Decía Manuel Lorenzo Pardo, el ingeniero que diseñó el trasvase Tajo-Segura para la II República que luego se apropió Franco, que “el agua calienta más que el fuego y emborracha más que el vino”. Eso quedó claro ayer, tras el anuncio del ministro de Agricultura y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, de formular un nuevo plan hidrológico nacional que incluya trasvases “solidarios” para llevar agua a Alicante, Almería y Murcia. En esta región, la más afectada, el PP sostiene que le da igual de dónde les llegue el agua, “incluso del Amazonas”. La geografía hizo que las miradas se dirigieran más cerca: al Ebro y el Tajo.
Si alguien pensaba que recuperar el trasvase del Ebro era sencillo, ayer tuvo un baño de realidad. Si en 2000 la obra iba a ser “un paseo militar” —el mismo Cañete fue cazado por una cámara diciéndolo— doce años después parece inviable. El PP de Aragón aprendió cómo se pierden unas elecciones por el agua y ahora ha vuelto al poder pero lo hace junto al Partido Aragonés. Y ayer, el portavoz de este partido en las Cortes Autonómicas, Alfredo Boné, advirtió: “Los aragoneses nunca aceptarán que se resuciten viejas amenazas, como la del trasvase”. Cualquier intento de llevar agua del Ebro (aunque sea de Tarragona, lejos de Zaragoza) rompería el pacto de Gobierno.
Tal es el clima en la comunidad, que la presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, pidió al Ejecutivo central “respeto al Estatuto de Autonomía” ante la posibilidad de un trasvase del Ebro. El estatuto fija una reserva exclusiva para Aragón de 6.500 hectómetros cúbicos (más de seis veces el derogado trasvase), lo que impediría que hubiera agua excedentaria. El texto es constitucional pero solo porque no tiene aplicación práctica, según falló el Constitucional.
En Cataluña, CiU se guardará de no cometer los mismos errores que cometió hace diez años al apoyar el Plan Hidrológico Nacional de Aznar. Entonces soliviantó a los habitantes de la ribera del río. Fue la puntilla que llevó a la primera derrota electoral de CiU. Diez años, y con el Gobierno catalán otra vez en manos de CiU, los nacionalistas ya han dejado claro que su actitud será “diferente”. “Quedamos muy escaldados con el tema del PHN. Ya veremos cómo evoluciona y cómo se concreta el plan, pero vista la experiencia y el resultado de la gestión política de hace diez años, actuaremos diferente”, señaló el portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs. La reivindicación de CiU es el trasvase del Ródano.
Cospedal baja el tono en público y facilita que la obra afecte al Tajo
Por si había dudas, los alcaldes del Delta del Ebro se sumaron: “Nuestra oposición será clara ante cualquier propuesta de trasvase, nos opondremos frontalmente”, aseguró Ferran Bel, alcalde de Tortosa y senador de CiU. El pasado septiembre, el pleno de este Ayuntamiento votó en bloque —incluido el PP— contra la demanda de la diputación de Castellón de transferir agua del Ebro.
Si no es el Ebro queda el Tajo, bien sea desde Toledo, desde Extremadura o alguno de sus afluentes como el Jarama o el Tiétar, y con la posibilidad de dejar agua en el Guadiana. En cualquier caso, afectaría a Castilla-La Mancha, la única comunidad de la que ya nace un gran trasvase, el de la cabecera del Tajo. Allí, su Gobierno ha optado en cambio por bajar el tono. La presidenta de la comunidad, Dolores de Cospedal, es además secretaria general del PP y difícilmente podría poner en peligro de forma abierta un plan del Gobierno de Rajoy. No tiene el margen de actuar como barón díscolo. Eso quedó claro cuando aceptó el almacén nuclear en Villar de Cañas (Cuenca) nada más llegar el PP a La Moncloa tras haberlo rechazado —al menos oficialmente— cuando el ministro era el socialista Miguel Sebastián.
El portavoz regional, el popular Leandro Esteban aplaudió que Cañete busque una solución “integral, conjunta, unitaria, respondiendo al principio de prioridad de la cuenca cedente, además de cubrir las necesidades hidrológicas presentes y futuras desde un principio de solidaridad entre regiones”. Esteban lamentó que durante años se haya hecho “tanta demagogia” con el agua en la comunidad y lamentó que el PSOE quiera “perseverar en un error que ha conducido a generar guerras del agua entre regiones”.
La defensa de un acueducto solidario levanta a las cuencas cedentes
Pero el PSOE considera que con el agua puede hacerle daño a Cospedal —que acabó con la hegemonía socialista por un solo diputado—. “Estamos a favor de un nuevo PHN, sí. Pero del que empiece por el fin del Tajo-Segura”, declaró el portavoz del PSOE en las Cortes, José Luis Martínez Guijarro. La capital, Toledo, ha visto cómo el trasvase reducía el caudal del río y cómo la falta de depuración de Madrid ha hecho que la contaminación sea cada vez mayor. Y han surgido movimientos ciudadanos como la Plataforma en Defensa del Tajo, que fue capaz en 2009 de reunir a decenas de miles de personas en Talavera contra el trasvase.
Un problema de plazos
Ejecutar un trasvase es un problema político, pero además lo es técnico. No porque todas las opciones no estén más que estudiadas, sino porque en este momento el Ministerio de Medio Ambiente debe aprobar con urgencia los planes de cuenca, que reparten el agua: abastecimientos, caudal ecológico, usos agrarios… España lleva más de dos años de retraso y Bruselas no acepta más demoras.
Pero en esos planes —que están casi listos pero en el cajón— las cuentas solo cuadran a martillazos. No hay agua y no tiene pinta de llover. En el Ebro era imposible cumplir la pretensión de Aragón de ampliar los regadíos y la de Cataluña y los ecologistas de duplicar el caudal ecológico del Ebro en la desembocadura hasta 200 metros cúbicos por segundo.
En el Tajo, la presidenta de la Confederación, la socialista Mercedes Gómez, colgó en la web el borrador de plan, que considera el Tajo sufre un déficit «no admisible» y que habría que reducir a la mitad el actual trasvase al Segura porque la entrada de agua en los pantanos de los que nace el trasvase ha caído un 47% en el periodo 1980-2006 respecto al 1959-1979, cuando se diseñó la obra. El documento (varios tomos tras años de trabajo técnico) fue retirado después de que lo publicara este diario. Sin embargo, tampoco es tan sencillo que un nuevo equipo cambie la disponibilidad de agua que allí aparece, los gráficos de aportaciones o rebaje los caudales ecológicos. Que el trasvase actual del Tajo no sirve como se ideó es algo que ya se acepta incluso en Levante. La obra estaba diseñada para trasvasar 600 hectómetros cúbicos al año, pero esa cifra solo se alcanzó en 2000.
Al problema de los planes de cuenca se suma la sequía. Pese al invierno tan seco, España aún tiene reservas en los embalses. Pero si no llueve, en otoño la situación puede ser mucho peor. Y las tensiones políticas crecen con la escasez.