El secretario de Estado de Agua, Josep Puxeu, pretendía pasar por Valencia sin entrar en el tema del agua, al menos de cara a la prensa. Por ello, sólo incluyó en su agenda oficial una reunión con Intercitrus, anuló la que tenía prevista con los usuarios del Vinalopó y finalmente mantuvo un encuentro, a priori privado, con el vicepresidente tercero y conseller de Medio Ambiente, Juan Cotino.
En todos ellos evitó aclarar cuáles serán los caudales ecológicos de los ríos. Se limitó a decir que se trata de un proceso complejo, que se está trabajando y que «no se pueden inventar caudales» porque «no hay más agua que la disponible», y apuntó que se conseguirá mejorar el estado de los ríos y los suministros.
Sobre el nuevo plan de cuenca del Júcar, no sólo dijo no saber cuándo se aprobará -según exige la directiva marco debería estar vigente desde marzo de este año- sino que incidió en que la cuenca del Júcar cuenta en la actualidad con un plan con el que se puede seguir trabajando.
Entre otras muchas cuestiones, en los planes de cuenca se delimitan los caudales ecológicos de los ríos, que deben seguir la normativa europea que se encarga de garantizar el buen estado de las masas de agua.
Para el vicepresidente Cotino, detrás de todas estas maniobras existe un pacto de intereses fraguado entre Castilla- La Mancha, Cataluña y Zapatero. Aseguró que el presidente manchego, José María Barreda podrá sacar adelante una Ley del Agua que recoja las aspiraciones que quedaron frustradas en su Estatuto, a cambio de que Cataluña pueda duplicar el caudal ecológico del Ebro en la desembocadura.
Cotino le solicitó a Puxeu que cree una Autoridad Hídrica Nacional que controle estas situaciones. También le pidió que acometa la limpieza de cauces y barrancos y que apruebe un paquete de medidas para paliar los daños ocasionados por los incendios. Al parecer, Puxeu no se mostró demasiado receptivo.