Clamor por un pacto energético

El sistema energético español es equilibrado, tiene calidad y se puede permitir un debate sobre el futuro sin prisas porque la demanda está cubierta con holgura. Tiene, eso sí, un problema importante, pero coyuntural, como es el déficit de tarifa del sistema eléctrico (20.000 millones de euros) y necesita, cuanto antes, un pacto entre el Gobierno y la oposición que facilite la planificación de la actividad de las empresas, el buen encaje de las energías renovables y más interconexiones con Europa.

    • Una oportunidad para todos

      La reordenación del sector energético

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    Industria cree necesario ralentizar el crecimiento de las renovables

    Las interconexiones son indispensables para el desarrollo futuro del sector

    En un rápido repaso, esta fue la visión del sistema energético que detallaron nueve destacados representantes del sector de la energía, reunidos por la consultora KPMG y EL PAÍS para analizar la situación bajo el lema «Energías de futuro». Reguladores (los presidentes de Red Eléctrica de España, Luis Atienza, y de Enagás, Antonio Llardén), directivos de grandes compañías (Miguel Martínez, de Repsol, y José Bogas, de Endesa), de la asociación patronal eléctrica, Unesa (Pedro Rivero), responsables del Gobierno (secretario de Estado de Energía, Pedro Marín) y de la oposición (Álvaro Nadal, secretario de Economía y Empleo del PP) abordaron todos los temas de actualidad en el sistema energético y eléctrico acompañados de los ejecutivos de KPMG Elena Pisonero y Francisco Álvarez-Ossorio, y de miembros de la redacción del diario EL PAÍS.

    Hasta los representantes del Gobierno y de la oposición llegó claro un mensaje prácticamente unánime: se necesita, ya, un pacto energético que, en palabras de Antonio Llardén, contribuya a la «estabilidad, la visualidad y la predictibilidad» de las actuaciones de las empresas.

    La necesidad de que haya un pacto fue un clamor. Con algún matiz. El presidente de Unesa advirtió de que, si lo firmado no se cumple, es peor incluso que el hecho de que no haya habido compromiso. Pero ¿puede haber un gran acuerdo en materia energética en este momento? A tenor de las intervenciones de los políticos será difícil. Aunque para Marín «posibilidades de pacto las hay» y es necesario «un cierto grado de consenso» entre Gobierno y oposición, el acercamiento parece difícil. Porque el PP, según explicó Nadal, considera necesario «un cambio de discurso» por parte del Gobierno y acabar con la «esquizofrenia» que, en su opinión, se aprecia por la diferencia de enfoques que mantienen los responsables de Industria y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

    Con esfuerzo, señaló Nadal, el PP podría llegar a hacer una oposición de «tomar distancia», de no hacer sangre, en las cuestiones energéticas. Pero la lista de condiciones que Nadal enlazó con esa posibilidad es larga: abordar la prórroga de la vida útil de las centrales nucleares; atajar «a saco» el fraude y «el descontrol habido en el sector fotovoltaico»; examinar qué se puede permitir el país y en qué plazos en materia de energías renovables y, ante todo, que no se responsabilice al PP «de un problema [el déficit de tarifa] que no es nuestro».

    ¿Está dispuesto el Gobierno a cambiar de discurso? «No hay necesidad», dijo Marín. El discurso del Ejecutivo, explicó, se puede mantener aunque la regulación, admitió, «tiene que cambiar». Y apuntando a las energías renovables, a las que las grandes compañías energéticas responsabilizan de engordar el déficit de tarifa, advirtió que las circunstancias han cambiado, acercando al presente problemas que solo se contemplaban a corto plazo. Pero «ralentizar» el ritmo de implantación de las renovables para adecuar su desarrollo a la situación económica y a la caída de la demanda, añadió Marín, «no es un drama».

    Con el déficit de tarifa en vías de solución, aunque convertido en problema importante «porque los mercados dejaron de financiar todo lo que antes era financiable», desde Industria se defiende la tarea realizada en materia de ahorro y eficiencia, liberalización -no debe ser «brusca», puntualizó- y renovables, área que ha convertido a España en un referente tecnológico mundial.

    El largo plazo, en opinión de Marín, pasa por una mayor electrificación del país, más interconexiones con la UE tanto en gas como en electricidad, la apuesta por los biocarburantes y la captura del carbono, el vehículo eléctrico, las renovables y una mayor liberalización de un sistema en el que «todavía el usuario no se ha acostumbrado a comprar energía» y las empresas «todavía no se han acostumbrado a vender».

    Quizá no haya costumbre, pero conviene acelerar. En esta idea coincidieron Rivero (Unesa), Álvarez-Ossorio (KPMG) y Martínez (Repsol). Rivero abogó por el fin de las tarifas eléctricas, Martínez aseguró que es necesario «definir si queremos un modelo libre o regulado» y Álvarez-Ossorio concluyó que «está costando llegar a la libertad real de mercado en el sector eléctrico», sector que forma parte de un sistema que se cuenta «entre los mejores del mundo», pero que necesita un «pacto obligatorio» orientado a la liberalización de los mercados.

    Cuestión clave para el sistema, coincidieron todos los participantes, son las renovables, su coste, su ritmo de implantación y su vinculación a los objetivos que impone Bruselas de que el 20% de la demanda sea cubierta con energías limpias en 2020. Acotadas las líneas de debate por los políticos (Nadal destacó el descontrol registrado en su desarrollo y Marín el avance de la imagen de España como país puntero en energías limpias), Martínez (Repsol) y Bogas (Endesa) coincidieron: el esfuerzo realizado en incentivar las renovables ha sido excesivo, olvidando acciones como el apoyo a la captura del carbono. Bogas, que también abogó por abordar el debate nuclear sin dilación, fue rotundo: «Las renovables son importantísimas», admitió, pero contrapuso los recursos que se dedican a su desarrollo, 10.000 millones año («entre prima y energía», precisó), a los que se dedican a mantener las infraestructuras, 5.000 milones, detalló. «El problema de las renovables», concluyó, «se centra en una tecnología, la fotovoltaica, que se ha salido del marco donde había que ponerla».

