En 2001, cuando se concluyeron las obras de la traída de agua del Júcar para abastecer la capital, se constató que ésta tenía una alta concentración de sulfatos, por lo que el alcalde, entonces Manuel Pérez Castell, reclamó la planta de ósmosis. Tras muchas negociaciones con las administraciones y las criticas de la oposición, se aceptó la demanda. En 2007 la obra se adjudicó a Lubasa, desde entonces se ha tratado de salvar los inconvenientes medioambientales que se planteaban y ayer, por fin, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Juan José Moragues, y la alcaldesa, Carmen Oliver, visitaron las obras, porque ya ha empezado el movimiento de tierras. Se tardará 18 meses y la inversión, a cargo de la Confederación, asciende a 7,7 millones.
Esta obra es «la actuación más importante que hemos hecho en Albacete en muchos años» porque «convierte a la ciudad de Albacete en la ciudad de la cuenca del Júcar que tiene más garantías de agua», tanto «para suministro, como para industria o turismo», aseguró Moragues en su comparecencia.
Ahora, la capital puede abastecerse, concretó, «a través de Alarcón y tener el agua con la mayor calidad posible y, en función de la abundancia o los periodos de sequía, podemos obtener también de diferentes procedencias, incluso subterránea, osmotizarla y tener agua en la cantidad adecuada» y esto, aseguró el presidente de la CHJ, «no ocurre en ningún otro sitio de la cuenca del Júcar». Esto implica que «tenemos en Albacete la mayor garantía, garantía absoluta, en cantidad y calidad, para el suministro de agua».
Así, «Albacete -ahondó Moragues- entra en un club escaso a nivel nacional donde existen esas diferentes fuentes de suministros».
TRES LÍNEAS DE FILTRADO. El proceso de la planta de ósmosis implica que el agua que viene del Júcar llega a la Estación de Tratamiento de Agua Potable. Ahí, el 80% se deriva a la planta de ósmosis y un 20% será la que se rechace, junto con los sulfatos que se queden en las membranas de filtración, y se deriven hasta la depuradora de Albacete, a través de un conducto que se va a construir de 13 kilómetros de longitud y que se denomina emisario de salmueras. Del 80% restante, la susceptible de ser tratada, sólo una parte pasará por alguna de las tres líneas de filtrado previstas y que no funcionarán al tiempo a menos que la concentración de sulfatos sea muy alta. «Cuando estén a pleno rendimiento, el agua que se filtre será, como máximo, el 50% del total», detalló Carlos Vázquez, de Vaico Ingenieros Consultores, la empresa que asesora a la adjudicataria en temas de ósmosis. El porcentaje será menor si hay menos sulfatos en el agua del Júcar.
La parte que no se cribe se derivará, por un by-pass, para no pasar por las membranas, y acabar mezclándose con la depurada «lo que dará lugar a un agua con bajo contenido de sulfatos». Esa mezcla será la que llegue a los grifos de los albaceteños.