márgenes Comerciales que establezca los costes de producción y fije un precio mínimo para los productos agrícolas, garantizando así que lo que cobre el agricultor por lo menos no se sitúa por debajo de lo que le ha costado producirlo. Algo que hoy por hoy no resulta inusual. «En muchas ocasiones no se cubren ni los gastos», matiza Martínez.

Hace apenas diez días por un kilo de cebada se pagaban cinco pesetas menos, de las de antes, que en el año 1977. Un simple dato que ejemplifica hasta que punto el sector se encuentra en una situación límite.

Para los regantes la situación no es mejor. Las tarifas eléctricas han puesto en jaque a este colectivo en los últimos tiempos. Este coste supone el 40% de los gastos de una explotación de regadío, afirma el secretario de la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental, Herminio Molina.

El culmen de los despropósitos es que se ven obligados a realizar un contrato anual de suministro pagando así, aunque sea un mínimo, también en aquellos meses que consumen. Lo que piden es que puedan formalizar contratos por temporada, es decir sólo por los meses que riegan. «Queremos pagar por lo que consumimos», apostilla Molina.

Abandonos

Cifrar el índice de abandono de actividad que se está produciendo no es fácil. Pero lo hay y sobre todo lo que no hay es continuidad. «No hay relevo. ¿Qué pasará en nuestros pueblos?», se pregunta Navarro. Especialmente significativo ha sido el cierre de ganaderías en los últimos años en la provincia de Albacete.

Desde UPA y Asaja se quejan de que cada vez hay menos incorporaciones de jóvenes a un sector en el que muchos aguantan como porque no pueden malvender sus explotaciones y porque se trata mayoritariamente de un colectivo envejecido con las dificultades que ello supone para cambiar de profesión.

Pero incluso para aquellos que consiguen mantener su actividad y llegar a la jubilación con ésta no se acaban sus problemas. Las pensiones de jubilación en el sector agropecuario son tan exiguas que es raro que aún jubilados, agricultores y ganaderos no tengan que «seguir subiéndose al tractor», apuntan desde las dos organizaciones agrarias. Una pensión media tras una vida dedicada al campo se sitúa en unos 400 ó 500 euros explica Navarro. «¿Y con eso se puede vivir?», se pregunta el secretario de Asaja.

Ninguno de ellos lo duda. Si pudiesen hacerlo dejarían el trabajo al que han consagrado parte de sus vidas. Antonio, Francisco, Juan Marcos y José son sólo cuatro ejemplos de un sector que lucha con uñas y dientes por sobrevivir. Agricultores y ganaderos sólo piden medidas que les permitan vivir dignamente.

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