    En este momento, con el polémico despeque de las renovables, sobra capacidad de generación. En el caso del gas, las centrales de ciclo combinado (22.000 megavatios instalados) registran una importante caída de horas de funcionamiento. Pero el gas y los ciclos combinados, aseguró Llardén (Enagás), siguen siendo necesarias. El gas, explicó, es el bombero del sistema, que resuelve la variabilidad de las renovables. Será necesario en España y también en Europa, donde, en su opinión, se necesita avanzar en la construcción de una red europea de gasoductos. Elemento clave también, las interconexiones. Importantes tanto en el mercado del gas como en el mercado eléctrico.

    «Las interconexiones son una prioridad», enfatizó Atienza (REE). «Es la inversión más importante que el sistema eléctrico español tiene que hacer en esta década». En opinión del responsable de transportar la electricidad en España, el número de interconexiones a realizar es de al menos tres, «cuando no hemos hecho ninguna desde 1982 y la anterior se hizo en 1967».

    El debate no eludió la cuestión nuclear. En opinión de Atienza, dado que sobra capacidad de generación en España, el debate sobre nuclear sí o nuclear no en nueva generación no es urgente. Sí puede serlo para no perder el tren al que ya se han apuntado otros países, defendió Bogas (Endesa).

    Con todas las dificultades, problemas y quejas que se dan en el complejo sector de la energía, Marín cerró el encuentro con un mensaje de optimismo, al menos para el sector eléctrico: la demanda, según sus previsiones va a crecer y hay pocas actividades con perspectivas tan favorables. «Las posibilidades son enormes», aseguró, «y el sector energético puede apoyar una salida de la crisis con muchos elementos».

    Pisonero, adjunta al presidente de KPMG, hizo, por último, un llamamiento a la responsabilidad de todos para que no calen en la ciudadanía dudas que dificulten la mejora de un sector económicamente vital. –

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    El PP descarta el pacto energético con el Gobierno tras la subida de la luz

    La búsqueda de un pacto de Estado en materia energética paralizó la revisión de las tarifas eléctricas en el pasado mes de julio. Tres meses después, sin que el ministro de Industria, Miguel Sebastián, haya obtenido frutos en el intento de cerrar un acuerdo con el Partido Popular, la balanza se ha inclinado a favor de las empresas.

          PP

          (Partido Popular)

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          <dl><dt>Sede: </dt><dd>Madrid (España)</dd></dl>

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        La patronal eléctrica asegura que el aumento no contendrá el déficit

        Un consejero de la CNE cifra en 700 millones el fraude fotovoltaico

        Las eléctricas han visto, aliviadas, cómo el Gobierno accedía a subir los recibos de más de 20 millones de hogares en plena crisis y por segunda vez en el año. Consecuencia: el PP, según aseguró ayer su portavoz económico, Cristóbal Montoro, descarta pactar con el Gobierno. Mientras, los consumidores cargan contra el Ejecutivo y también contra las compañías por impulsar una subida en el año cercana al 10% si se suma el alza de enero (2,64%), el incremento del IVA en julio y la última subida del 4,8%, prevista para octubre.

        Sobre el pacto, Montoro aseguró que, «tal y como están las cosas», y a la vista de la próxima subida de tarifas de la luz, su formación no ve «posible» un acuerdo energético, afirmó en una entrevista con RNE. «Lo veo cada vez más imposible. Nosotros dijimos que no pactaríamos una subida de la tarifa eléctrica porque es muy negativo para la crisis, para la capacidad de competir de muchas empresas, de los autónomos y pymes, y estábamos dispuestos a hablar de los costes de lo que aportan las diferentes fuentes de energía», añadió.

        Para Montoro, «el Gobierno está en un callejón sin salida» en su política tarifaria. «Ahora está todo abocado a una nueva subida, y después vendrá otra a partir del 1 de enero, y en una situación así se hace imposible este pacto», aseguró.

        Desde el lado de los consumidores, las críticas subieron de tono. Según Facua-Consumidores en Acción, con la subida del 4,8% en la Tarifa de Ultimo Recurso (TUR), este suministro acumula ya un encarecimiento superior al 30% en los últimos tres años. La asociación considera que Industria «se pliega» a los intereses empresariales y lo hace «a costa de lesionar los intereses económicos y los derechos de los usuarios». La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) también hizo cuentas: teniendo en cuenta que en el segundo trimestre de 2010, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los salarios se incrementaron un 0,4%, la subida de la luz multiplica por 25 la de los sueldos medios. UCE y OCU también cuestionaron la decisión de Industria.

        Por su parte, desde el lado de las empresas, hubo contención. La asociación patronal del sector, Unesa, aseguró que la subida no es suficiente para contener el déficit de tarifa, que este año podría situarse entre 4.500 millones de euros y 5.000 millones de euros.

        Sobre una cuestión ligada precisamente al déficit, la retribución a la energía fotovoltaica, se pronunció el consejero de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), Luis Albentosa. Según el voto particular del consejero en el informe del organismo sobre el decreto aprobado por Industria para retribuir a las renovables, en el sector fotovoltaico se podría haber producido una «repotenciación fraudulenta» para engordar el cobro de primas que podría ascender a 1.700 millones en un periodo de dos años.

        El consejero pide al Ejecutivo que no apruebe el decreto hasta que se hayan «depurado las responsabilidades».

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        El PP apoya la creación del ente nacional de gestión del agua

        La propuesta del Partido Socialista de crear un «ente gestor global» que coordine la gestión de todos los ríos españoles fue acogida ayer con agrado por el Partido Popular. La secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, apoyó una gestión nacional en un organismo, «se llame como se llame». La propuesta del PSOE, aprobada en la comisión permanente, no contó en cambio con el apoyo de los ecologistas, que consideran que ceder el Guadalquivir a Andalucía fue inconstitucional -porque afecta a otras tres autonomías- pero que también lo sería arrogarse competencias de las cuencas internas que solo afectan a una comunidad.

