Preside desde 2004 el organismo que administra y controla los ríos y embalses en la mayor parte del territorio valenciano y defiende que hay suficientes recursos para cubrir la demanda si se usan «con prudencia»
La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) celebra su 75º aniversario con la sequía superada y reservas en los embalses que doblan la media de los últimos 10 años. Pero también con asignaturas importantes pendientes, como el nuevo plan para gestionar los recursos de la cuenca del Júcar, que ahora abarca casi todo el territorio valenciano. Juan José Moragues (Gandia, 1954), que preside el organismo, cree que el enfrentamiento político entre la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha por el río se resolverá porque «les interesa a los dos».
«El trasvase del Ebro solo está en el imaginario del PP de Valencia y Murcia»
«La prioridad máxima es estar preparados para la próxima sequía»
«Nuestra comunidad es líder mundial en impedir avanzar»
«Del Vinalopó aprendí que el agua más cara es la que no se tiene»
Pregunta. Con reservas suficientes en los embalses, ¿cuáles son ahora las prioridades?
Respuesta. El tener los embalses llenos lo que produce es mucha responsabilidad. Es mucho más difícil gestionar la abundancia que la sequía. Parece una incongruencia, pero es así. La prioridad máxima es estar bien preparados para la próxima sequía, porque vendrá. Hay que mantener la disciplina del uso y lo que se aprendió. Y luego, al no tener esa presión en el día a día, hay aspectos fundamentales como intentar que toda la información de la cuenca que sirva para la revisión del plan del Júcar sea lo más científica, técnica y ajustada a la realidad posible.
P. En el libro publicado para el aniversario de la CHJ afirma que el horizonte «está plagado de nuevos retos». ¿Cuáles destacaría?
R. El mayor reto es que los usuarios tengan el convencimiento de que la CHJ es un organismo de gestión que les ayuda a resolver sus problemas. La Administración ni quiere quitarle el agua a nadie ni usar el precio como un elemento de recaudación. Ni regalársela a unos y quitársela a otros.
P. La historia de la CHJ lo que refleja es el pulso de los usuarios del Júcar por controlar el río, y ahora son las comunidades las que se pelean por el agua. Parece que no se ha avanzado mucho.
R. La Ley de Aguas es muy difícil de encajar con el Estado de las autonomías. ¿Cómo se casa que las comunidades tengan las competencias en la ordenación de su territorio y que para su desarrollo necesiten asignar recursos hídricos, cuando la estructura de la gestión hidráulica está basada en la concesión para un uso a un señor que la utiliza? Yo no lo sé.
P. ¿Podría ser una solución el ente gestor del agua nacional que propone el PSOE?
R. Ese ente gestor lo que puede hacer es complementar la acción del ministerio y coordinar actuaciones y políticas de agua. El tema del uso de agua en las comunidades autónomas en función de las concesiones escapa a eso.
P. En el caso del Júcar las posturas de la Generalitat y la Junta de Castilla-La Mancha parecen irreconciliables. ¿Cómo se va a desatascar el nuevo plan para gestionar los recursos?
R. Lo que define en este momento el plan del Júcar es la ansiedad, porque la gente lo está esperando. Quieren saber cuánta agua se va a poder extraer en Castilla-La Mancha, y cuál será la asignación para los riegos tradicionales del Júcar. También hay ansiedad para darle caña al Gobierno de Zapatero, para que los de Castilla-La Mancha digan que aquí se desperdicia el agua, y para que en Valencia digan que allí sobreexplotan el Júcar… Pero las dos comunidades resolvieron sus diferencias por el paso de la autovía por las Hoces del Cabriel y el AVE. Y esto también lo tienen que resolver, les interesa a los dos. Aunque eso solo es posible si tienen confianza en la Administración, y no si unos piensan que ayudamos a los otros, y los otros piensan que ayudamos a los unos.
P. ¿Qué posibilidad augura al intento de la ministra Rosa Aguilar de llegar a un pacto del agua?
R. Cualquier responsable público en materia de agua tiene que intentarlo. Pero es difícil llegar a un pacto del agua sin tener antes clara la estructura económico-financiera del agua y llegar a acuerdos sobre modelos territoriales, porque los recursos no son infinitos. Hay que pasar unos escalones antes.
