Ahora que ya se sabía lo que es una ósmosis inversa, el Ayuntamiento paraliza el proyecto. Durante ocho años la instalación de la planta ha sido un motivo permanente de debate en la corporación. El excesivo nivel de sulfatos del agua del Júcar que bebíamos desde el 2003 aconsejaba realizar una obra técnicamente sencilla. Para su realización se sucedieron convenios con intervención del Ministerio de Medio Ambiente, la Junta de Comunidades y el Ayuntamiento. La ejecución estaba en marcha pero el otro día, como les informamos puntualmente, la concejal de la cosa anunció el parón Se teme que se trate de una renuncia definitiva, no obstante considerarla ‘interesante’ al equipo de gobierno, que justifica su decisión porque le parece un recurso «excesivamente caro», y porque el agua del Júcar que tenemos ahora «cumple con los parámetros de la legislación europea».
Es asombroso lo ocurrido si recordamos la obsesiva fijación de la oposición sobre la que estimaba ineludible necesidad de este plan. Concretamente, los senadores peperos, ahora cesados, la incluyeron en diciembre ultimo en un paquete que incluía exigencias prioritarias, achacando su retraso al «fuerte recorte inversor del Gobierno de Zapatero».
Pedían acelerar las obras del Palacio de Justicia, la autovía de Romica y la de Caudete-Fuente la Higuera, además de diferentes planes de regadíos, la segunda fase para la sustitución de bombeos en La Mancha, y, como decimos, la famosa planta de ósmosis. ¿No sabían entonces que nos costaría un ‘güevo’ la parte correspondiente de un total de 7,7 millones de euros que apoquinarían las tres administraciones implicadas? Y en cuanto a la calidad del agua que consumimos, resulta que es «excelente», y no cuando mandaba Perez Castell, que promovió la infraestructura porque no había quien se la tragara. El padre Júcar, que a veces se raja, es capaz de ir a otras bodas de Caná y trasvasarse a unas tinajas, ya convertido en vino. Sin descartar los bautismos que sugiere su milagrosa pureza, aunque no sea el Jordán.
Hay que reconocer que con la jodida ósmosis lo hemos pasado fenomenal. Era conmovedor ver el esfuerzo oficial por descifrar el significado del palabro, con su inquietante énfasis, pasando el trámite con unos tragos de agua mineral, y no del grifo, por si las moscas.
Cuando supieron que se trataba de utilizar una membrana semipermeable para separar y quitar los sólidos disueltos, los orgánicos, los pirogénicos, la materia coloidal, submicro-organismos, virus hasta un 99 por ciento y el mismo porcentaje de todas las bacterias, respiraron tranquilos y tomaron una decisión entusiasta: ¡Vamos a por la ósmosis! Iba a ser, el día de la inauguración, como una nueva traída del agua, ¡qué digo, como la traída del santo, tratándose del agua bendita!
De momento, brindemos con el vigente caudal del Júcar, solera 2011. Y si la ósmosis se queda en agua de borrajas, como ocurrió con la caducidad del Trasvase en la reforma del estatuto y Cospedal mirando para otro lado, qué le vamos a hacer, otra vez será.