              Los ecologistas demandan "cumplir la ley, no inventar nuevos órganos"

            Preguntada por la propuesta socialista, Cospedal respondió en Radio Nacional: «Lo que me parece indispensable es que tengamos, sea un organismo, sea lo que sea, una planificación nacional del agua. Se llame como se llame, sea el que sea, le pueda gustar más o menos al PP, tengamos una planificación hídrica nacional. Que el agua sea planificada a nivel nacional». Algo parecido afirmó el presidente de Murcia, el popular Ramón Luis Valcárcel, que ha hecho del agua su bandera y gracias a la cual ha conseguido más del 60% de los votos. Valcárcel afirmó que la propuesta viene a «desfacer un entuerto que el propio Gobierno había creado» y afirmó que sería «estupendo» y «maravilloso». Valcárcel retomó su reivindicación de crear un gran banco público de agua que permita a las regiones más secas comprar agua a las más húmedas gracias a un sistema de trasvases.

            La propuesta socialista, primer paso en busca de un pacto de Estado sobre el Agua, apunta la creación de un nuevo organismo nacional dependiente de la Administración central pero con participación de las comunidades. Este organismo tendría entre sus funciones «desarrollar la planificación general en todas las cuencas de todo el territorio, sean cuencas intracomunitarias, intercomunitarias o internacionales» y las concesiones de agua.

            Las comunidades más afectadas, Cataluña y Andalucía, optaron ayer por la prudencia. El consejero catalán de Política Territorial, Joaquim Nadal, aseguró que lo que pretende la Generalitat es aumentar su cuota de participación en la toma de decisiones sobre el Ebro a través de la Confederación Hidrográfica. «Lo que debe garantizar cualquier cambio legislativo es la coexistencia de las cuencas internas de Cataluña [ríos Ter, Llobregat y otros] con la Confederación Hidrográfica del Ebro y más peso de la Generalitat en esta». Desde el Gobierno andaluz se declinó hacer cualquier comentario.

            El responsable de Agua de Ecologistas en Acción, Santiago Martín Barajas, fue crítico con el planteamiento: «Lo que hay que hacer es cumplir la Constitución y la Ley de Aguas, no inventar nuevos entes. No sé qué entidad jurídica tendría ese nuevo ente». Los ecologistas fueron críticos con la cesión del Guadalquivir a Andalucía. El Estatuto fue recurrido al Constitucional por Extremadura, comunidad gobernada también por el PSOE.

            La Constitución establece que las cuencas que abarquen a una sola autonomía deben ser gestionadas por esta -cuencas interna de Cataluña, Cuenca Mediterránea Andaluza…- , pero reserva al Gobierno la gestión de los ríos que cruzan varios territorios. El estatuto andaluz se arrogó la gestión del Guadalquivir, el aragonés una reserva de agua exclusiva del Ebro y el de Castilla y León, la gestión de buena parte del Duero.

            El documento fue preparado durante más de un año por la secretaría de Medio Ambiente del PSOE, que dirige Hugo Morán, y con colaboración de un grupo de expertos entre los que estaban profesores de universidad, algún asesor del ministerio y de empresas públicas relacionadas con el agua.

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            El PSOE plantea un ente nacional que coordine la gestión de los ríos

            El Partido Socialista pidió ayer una reforma de gran calado en la gestión de los ríos en España. El partido del Gobierno reclamó la creación de «un ente gestor global dependiente de la Administración General del Estado que coordinará todas y cada una de las demarcaciones hidrográficas y sus interdependencias». La petición de este organismo llega después de que la legislatura pasada se acelerara la cesión de competencias sobre los ríos a las autonomías. Gracias a su Estatuto de autonomía, por ejemplo, Andalucía gestiona el Guadalquivir, cuya cuenca abarca otras tres autonomías.

            • Competencias
            • "Inquietud" ante el fallo andaluz

              PSOE

              (Partido Socialista Obrero Español)

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              <dl><dt>Sede: </dt><dd>Madrid (España)</dd></dl>

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              El agua un bien valioso y escaso

              El problema del agua

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            El secretario de Medio Ambiente del PSOE, Hugo Morán, explicó por teléfono que la reforma nace de la necesidad de actualizar la Ley de Aguas, de 1985 aunque varias veces retocada: «Desde entonces se han transferido competencias en materia de agua pero nunca se definió el marco de coordinación».

            Morán explicó que la Comisión Permanente del PSOE aprobó el documento Gestión sostenible del agua. Hacia un gran Pacto Social y que ahora enviarán a sindicatos, empresarios, comunidades y a otros partidos para buscar un pacto de Estado sobre el agua. A la presentación del documento en la sede central del partido en Ferraz acudió el secretario de Estado de Agua, Josep Puxeu.

            El texto afirma que con el agua no se deben «segregar las competencias ni delegarlas, sino dar cabida a todos en este ente gestor». Este organismo nacional asumiría buena parte de las competencias que actualmente tienen las confederaciones hidrográficas, como «desarrollar la planificación general en todas las cuencas de todo el territorio, sean cuencas intracomunitarias, intercomunitarias o internacionales», regular las concesiones de agua y regular el agua en los embalses de cabecera -no en las redes de abastecimiento-.

            España fue, en 1926, pionera en la creación de cuencas hidrográficas. Cada cuenca es gestionada por un único organismo aunque abarque distintas autonomías. Mientras el modelo europeo tendía a copiar este sistema, en los últimos años España fue hacia la descentralización. Los ingenieros de Caminos, los ecologistas, los regantes y muchos expertos -generalmente enfrentados entre sí- criticaron esta deriva.

