Los dos equipos Roca de la Guardia Civil que actúan en la provincia de Albacete contra los robos en el campo han detenido en su primer año de funcionamiento a 90 personas por infracciones penales cometidas en el ámbito agrario. Fue el 1 de octubre del 2013 cuando se puso en marcha este servicio cuyo principal cometido no es otro que incrementar en las explotaciones agrarias y ganaderas albacetenses la seguridad mediante una vigilancia permanente y una comunicación continua con los colectivos afectados directamente, o indirectamente a través de las organizaciones Asaja y UPA, las comunidades de regantes y la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental, manteniendo con ellos una estrecha coordinación y frecuentes reuniones.
Albacete, como es conocido, es uno de los tres territorios castellano-manchegos con presencia de estos agentes. Con bases en Albacete-capital y en La Roda, la cobertura que hacen, no obstante, llega hasta el último rincón de la provincia, pues, estos equipos, que hacen el típico servicio de la Guardia Civil pero más centrado todavía si cabe en el mundo rural, cuentan con la colaboración y el apoyo del Seprona, de los agentes de la seguridad privada y, por supuesto, de los efectivos de todos los puestos, desde el momento es que allí a donde suele llegar la primera denuncia.
Aunque en esto de los robos y hurtos no estamos ante un hecho delictivo nuevo en el campo, pues desde siempre se han dado «porque es grande y no tiene puertas», lo cierto es que «este equipo era necesario». Y lo era porque, comenta el jefe del equipo Roca en la compañía de Albacete, Juan Carlos Olmo Sánchez, no sólo este tipo de delincuencia es una de las más importantes, sino también porque estamos en una provincia con un alto componente agrícola. No obstante, detención tras detención, ha dado como resultado que estos hechos delictivos han bajado respecto al pasado año (en el 2013 la provincia ocupaba dentro del ranking nacional el puesto 15 en esta estadística)», añade.
Estadísticas al margen, según comentan los secretarios provinciales de Asaja y UPA, Jorge Navarro y Julián Martínez, respectivamente, y el miembro de la Jcrmo, José Calderón, «los Rocas han supuesto pasar de tres años seguidos de desolación con robos continuos, el 2010, el 2011 y el 2012, a muchísimos menos». Quizás sea, añaden, porque una mayor presencia policial y más controles en las carreteras o en las entradas a los grandes núcleos están echando para atrás a más de un amante de lo ajeno, pero también quizás sea porque los ganaderos y los agricultores son ahora más cautos, habiendo puesto en más de una explotación alarmas a los contadores, cogiendo los cables con abrazaderas y contratando, más de uno vigilancia privada.
Tanto Navarro como Calderón han sido objeto de sustracciones y de destrozos y en ambos casos en sus fincas de riego, las más castigadas, por otra parte, por estos hechos y si, además, están cerca de las carreteras principales y, sobre todo, de las autovias, dicen, «pues mejor que mejor, al garantizarse una salida, una vía de escape. No hay más que ver cuáles son las zonas que mayor azote se han llevado, es decir, la capital y sus alrededores, La Roda, Barrax y La Gineta, sólo por mencionar unas».
Igualmente estas explotaciones son las más castigadas porque estos infractores fundamentalmente lo que buscan es cobre y latón. El primero por el precio que puede alcanzar en el mercado, por lo que cuanto más puro, mejor que mejor, y el segundo, porque no se oxida.
vender al peso. El cobre lo encuentran en aspersores, pivots, gomas, cañas, motores o transformadores, concretamente en su cableado eléctrico, y el latón, en su exterior. Ahora bien, lejos de quedarse únicamente en este tipo de sustracciones, este tipo de delincuentes, dice, Juan Carlos Olmo, se «llevan todo aquello que ven al aire libre o en almacenes, naves o casas abandonadas y e pueda vender al peso».
Estamos hablando de todo tipo de material agrícola, como arados, herramientas, maquinaría, baterías de tractores y otros tipos de aperos, hasta material de construcción, aunque éste, no obstante, en menor cantidad, según comenta el jefe del equipo Roca en la compañía de la capital, Juan Carlos Olmo. Por contra, las placas solares han dejado de ser atractivas, después del boom que tuvieron meses atrás para estos delincuentes, simplemente porque «ya no son atractivas».
Además, junto a todo ello, en función de la época en que estemos estos ladrones también se decantan por los productos ganaderos y agrícolas. No obstante, en estos momentos, comenta el secretario provincial de ASAJA, Jorge Navarro, el producto estrella, sin lugar a dudas, son las almendras con robos, incluso en las propias fincas y directamente de los árboles, ya que se está vendiendo el kilo de almendra con cáscara a 2,20 euros. En primavera, por citar otro caso, la sustracción de ajos es cuando tiene su punto más alto en coincidencia con su recogida, mientras que, conforme vaya acercándose la Navidad, añade Juan Carlos Olmo, será entonces cuando a más de un ganadero le faltarán corderos y cabritos.
Tal variedad de productos tiene también su reflejo en su destino. Los objetos de metal van fundamentalmente a chatarrerías o centros de recogida de residuos tanto de dentro de la provincia como fuera e incluso del extranjeros. Las almendras, ajos, corderos y cabritos se irá a consumo propio del delincuente o para su venta en mercados.
Y, ¿quiénes están detrás de estos robos?. Según señala el máximo responsable de uno de los dos equipos Roca que hay en la provincia, Juan Carlos Olmo Sánchez, en su mayor parte estos delincuentes son vecinos de Albacete y, además, no sólo con antecedentes por hechos similares sino igualmente muy conocedores del terreno por dónde se mueven. A veces, son miembros de una misma familia, otras veces no, y sus edades son de lo más diversas. Los hay muy rápidos y muy listos que, a fin de no levantar sospecha alguna coge muy poco, pero también los hay descuidados. Luego está la delincuencia más especializada, la que suele desplazarse más allá de la provincia en donde residen habitualmente. Organizados en grupos vienen desde Madrid y desde Levante. Los primeros en llegar son los ojeadores, los que determinan qué se va a robar y cuándo y luego los que vigilarán, los que desmontarán y transportarán.
Actúan tanto de día como de noche. De día, por lo general, comentan Navarro de Asaja y Calderón de los regantes, en el intervalo que coincide con la hora de la comida pues no van a encontrar a nadie, y de noche, fundamentalmente en las de luna llena. Y junto a ello, la madrugada.
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