Los agricultores del Vinalopó han expresado su rotunda negativa a regar sus campos con las primeras aguas trasvasadas desde el Júcar hasta el embalse de San Diego. Una infraestructura ubicada entre los municipios de Villena y Fuente la Higuera, con capacidad para abastecer 10.000 hectáreas de cultivo y que supone el punto final del trasvase del Júcar-Vinalopó.
Los primeros tres hectómetros cúbicos almacenados de los 20 millones de metros cúbicos de agua que puede llegar a acoger la impresionante balsa han sido enviados para realizar las pruebas de carga y comenzaron a ser impulsados a mediados de 2010 desde el Azud de la Marquesa, en el curso bajo del Júcar a su paso por la localidad valenciana de Cullera. Pero los agricultores del Vinalopó ya han advertido que no regarán sus tierras con ese primer caudal porque su índice de contaminación hace que su uso sea completamente inviable.
Desde la Junta Central de Usuarios del Vinalopó, l’Alacantí y el Consorcio de Aguas de la Marina Baja su presidente, Andrés Martínez, ha indicado al Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino que las aguas del Júcar que han llegado a la provincia de Alicante contienen bacterias coliformes fecales y restos de productos fitosanitarios. «Y no lo digo yo, lo dicen los informes de las analíticas realizadas por la propia Confederación Hidrográfica del Júcar» puntualizaba ayer el responsable de la entidad destacando, además, que «con esas mismas aguas tampoco riegan sus campos ningún agricultor valenciano porque su composición incumple todos los parámetros sanitarios».
Andrés Martínez también ha expresado la preocupación de la Junta Central «porque en estos tiempos de crisis en los que estamos inmersos se está haciendo un enorme gasto por parte del Gobierno central -320 millones de euros de inversión- para traernos un agua que, por su mala calidad, no va a consumir nadie si no recibe tratamiento de forma previa». En este sentido ha señalado que los tres hectómetros cúbicos que ya se encuentran almacenados en el embalse van a perderse sin ofrecer ningún beneficio. «En el Vinalopó -reitera el presidente- necesitamos agua de calidad apta para el abastecimiento agrícola, industrial y urbano, y para eso la toma del agua del Júcar debe situarse en el Azud de Antella o, en caso contrario, el Ministerio debería construir una planta de tratamiento para depurar los caudales contaminados de la actual toma del Azud de la Marquesa».
Dimensiones extraordinarias
La balsa de San Diego tiene tal magnitud que fue clasificada como Presa de Categoría A por la dirección general de Obras Hidráulicas del Ministerio de Medio Ambiente. Su perímetro supera los cuatro kilómetros de longitud; presenta una altura máxima de 35,2 metros al pie del talud y de 38,5 metros sobre el eje de los cimientos; el ancho de coronación tiene 7,5 metros y el ancho de base del talud llega a alcanzar en algunos puntos los 200 metros.
El agua almacenada, en su cota máxima, tendrá 22 metros de profundidad, el equivalente a la altura de un edificio de siete plantas. El vaso de la balsa tiene una superficie de 800.000 metros cuadrados, la misma superficie que 80 campos de fútbol, y cuando la lámina de agua alcance su cota máxima esa superficie equivaldrá a 115 campos de fútbol, esto es, 1.150.000 metros cuadrados. Y, según se informa desde la sociedad estatal Aguas del Júcar, en épocas de bonanza hídrica San Diego podrá llenarse hasta cuatro veces al año.