            Primero se cedieron las cuencas que solo discurren por una comunidad: Cuencas Internas de Cataluña o la Cuenca Mediterránea Andaluza. Y en 2007 Andalucía asumió el Guadalquivir gracias a la reforma de su Estatuto de Autonomía y al empeño del ex presidente autonómico Manuel Chaves, hoy vicepresidente encargado de las relaciones con las comunidades. Castilla y León, del PP, reclama la mayor parte del Duero y Aragón obtuvo en su Estatuto una reserva hídrica de 6.500 hectómetros cúbicos (como seis veces el derogado trasvase del Ebro). El Estatuto de Castilla-La Mancha encalló por el agua. El Guadalquivir está transferido pero el Ejecutivo se resiste a ceder el Duero, por ser un río internacional, y a aplicar la reserva para Aragón. Un sector del PSOE alentó el recurso de Extremadura, gobernado por los socialistas, contra el Estatuto andaluz.

            Con la propuesta socialista, las demarcaciones hidrográficas actuales pasarían a ser «organismos altamente tecnificados, al servicio del Comité de Autoridades Competentes y del Ente Gestor Estatal».

            Morán explica que el texto «no prejuzga» si debe o no haber nuevas transferencias de competencias ni «amenaza a las comunidades» y niega que llegue por la proximidad de una sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto andaluz: «Llevamos más de un año trabajando en esto y siempre iba a coincidir con algo».

            El documento también acepta los trasvases entre distintas cuencas «que estén ecológica, social y económicamente plenamente justificados» y entra en la recuperación de costes del agua, el sistema para que los usuarios paguen realmente lo que cuesta el agua: «Para los nuevos regadíos deberá establecerse una nueva tarifa que cubra todos los costes, incluidos los de capital». La idea es que los usuarios del agua se acerquen poco a poco al pago real de las obras hidráulicas. Y afirma: «Se definirá, asimismo, un nuevo sistema tarifario para los beneficiarios de la utilización energética del recurso hídrico». La intención es que las eléctricas, que utilizan el agua sin pagar apenas nada por ella, abonen una cantidad que no sea solo simbólica.

            Competencias

            Constitución. Es competencia del Estado «la legislación, ordenación y concesión de recursos y aprovechamientos hidráulicos cuando las aguas discurran por más de una comunidad».

            Andalucía. Su estatuto se arroga «competencias exclusivas sobre las aguas de la cuenca del Guadalquivir que transcurren por su territorio y no afectan a otra comunidad».

            Aragón. Su texto establece «una reserva de agua para uso exclusivo de los aragoneses de 6.550 hectómetros cúbicos».

            Castilla y León. Su Estatuto le da competencias sobre las «aguas de la Cuenca del Duero que tengan su nacimiento en Castilla y León y deriven a Portugal».

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            Puxeu: «No tenemos más agua que la disponible»

            Josep Puxeu, secretario de Estado de Medio Rural y Agua, explicó ayer en Valencia que el Ministerio de Medio Ambiente trabaja para mejorar la gestión de las cuencas hidrográficas e intenta conciliar la mejora de los caudales ecológicos con el abastecimiento para el riego agrícola, pero sin desbordar la realidad: «No tenemos más agua que la disponible en nuestros cauces».

            Josep Puxeu, secretario de Estado de Medio Rural y Agua, explicó ayer en Valencia que el Ministerio de Medio Ambiente trabaja para mejorar la gestión de las cuencas hidrográficas e intenta conciliar la mejora de los caudales ecológicos con el abastecimiento para el riego agrícola, pero sin desbordar la realidad: «No tenemos más agua que la disponible en nuestros cauces».

            La posibilidad de duplicar el caudal ecológico del Ebro y el Tajo sería el resultado de un extenso trabajo que «saldrá en breve» a exposición pública tras negociarse con los agentes implicados.

            El plan de cuenca del Júcar se negocia como los demás, pero con dificultades añadidas. El Estatuto de Autonomía y una sentencia prevén que la Generalitat Valenciana asuma la gestión de los ríos que nacen y mueren en territorio valenciano, pero el Consell se resiste. Castilla-La Mancha, entretanto, espera que la Generalitat asuma sus ríos para deslindarlos de la cuenca del Júcar, un movimiento que elevaría su presencia en los órganos gestores de la confederación hidrográfica. La pugna por el control del agua entre ambas comunidades está retrasando el nuevo plan del Júcar.

            Puxeu, que se reunió por la mañana con Juan Vicente Safont, presidente de Intercitrus, y la consejera de Agricultura, Maritina Hernández, para analizar la campaña citrícola, se limitó a asumir que hay problemas para cerrar el plan, pero recordó que «ya hay un plan vigente». El asunto se abordó también en la entrevista de Puxeu con el consejero de Medio Ambiente, Juan Cotino, quien insistió en que «España necesita una autoridad única del agua» que evite conflictos y rechazó que se cambie la demarcación de la cuenca del Júcar. Sobre el caudal ecológico del Ebro, el consejero aseguró que no se opone mientras no afecte «al derecho que tienen todos los españoles a utilizar aguas excedentarias», y aprovechó para arremeter contra el gobierno de Castilla-La Mancha por intentar, a su juicio, hacer «inviable» el trasvase del Tajo.

            El consejero, además, pidió al ministerio medidas para paliar los daños de los incendios y que limpie los barrancos de cara a posibles inundaciones. Barrancos que, en buena medida, debería gestionar desde hace tiempo.

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            Medio Ambiente no tiene solución para el Júcar

            El Ministerio de Medio Ambiente planea duplicar el caudal ecológico del Tajo a su paso por Aranjuez y el del Ebro en su desembocadura, según fuentes próximas a la planificación. Con este objetivo, incluido en los planes de cuenca que se harán públicos próximamente, el Ejecutivo cumple con la directiva europea de 2000 que establece como objetivo el buen estado ecológico de los ríos.

