La Confederación Hidrográfica del Ebro ha presentado esta tarde el proyecto de plan de cuenca, el documento que ordena los usos del agua en la demarcación y que, según anunció su presidente, el aragonesista Xavier de Pedro, «será una prueba clara de que no hay agua sobrante en el Ebro». El organismo eleva el caudal ecológico en el delta de los 100 metros cúbicos por segundo actuales a los 155 en algunos meses y lo baja en septiembre y octubre hasta 80, aunque el texto advierte de que «está pendiente de concertación». En la práctica esto hace inviable un hipotético trasvase del Ebro al Levante, al menos en años secos.
Los planes de cuenca debían estar terminados a finales de 2009, pero la imposibilidad de pactarlos con las comunidades hizo que el Gobierno del PSOE los retrasara. Los documentos técnicos estaban hechos y, ante la amenaza de Bruselas de imponer una multa, el Ministerio de Medio Ambiente, que dirige Miguel Arias Cañete, ha elegido el Ebro para demostrar que se avanza. Esta tarde lo ha presentado a los usuarios de la cuenca y sale a exposición pública. Se abren ahora seis meses para alegaciones por lo que el documento puede sufrir cambios.
La gestión del río es polémica, ya que vive un conflicto soterrado entre las demandas de Cataluña para el caudal ecológico del Delta y la presión por aumentar los regadíos en Aragón. Aun así no es tan conflictivo como los ríos Tajo y Segura, unidos por un trasvase y cuyos planes de cuenca son todavía incompatibles.
El borrador del plan de cuenca fija «un régimen de caudales ecológicos que en el conjunto del delta supone una aportación anual garantizada, aun en años de prolongada sequía, de entre el 23% y el 30% de la aportación en régimen natural teniendo en cuenta la disminución de aportaciones debida al cambio climático». Y añade que «esos porcentajes de aportación al régimen de caudales ecológicos mínimos garantizados en el conjunto del Delta del Ebro, son muy superiores al resto de ríos mediterráneos de España» debido a la existencia de los dos enormes embalses de Mequinenza y Ribarroja.
En el Ebro, la confederación, dependiente de Medio Ambiente, establece un caudal ecológico en la desembocadura que fluctúe con los meses, no fijo como es actualmente. Así, iría desde los 155 metros cúbicos por segundo en marzo y 150 en febrero al mínimo de 80 en septiembre y octubre. Actualmente hay un caudal mínimo de 100 metros cúbicos por segundo todo el año. Además, se establecen reservas para Aragón y La Rioja y tiene en cuenta una caída de las aportaciones por el cambio climático.
La Plataforma en Defensa del Ebro ha afirmado que, en una primera lectura, los caudales ambientales parecen insuficientes.
Todo eso, según fuentes conocedoras de los documentos técnicos, impediría construir un gran trasvase desde el Ebro hasta Almería, la obra que el PP de la Comunidad Valenciana y Murcia lleva ocho años reclamando. Pero el PP, una vez en el Gobierno, se ha olvidado del Ebro y ha puesto al frente de la confederación a un político del Partido aragonés (Par), socio de los populares en Aragón.
Premonitoriamente, el Ayuntamiento de Murcia retiró después de semana santa la enorme pancarta de «Agua para todos» que lucía en su fachada desde hace ocho años y con la que reivindicaba el trasvase del Ebro.