P. ¿La agricultura valenciana necesita tanta agua como dice el PP, que sigue exigiendo el trasvase del Ebro?
R. El trasvase del Ebro desapareció en 2004 del programa socialista y en 2008 desapareció del programa del PP, y eso la gente no lo dice. Solo está en el imaginario del PP de la Comunidad Valenciana y de Murcia. La demarcación del Júcar tiene suficiente agua para atender sus demandas agrícolas, industriales, turismo y abastecimiento utilizando con prudencia todos los recursos. ¿Cómo se puede pedir el trasvase del Ebro a Castellón bombeando toda el agua depurada al mar, no reutilizando ni una gota? Al final se entra en un maremagnum de cuestiones pseudopolíticas que impiden avanzar. Y esta comunidad en impedir avanzar es líder mundial. Esta es una de las comunidades en las que más se ha invertido en desalación. La primera desaladora la inauguró Francisco Camps en Xàbia y luego otra en Alicante. Hemos conseguido que los españoles estén haciendo desaladoras en Australia, Dubai, California, China o India, pero que no haya ninguna empresa valenciana. Alguien tendría que pensar en ello. Las desaladoras se las adjudican a empresas del resto de España. Nosotros no estamos ahí.
P. El consejero Juan Cotino pide que se reasigne el presupuesto de desalación a obras de ahorro y reutilización.
R. Pedir que se reasigne el dinero que tienen otros a lo que tú no has hecho, pues va muy en la línea de la Comunidad Valenciana: que nuestros problemas los arreglen otros. Esa es un poco la política de Cotino. Ya se ha olvidado de que gracias a las desaladoras de San Pedro del Pinatar no hubo restricciones de agua en Alicante en 2005, en el peor ciclo seco en 60 años. En cambio, sí las hubo en los gobiernos de Aznar.
P. El llamado Esquema de Temas Importantes (ETI), que pone la base para elaborar un nuevo plan del Júcar, avisa de que los regantes tendrán que reducir su consumo de agua. ¿Será necesario suprimir superficie cultivada?
R. Los regantes tendrán que ser más eficientes en el uso del agua. Y eso posiblemente implique una reducción del consumo de recursos. Pero ahora en los regadíos del Mijares, por ejemplo, se consume un 30% menos porque han terminado su modernización. Eso ha redundado en garantías, porque esa agua que no usan no se la bebe el Gobierno de Zapatero ni se tira al mar. Se queda en los embalses. Ni se van a tener que abandonar cultivos por falta de agua, ni se les va a reducir el agua que necesiten.
P. Pero el documento advierte de que casi la mitad de las masas de agua subterráneas tienen problemas de sobreexplotación o exceso de nitratos, hay que fijar caudales ecológicos, prever el aumento de la demanda… ¿De dónde saldrá tanta agua?
R. El equilibrio del Júcar es positivo. La estimación de demanda en el horizonte de 2015 es que se consumirá menos. Las inversiones en modernización en la agricultura han sido importantes y en abastecimiento solo hay que ver el ejemplo de Valencia y su área metropolitana, que en los últimos cinco años han disminuido el consumo un 20%. Por inversiones en nuevas redes, el reciclaje en fuentes… Y a eso se añaden las posibilidades de reutilización de aguas depuradas y de modernización pendientes. En las masas con mala calidad por exceso de extracciones, habrá que reducirlas. Pero la mayor parte no están en mal estado cuantitativo.
P. El trasvase Júcar-Vinalopó está a punto de entrar en servicio sin que haya acuerdo con los usuarios alicantinos, que insisten en potabilizar parte del agua. ¿Ve forma de cerrar ese conflicto?
R. Soy muy optimista. Creo que hay muchos regantes del Vinalopó que necesitan el agua. Y de ellos aprendí que el agua más cara es la que no se tiene. Otra cosa es el ambiente político que se ha creado. Pero les hace falta agua y el Júcar es una buena solución. ¿Que se resolverá en un mes o en un año? No lo sé, pero el trasvase resolverá los problemas, más allá de si es para regar y si se potabiliza o no. Lo que hay que tener claro es que el trasvase es de aguas sobrantes del Júcar, y sirve para garantizar la sostenibilidad en el Vinalopó.