            • Sin solución en el Júcar
            • Planes con retraso

                MMA

                (Ministerio de Medio Ambiente)

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                <dl><dt>Sede: </dt><dd>Madrid (España)</dd></dl>

                <dl><dt>Directivo:</dt><dd>Cristina Narbona Ruiz (Ministra)</dd></dl>

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              La guerra del agua nunca termina y causa graves incendios electorales que el Gobierno se decidió a apagar en 2008 con los planes de cuenca, llamados a ordenar los ríos: abastecimientos, regadíos, demandas industriales y caudales ecológicos -no necesariamente por ese orden-, usos a menudo enfrentados. Los planes, que debían estar aprobados hace casi un año, están en su última fase y en breve saldrán a exposición pública para alegaciones.

              El secretario de Estado de Agua, Josep Puxeu, avanzó recientemente en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander ante consejeros y presidentes de las confederaciones que la planificación hidrológica atenderá «a la vertiente económica, social y ambiental» y afirmó que su intención es «ir más lejos que la directiva marco en caudales ecológicos». Pero conciliar a comunidades enfrentadas, y atender a regantes y ecologistas es un rompecabezas endiablado. Estos son algunos de los puntos más conflictivos de la planificación y las soluciones que se manejan.

              – Tajo en Aranjuez. «La depuración en Madrid, con las obras de Butarque y La China, son importantes para Madrid, pero también para el Tajo en Toledo», dijo Puxeu en el seminario. El plan del Ejecutivo es duplicar el caudal mínimo del Tajo en Aranjuez, que desde 1996 está fijado en seis metros cúbicos por segundo. El Tajo apenas recibe aportaciones hasta que le llega el agua de los ríos de Gredos, cuando ya se convierte en un río caudaloso. El ministerio quiere alcanzar una media de 12,7 metros cúbicos. Para ello, planea derivar con una tubería e inyectar en el cauce las aguas depuradas de Madrid cuando terminen las depuradoras, presupuestadas en más de 200 millones.

              La mejora de la cantidad y la calidad del Tajo en Toledo es una reivindicación histórica en Castilla-La Mancha. El consejero de Ordenación del Territorio de la comunidad, Julián Sánchez Pingarrón, criticó: «Lo normal es que el Tajo apenas lleve un caudal de seis metros cúbicos, mientras que el acueducto Tajo-Segura lleva 15. No existen recursos suficientes en la cabecera para esos caudales».

              En los últimos 10 días, el caudal en Aranjuez ha sido de 8,83 metros cúbicos por segundo, pero durante muchos meses ni alcanza los seis. El borrador que presentó el Ejecutivo contempla una media anual de 12,7 metros cúbicos, que oscilan entre los 15,48 en abril a los 10,84 de octubre.

              Pingarrón insiste en que el caudal ecológico debe aumentarse desde Bolarque, donde nace el trasvase al Segura. Sin embargo, el Ejecutivo considera muy complicado establecer allí un caudal fijo mucho mayor, porque hipotecaría el trasvase a Murcia y Alicante, del que beben 2,5 millones de personas.

              A cambio, la dirección general del Agua, que dirige Marta Morén, prepara un cambio en las normas de explotación del trasvase, para que Murcia tenga que justificar sus necesidades cuando quiera agua y, además, mantendrá una lámina de agua mucho mayor en los embalses de Entrepeñas y Buendía (Guadalajara).

              Con la reforma, los enormes pantanos de los que nace el trasvase tendrán siempre una lámina de agua mayor. Aunque hoy están al 45% de su capacidad, en septiembre de 2006, en plena sequía llegaron a estar al 10%, nivel que impide trasvasar agua. El Ejecutivo intenta que no se repita esa situación, que enfureció a los alcaldes de la zona por perder todo el turismo. Además, ese volumen embalsado serviría de reserva para el abastecimiento para Madrid en caso de sequía.

              El consejero de Agua de Murcia, Antonio Cerdá, no se opuso en Santander a la revisión «técnica» de las normas de explotación. Cerdá, eso sí, pidió «una caja única de agua», como la que existe con las pensiones, para que las comunidades deficitarias accedan a los excedentes de otras.

              – Desembocadura del Ebro. Otro de los puntos calientes de los planes de cuenca está en la desembocadura del Ebro, cuyo delta está en regresión. En 2001 se fijó un caudal mínimo de 100 metros cúbicos por segundo. El Gobierno tiene como objetivo elevar ese caudal a 200, cifra que incluye la cantidad de agua que circula por los canales de riego de ambas márgenes.

              Medio Ambiente considera que esa cantidad, con oscilaciones en función de la estación del año, puede limitar la intrusión de agua marina en el delta. Además, estudia construir una serie de barreras submarinas que limiten la entrada de las mareas, como ya existen en el delta del Po, en Italia. Para ello, el ministerio considera que los aumentos de regadíos previstos en la cuenca del Ebro deben revisarse a la baja, ya que una cosa es atender los usos existentes y otra las ampliaciones desmesuradas previstas hace décadas y que aparecieron en un borrador del plan del Ebro.

              El cauce central de este río en las últimas dos semanas ha rondado los 120 metros cúbicos por segundo, aunque con algún pico de hasta 189. En mayo pasado, las entidades antitrasvase de Tarragona se manifestaron ante el temor de que los nuevos riegos restaran más caudal al Ebro en el delta que el derogado trasvase al Segura.

              Sin solución en el Júcar

              El pasado mes de febrero, el director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, Karl Falkenberg, reprochó a España su retraso en los planes de cuenca: «Sé que hay problemas de competencia en las comunidades, pero vengo de Viena, de la firma de un acuerdo entre 14 Estados soberanos para gestionar el Danubio. Estoy seguro de que en España podrán ponerse de acuerdo», ironizó. Josep Puxeu recogió el guante: «Es más difícil llegar a acuerdos para el Júcar que para el Danubio, pero lo estamos intentando».

