«Cuando decimos que no nos conformamos con el agua que hay, no estamos diciendo un disparate porque ya la hubo y no tenemos por qué renunciar», proclamó el candidato socialista a la orilla del pantano de Entrepeñas
El pantano de Sacedón que Barreda quiere ver siempre lle
ROSA MARCOS
Luis J Gomez
El municipio de Sacedón tiene una especie de ‘paseo marítimo’ que da a la orilla del embalse de Entrepeñas. Sin embargo, hay un trecho de trescientos metros que separa el paseo de la orilla del agua y eso que este año ha sido bueno en lluvias. «Da gusto ver cómo está el pantano», confesó Barreda en una rueda de prensa convocada bajo un puente, «pero nos gustaría que tuviese más agua».
El candidato socialista sabe que en la actualidad los embalses de cabecera del Tajo están al 52,7% de su capacidad, lo que suman 1.300 hectómetros, y que en la última década pocas veces han estado tan llenos, por la culpa de los años de sequía y del trasvase al Segura que se nutre de estos pantanos. «Me contaba Jesús Alique -diputado nacional del PSOE- que él empezó a nadar aquí» comentó Barreda mientras señalaba unas escaleras que antes se sumergían en el agua y ahora dan a un descampado. «Por tanto, cuando digo que no nos conformamos con el agua que hay, no estamos diciendo un disparate» prosiguió, «es que ya la hubo y no tenemos por qué renunciar».
Después de recorrer el mercadillo de Sacedón y agrupar a un conjunto de vecinos a la orilla del embalse, Barreda insistió en la importancia de «mantener la guardia alta» en la batalla del agua. Echó en falta que en esta contienda no tenga a Cospedal a su lado. A su rival para el 22 de mayo le reprochó que haya sido «ambigüa» cuando el resto de la sociedad estaba en contra del trasvase. Le recriminó que no votase a favor de un Estatuto que defendía los intereses de Castilla-La Mancha. Y le espetó que ni siquiera apoye una Ley del Agua que exige una lámina permanente en los embalses de cabecera.
«La respuesta es clara», resolvió Barreda, «ella es ambigüa porque tiene otras preocupaciones y si no, no diría cosas como que hay que llevar el agua de donde sobra a donde falta». El candidato socialista concluyó su argumentación enardeciendo a los asistentes al grito de «¿Acaso sobra aquí?».
La guerra de los 30 años La lucha contra el trasvase ha sido una de las batallas cruciales desde que Castilla-La Mancha es comunidad autónoma, hace ya 29 años. Dos han sido las intentonas en esta legislatura para cerrar el grifo del Tajo-Segura. La primera fue vía Estatuto, primero reclamando la caducidad del trasvase para 2015 y luego, rebajando las reivindicaciones a un límite de 600 hectómetros no trasvasables en Entrepeñas y Buendía, y a 4.000 hectómetros de reserva estratégica para toda la Región como cesión final. Aunque esta reivindicación iba en el prólogo del Estatuto, el PP no la quiso votar a favor, cambiándole el nombre a la propuesta.
La historia se ha repetido en la segunda intentona, esta vez a través de la Ley del Agua, la última iniciativa aprobada por las Cortes en esta legislatura. Ahora queda por ver qué ocurrirá con esta normativa en su tramitación en el Congreso de los Diputados, donde los socialistas no tienen mayoría absoluta.
Esa Ley del Agua contiene artículos clave para pueblos como Sacedón. Por ejemplo, exige subir el mínimo de reserva en los pantanos de cabecera por debajo del cual no se puede trasvasar. También propone garantizar una lámina estable de agua, un concepto que Barreda defendió ayer en Entrepeñas, porque sería muy positivo para «su desarrollo turístico y potenciar las posibilidades de este entorno maravilloso».
El candidato socialista continuó su ‘viaje a La Alcarria’ probando el agua fresca del río Cifuentes en el pueblo que lleva el mismo nombre. La caravana electoral se detuvo al lado de la balsa y el molino de agua, Barreda bajó del autobús y recorrió el conocido como parque de los manantiales. «Da gusto ver el agua transparente y limpia», confesó el candidato a la Junta al bajar al canal del río. Un simpatizante del PSOE lamentó que todo el «chorro» que fluye esta primavera se va hacia Murcia. «Se puede beber», le animó una vecina… y Barreda no se lo pensó dos veces. Se agachó, metió la mano en el agua y se la llevó a la boca. El veredicto fue inmediato: «Está buena».