Pedro Arrojo: Pocas luces y muchas sombras en la nueva planificación hidrológica
La Directiva Marco de Aguas, el nuevo marco legal al que todos los países de la UE tenemos que acoplarnos, exige cambios profundos en los modelos de gestión de aguas vigentes hasta la fecha.
En primer lugar, debemos cambiar los tradicionales enfoques de “gestión de recurso”, que nos han llevado a tratar los ríos como simples canales de H2O, hacia nuevos modelos de “gestión ecosistémica”. Un reto similar al de cambiar las políticas madereras por políticas forestales, en la medida que entendemos que un bosque es mucho más que un simple almacén de madera. Este cambio radical se sustancia en un objetivo central para la Directiva: recuperar el buen estado ecológico de los ecosistemas acuáticos para 2015.
En segundo lugar, deben abandonarse los tradicionales modelos “de oferta”, bajo masiva subvención, para priorizar estrategias de “gestión de la demanda”, promoviendo nuevos enfoques tarifarios basados en el principio de recuperación de costes.
En tercer lugar, se plantea el reto de transitar desde las viejas tradiciones de gestión tecnocrática a nuevos enfoques basados en la participación ciudadana pro-activa.
Este reto de cambio tiene una cita decisiva en la nueva planificación hidrológica que, según lo previsto en la Directiva, tendría que haberse culminado en 2009. Sin embargo, a finales ya del 2010, apenas si existen borradores preliminares de los correspondientes planes de cuenca. Tan sólo la Agencia Catalana del Agua (ACA) ha cumplido sus deberes con el Plan de Gestión de Aguas de Cataluña.
Pero lo más grave no está en este incumplimiento de plazos, sino en los contenidos que se apuntan en los borradores de la planificación.
El nuevo ministerio empezó frenando el proyecto de nueva Ley de Aguas que Cristina Narbona había dejado listo para ser aprobado, tras duros debates y negociaciones en el Consejo Nacional del Agua. De esta forma, las profundas reformas que requiere una correcta transposición de la Directiva Marco quedaron en el olvido.
El notable trabajo técnico iniciado en la anterior legislatura para definir caudales y regímenes ecológicos acordes a los nuevos criterios de la DMA fue igualmente abortado. Ésta era, de hecho, una de las claves para conseguir recuperar el buen estado ecológico de los ríos. Unos caudales que deben calcularse también en los tramos de desembocadura pues, tal y como exige la Directiva, la planificación de cuenca debe incluir estuarios, deltas y plataformas litorales. Ya no puede seguirse hablando del “agua de los ríos se pierde en el mar…”. Hoy se conoce la enorme importancia de esos caudales, no sólo para preservar la sostenibilidad de deltas y estuarios, sino también las pesquerías en las plataformas costeras, por la aportación fluvial de nutrientes continentales, especialmente en momentos de crecida; e incluso las playas turísticas, cuyas arenas proceden en su mayor parte de los aportes sólidos de los ríos, más que de la erosión costera de las olas…
Otro capítulo decisivo en el que el nuevo ministerio ha bloqueado la aplicación efectiva de la DMA es el de los nuevos enfoques económicos a aplicar. En efecto, la Directiva exige, ante todo, clarificar y publicar los costes que suponen los diversos servicios de agua, para luego avanzar en políticas tarifarias de recuperación de costes. Desgraciadamente, el meritorio trabajo del equipo de Narbona en este campo también se ha evaporado. Se vuelve a hablar, sin debate económico alguno, de nuevos trasvases del Tajo; el proyecto Xerta-Xenia amenaza transformarse en otro trasvase a Castellón; se sigue alentando la construcción de grandes presas, como el Recrecimiento de Yesa o la presa de Mularroya…; y todo ello fuera de los más elementales criterios de racionalidad económica, a pesar de estar en plena crisis económica. En todos estos proyectos, el Gobierno de Madrid y los diversos Gobiernos Autonómicos siguen eludiendo clarificar y exigir a los futuros beneficiarios el coste que supondrá su construcción…
Afrontamos así la fase final de la nueva planificación hidrológica con más sombras que luces. De hecho, la Comisión Europea ha lanzado ya sus primeras advertencias al Gobierno Español. Pero parece preferible jugar a pasar la patata caliente a quien venga después… Como se hizo con la burbuja inmobiliaria….