              La alusión al Júcar no era casual. Una sentencia del Supremo obliga a trocear la cuenca actual, que va desde Tarragona a Alicante. Castilla-La Mancha ganó que el Gobierno gestionase solo el Júcar y sus afluentes, mientras que la Comunidad Valenciana debe tener la competencia sobre el resto, como además establece su estatuto.

              Pero la situación es endiablada, porque la ciudad de Valencia bebe del Júcar y con el nuevo sistema los regadíos de Albacete tendrían prioridad sobre el consumo de la ciudad. Así que el ministerio avisa de que el plan del Júcar se puede posponer sin fecha. «Hacer todos los planes a la vez y por unanimidad sería un disparate. Si no existe acuerdo en alguna cuenca ya tenemos un plan de cuenca», afirmó Puxeu.

              Planes con retraso

              – La Directiva Marco del Agua, de 2000, obliga a los Estados de la UE a «fijar objetivos medioambientales para garantizar el buen estado de las aguas superficiales y subterráneas».

              – La guerra del agua entre comunidades ha retrasado la elaboración de los planes de cuenca, que ordenan los consumos en cada demarcación hidrográfica.

              – La intención del Ministerio de Medio Ambiente es duplicar los caudales mínimos en dos de los puntos más conflictivos: la desembocadura del Ebro y el Alto Tajo.

              – El Ejecutivo afirma que su intención es «ir más allá de la directiva» en los caudales.

              – La regulación de la cuenca del Júcar, pendiente de la ejecución de una sentencia del Tribunal Supremo que obliga a trocear la demarcación, está en el aire.

              Continuar leyendoMedio Ambiente no tiene solución para el Júcar

              El gran negocio privado con el agua de todos

              Los ríos son milagrosos. Se sabía que traían riqueza y belleza, pero lo que consiguen con ellos las eléctricas va mucho más allá. El Ministerio de Medio Ambiente ha recabado entre todas sus confederaciones hidrográficas los datos -dispersos y opacos- sobre cuánto le pagan las eléctricas por usar el agua para producir electricidad. El recuento da como resultado que por usar el agua, por ley un bien público y sin dueño, las eléctricas pagan entre 10 y 20 millones de euros al año al Gobierno, según fuentes del Ejecutivo. Con ese caudal producen electricidad que, a su vez, las eléctricas cobran al precio de mercado. De media, en los últimos años han conseguido alrededor de 1.000 millones anuales de beneficios con este sistema.

              La patronal sostiene que una presa «no se amortiza nunca»

              Los consumidores pagan la electricidad al precio más caro, el del gas natural

              PSOE, PP, CiU y PNV votaron en contra de limitar «el beneficio caído del cielo»

              Los ecologistas critican el continuo «expolio eléctrico» de los cauces

              El fiscal denunció a Endesa por secar un río gallego durante 50 años

              Medio Ambiente dice que las eléctricas no quedarán fuera del debate de los costes

              El Ministerio de Medio Ambiente considera que esta desproporción es excesiva y busca fórmulas para cobrar algo a las eléctricas. El secretario de Estado del Agua, Josep Puxeu, advierte: «Las empresas eléctricas no pueden seguir al margen del debate de la gestión del agua ni de los costes de esta».

              El sistema de fijación de precios de la electricidad es singular. Las empresas van ofertando la electricidad en función de la demanda de cada momento. Las eléctricas primero aportan la nuclear, que no puede variar su potencia, todas las renovables entran por ley y, si hay agua en los embalses, la hidráulica. Lo que falta se completa con carbón y gas, que son más caros, y al final todas cobran el precio más alto.

              El resultado es que la hidroeléctrica -sin apenas costes y con presas construidas hace décadas- se cobra al precio del gas. Si el gas sube en los mercados internacionales, suben los beneficios de las presas. Los expertos bautizan este fenómeno como «beneficios caídos del cielo» (del inglés, windfall profits).

              La Comisión Nacional de la Energía alertó del efecto perverso del sistema en 2008, pero solo la crisis, con la necesidad del Estado de recaudar más y de contener la desbocada tarifa eléctrica, ha abierto el melón de la regulación. Según la metodología de la CNE, el sector obtuvo 1.111 millones de beneficios extra en 2008 y 647 en 2009. La cantidad varía en función de la cantidad de lluvia y del precio del gas, que fija el del mercado. En los primeros ocho meses de este año, mucho más lluvioso, la cantidad ronda los 900 millones.

              Medio Ambiente ha revisado los cánones de las presas sobre las que las eléctricas operan en forma de concesión. La inmensa mayoría son embalses construidos en los años cuarenta y cincuenta y con concesiones de hasta 75 años. «No pagan el agua. La cantidad que abonan de canon es mínima», resumen fuentes del Ejecutivo, que citan favores de los gobiernos franquistas hacia las eléctricas. La primera gran concesión que caducará lo hará en 2024, según estas fuentes.

              La Secretaría de Estado de Agua ha estudiado fórmulas para recuperar concesiones, pero legalmente, según afirman las fuentes consultadas, es prácticamente imposible. La ley exige compensar el lucro cesante de la concesionaria, que en este caso sería enorme, así que el Gobierno ha abandonado esa vía. Pero sí ha comenzado contactos con las eléctricas para ver cuál podría ser la solución. La reforma de la Ley de Aguas que presentó Cristina Narbona sí incluía un canon universal por el uso del agua que afectaría a las eléctricas, pero el proyecto fue retirado y duerme en un cajón.

              La patronal eléctrica, Unesa, discrepa radicalmente. Sostiene que las centrales hidroeléctricas «no se amortizan nunca». Da igual que fueran construidas hace décadas, da igual que el combustible -en este caso el agua- sea virtualmente gratuito y da igual que cobren el kilovatio al mismo precio que una central de gas recién construida y que importa desde Argelia el combustible. «Las centrales hidráulicas y nucleares no están amortizadas. De hecho, les queda más de un 40% de vida útil económicamente restante», afirma un borrador del informe La situación económico-financiera de la actividad eléctrica en España: 1998-2009. Unesa agrupa a Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, E.ON y HC Energía.

