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‘Agua para todos’, rezaba aquel eslogan que hizo furor en tantas campañas de reivindicación de trasvases que iban a reequilibrar la situación hidrológica en la Comunitat Valenciana y otras regiones mediterráneas españolas. Sin embargo, pasado el tiempo, todo sigue en lo mismo de siempre, independientemente de que sea un partido u otro el que gobierne y esté al frente de las competencias hidrológicas. Quien no tenía agua sigue sin tenerla y quienes no contaban con derechos reconocidos forman legión de desheredados o condenados a la precariedad, como si fueran ciudadanos de segunda.
El canal de Benagéber, por ejemplo, que discurre por buena parte del Camp de Turia, reparte caudales de este río por zonas que se convirtieron en nuevos regadíos a partir de los años sesenta y setenta del pasado siglo. Sin embargo hay situaciones que llaman poderosamente la atención. Ni se ha llegado a consolidar en riego toda la superficie que inicialmente se pensó ni se admite que entren fincas que originalmente no quedaron dentro del perímetro trazado.
Paradojas
La realidad viene a desmentir la oportunidad de aquel viejo eslogan del ‘Agua para todos’
De esta forma se da la paradoja de que dueños de campos que están dentro de la zona declarada como ‘regable’ están obligados a pertenecer a la misma, aunque no rieguen ni quieran regar, y consiguientemente deben pagar lo que no gastan. No les obligan a pagar agua porque no la utilizan, pero sí derramas por inversiones y cuotas de mantenimiento. En cambio no se permite que puedan tener acceso al riego los agricultores de otros campos que están dispuestos a pagar lo que sea. De modo que el agua de la canalización pasa justo al lado de muchas fincas que siguen de secano porque no les está permitido regar y han de ver pasar el agua de largo, aunque quieran pagarla. Tremendas contradicciones en el siglo XXI que vienen aponer en cuestión, por la fuerza de la realidad, aquello del ‘Agua para todos’.
No hay ministro ni conseller con competencias agrarias y de agua que no haya reconocido, y varias veces, lo que no tiene vuelta de hoja: que la única agricultura con futuro es la de regadío y que es voluntad de todo gobierno hacer lo que haga falta para que puedan regar todos los que lo necesiten.
Los hechos, en cambio, son muy diferentes. Parece como si detrás de toda decisión política de este tipo hubiera criterios inamovibles que desafían la aparente buena voluntad de quienes tienen la responsabilidad de dirigir. Las poderosas redes de la tecnoestructuras siguen demostrando sus dominios
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Entre Cheste y Montroy se extiende una enorme franja de territorio, en mitad de la provincia de Valencia, que se está quedando sin agua. Tienen pozos que se están secando; en una parte de esa gran área cuentan con el exiguo caudal del río Magro; en el resto intentan maniobrar con nuevos pozos. Pero todo en precario; parches sobre parches. En los planes hidrológicos y de regadío no se contemplan para nada estas situaciones de déficit.
Los planificadores han calculado el déficit de quienes tienen derechos que vienen de lejos; los demás no existen. Así que no se cumple lo del ‘Agua para todos’, ni las innumerables promesas de que no se quedaría nadie sin el suministro necesario, ni el sentido común, que indica que no se debe perder capacidad de producir solo porque no se cuente con agua, si está al lado y les sobra a otros.
No existen
Hasta los que defendían la necesidad del trasvase del Ebro quedan en silencio cuando se trata de arreglar pequeños desequilibrios internos, de escasos kilómetros dentro de la misma región y en la misma cuenca hidrográfica. No existen.
Los planificadores han concluido entre montañas de informes y estudios que en el Júcar-Vinalopó hay un déficit estructural de 70 hectómetros cúbicos anuales, más otro de 55 hectómetros en el canal Júcar-Turia. Y eso es todo. Suman demandas conocidas que no pueden ser atendidas con recursos propios; luego tendrían que venir de fuera.
Sin embargo no se contemplan un sinfín de situaciones de precariedad o de falta total de recursos. Toda la zona de influencia del Magro podría socorrerse fácilmente con aportes de embalses del Júcar que precisarían pocas obras, pero en la CHJ no quieren oír nada de ello.
Mientras, desde AVA-Asaja se advierte que la suma de déficits ciertos en el campo valenciano es de 450 hectómetros anuales
ENLACE A NOTICIA: http://www.lasprovincias.es/economia/agricultura/201406/09/plan-hidrologico-acuerda-zonas-20140609000130-v.html