              Unesa aporta un estudio que encargó a la consultora Deloitte en el que afirma que «se ha constatado la inexistencia de los llamados windfall profit», y algo similar ha dicho la consultora PricewaterhouseCoopers, ambas de gran predicamento.

              Unesa cita la nuclear y la hidráulica porque son casos similares. Centrales antiguas, que en muchos casos recibieron inversiones de dinero público hace décadas y que cobran al precio más alto. Alemania ha abierto una vía al gravar las nucleares a cambio de que puedan funcionar hasta los 46 años como máximo. Con el sistema, la canciller, Angela Merkel, prevé recaudar unos 30.000 millones de euros, que destinará a financiar inversión en renovables y a combatir el déficit público. La central de Garoña, propiedad al 50% de Endesa e Iberdrola, funcionará como mínimo hasta los 42 años sin pagar ese impuesto ni con una menor retribución.

              Es más, la patronal afirma que esas presas no solo no están amortizadas, sino que nunca pueden estarlo: «Este tipo de centrales [se refiere a hidráulicas y nucleares] nunca pueden estar amortizadas económicamente hasta el mismo momento de su baja operativa. Por lo que se refiere a las centrales hidráulicas, en su inmensa mayoría se trata de concesiones que deben revertirse al Estado, al finalizar el periodo de concesión, en perfecto estado de funcionamiento».

              El fiscal ha calculado incluso cuánto le costaría un impuesto sobre las centrales hidráulicas: entre 408 y 544 millones de euros al año en función de que ese impuesto sea de 15 o de 20 euros por megavatio producido, al que se podría sumar otro sobre las nucleares de entre 893 y 1.191 millones al año. Unesa considera inaceptable esa posibilidad, aunque las empresas sí la han aplaudido en Alemania. Unesa sostiene que la prueba de que no hay beneficios hinchados es que el sector ganó el año pasado 4.689 millones de euros después de impuestos entre generación, comercialización y distribución.

              La profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, y experta en el sector, Natalia Fabra discrepa de la interpretación de la patronal: «Una cosa es la amortización contable, cómo ellos lo reflejen en sus libros, y ahí no se amortiza la obra. Otra cosa es la amortización económica, si han recibido suficientes ingresos como para pagar las obras, y en este caso los han recibido de sobra».

              Otros informes oficiales apoyan la existencia de los beneficios extraordinarios. En 2008, la Comisión Nacional de la Energía alertó: «La posición de ventaja de las tecnologías nuclear e hidroeléctrica que les suministra, con el actual diseño de mercado, una alta retribución, no es una posición o ventaja competitiva que pueda ser legitimada por los mercados. La moratoria nuclear y el agotamiento (en términos significativos) de las posibilidades de desarrollo del parque hidroeléctrico, determinan la inexistencia de libertad de entrada en estos segmentos tecnológicos y con ello la imposibilidad de que exista, de hecho, competencia real entre tecnologías, y que nuevos entrantes puedan disputar los beneficios observados».

              Algo parecido afirma el Libro Blanco de la Electricidad, encargado por el Gobierno del PSOE al poco de llegar al gobierno para ver cómo se podría reformar el sistema. Este avisa de un «desequilibrio muy fuerte en contra de los consumidores, a la vista de los amplios márgenes previsibles de explotación de las tecnologías hidráulica y nuclear».

              El tema no es menor. Entre enero y agosto, la hidráulica supuso el 19% de la electricidad de España. Es verdad que ha sido un año húmedo y que es un porcentaje excepcional, pero da idea de que no es una tecnología residual.

              Una fuente del sector con gran memoria recuerda cómo ha ido cambiando el sistema de fijación de precios: «Las presas se hicieron con el cálculo de que cobrarían precios regulados, que se ajustaban al bajo precio que pagaban por el agua. Incluso hasta 1974 el consumidor pagaba una ‘prima de las nuevas construcciones’ del sistema Ofile con la que los consumidores financiaron obras hidráulicas». A partir de entonces cobraron un precio fijo y en 1997, tras una reforma legal, el PP crea el sistema que les permite cobrar el precio más alto del mercado. El Gobierno consideró erróneamente que las nucleares y las hidroeléctricas no serían competitivas con las centrales de gas y fijó unos Costes de Transición a la Competencia, una compensación milmillonaria. El PSOE, en la oposición, rechazó con fuerza esta ayuda.

              El tema, que apenas generó debate los años de bonanza, llegó el pasado martes al Congreso. El diputado de ICV, Joan Herrera, llevó una proposición no de ley para sacar a nucleares e hidráulicas del sistema de fijación de precios: «No puede ser que presas construidas durante la dictadura de Franco, o incluso bajo el mandato de Primo de Rivera, y que no pagan el agua que usan, generen enormes beneficios caídos del cielo», lanzó Herrera.

              El rechazo fue casi rotundo. El PNV y CiU consideraron demagógica la propuesta y el portavoz popular, Carlos Floriano, afirmó que en la iniciativa «late el radicalismo» -el día anterior, la líder conservadora Merkel había aprobado un sistema parecido para las nucleares alemanas-. El portavoz del PSOE, Antonio Cuevas, señaló que la acusación de que las hidráulicas y nucleares obtienen beneficios extraordinarios «no se sostiene». Todos estos grupos pidieron mantener el debate en una subcomisión del Congreso que desde hace más de un año trata de alcanzar un consenso energético. Además, PSOE y PP negocian fuera del Congreso otro pacto sobre estos temas y las eléctricas temen que afecte a los beneficios de presas y nucleares.

              Herrera tuvo muy pocos apoyos. Solo el BNG respaldó la moción en la tribuna. El diputado Francisco Xesus Jorquera afirmó: «Las centrales hidroeléctricas explotan un recurso público como el agua y obtienen pingües beneficios dejando que la sociedad pague gran parte de los costes ambientales».

              Galicia es la comunidad que con más intensidad ha vivido el debate. El fiscal denunció a Endesa el pasado mes de abril por secar un tramo de 3,4 kilómetros del río Eume -en él pescaba Franco- durante 50 años entre la presa y la central hidroeléctrica que explota río abajo. La fiscalía denunció un posible delito contra los recursos naturales y el medio ambiente por incumplir la Ley de Pesca Fluvial de Galicia, de 1992, que impone una serie de caudales mínimos, y pidió un informe a la Comisión Nacional de la Energía sobre los beneficios obtenidos por la eléctrica este tiempo.

              Pedro Brufao, presidente de la Asociación Ríos con Vida y profesor de derecho administrativo de la Universidad de Extremadura, insiste en que no solo hay efectos económicos para el consumidor, sino también perniciosos impactos ambientales. «España vive un expolio hidroeléctrico con el consentimiento de la Administración. La mayoría de las presas se rigen por la Ley de Aguas de 1879, en vigor hasta final de 1985. Era una ley en la que se ofrecían inversiones muy seguras. La Ley de Pesca de 1942 ya incluía condicionantes ambientales, como ciertos caudales, que aún se ignoran».

              Brufao pide que se aplique la Ley del Patrimonio de las Administraciones Públicas y que las centrales hidroeléctricas que incumplan las condiciones de la concesión sean demolidas. «El Sil no existe y el Miño está destrozado, secan el río Mijares y el Turia, el Llobregat tiene la primera presa a solo 50 metros de su nacimiento. No queda ningún gran río en España», lamenta. Ríos con Vida denunció ayer con fotos que una psicifactoría queda seca cada verano desde 1969 el río Castro, en Galicia.

              En la elaboración de los planes de cada cuenca hidrográfica que prepara el Ministerio de Medio Ambiente, algunas eléctricas han pedido compensaciones, ya que al fijar caudales ecológicos no podrán poner turbinas para producir electricidad ni elegir el momento más propicio. La respuesta que les ha dado Puxeu, y que ha enviado a los presidentes de las confederaciones, es que no puede haber contrapartidas, que el caudal del río es previo a la concesión administrativa y que el negocio privado con un bien público como el agua debe tener límites.

              Concurso de bombeos

              El gran reto de la red eléctrica en España es conseguir integrar las energías renovables, especialmente la eólica, que en los ocho primeros meses del año ha generado el 15% de la electricidad. Para ello, la fórmula ya existente son presas reversibles. Si de noche sopla mucho viento y el sistema no puede absorber toda la electricidad, estas presas bombean agua hacia arriba y consumen el exceso de electricidad. De día, cuando sube la demanda eléctrica, el agua se deja caer y genera electricidad.

              En España hay unos 5.000 megavatios de bombeo y otros 3.600 en proyecto, pero con la crisis las eléctricas han ralentizado las inversiones. El Gobierno teme que no se lleguen a construir y que cada vez se desperdicie más energía eólica por falta de capacidad de almacenamiento.

              Por eso, el Ministerio de Medio Ambiente ha identificado entre sus pantanos los que tienen capacidad de implantar un sistema de reversión. «Hay presas que están muy juntas, una casi debajo de otra y en la que instalar un sistema reversible es relativamente sencillo», explican fuentes conocedoras del proyecto. El plan del Ejecutivo es sacar a concurso esos emplazamientos para agilizar la construcción de estos bombeos y minimizar las pérdidas de energía eólica.

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              La unidad de cuenca y la solidaridad

              Durante más de 40 años de actividad profesional y política, son muchas las ocasiones en las que he tenido relación con temas de agua y, en todas ellas, los términos «cuenca hidrográfica» y «unidad de cuenca» fueron referencia permanente y de aceptación unánime, como principios básicos para la gestión solidaria e integral del recurso. Siempre he estado plenamente convencido de que el concepto de «cuenca hidrográfica», como unidad de gestión indivisible para la administración del agua, no fue producto casual de una idea feliz de los regeneracionistas. Ya en el siglo XIX Joaquín Costa impulsó este concepto al que la dictadura de Primo de Rivera le dio soporte institucional mediante las Confederaciones Sindicales Hidrográficas. Más tarde, el ingeniero Lorenzo Pardo contribuyó decisivamente a darle implementación técnica y la II República, siendo Indalecio Prieto ministro de Obras Públicas, diseñó un soporte legal, vigente hoy en los artículos 14 y 16 del Texto Refundido de la Ley de Aguas. De este modo, el concepto de cuenca fue, por el contrario, una elaborada respuesta a la compleja relación agua y territorio, que considera el agua como factor de producción y elemento esencial en la configuración, ordenación y desarrollo territorial.

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                  La unidad de cuenca en la gestión del agua viene siendo consagrada en nuestro país desde hace más de un siglo por la práctica administrativa y por la legislación, con independencia del color político gobernante en cada época. Ha merecido su inclusión en la Carta Europea del Agua de 1968, el aval unánime de los usuarios, la aceptación de la práctica totalidad de colectivos conservacionistas y la Directiva Marco del Agua (DMA) la incorpora como modelo a implantar en los estados de la Unión Europea. Y sería paradójico que cuando la UE asume un modelo de gestión, de patente española y universal aceptación, éste dejara de aplicarse en la administración del agua en nuestras cuencas. Paradójico y preocupante, a la vez, en la medida que, al romper la unidad de cuenca, la gestión pierde la perspectiva unitaria y de servicio al interés general y, en consecuencia, deja de garantizar el irrenunciable principio de solidaridad. Perspectiva y gestión unitarias que son difíciles de mantener cuando se parcela la delimitación natural de la cuenca en subcuencas o distritos, y que, en la práctica, resultarían imposibles de conseguir si, a la división territorial, se le sumara la concurrencia de gestores con criterios y legislaciones distintos, cuando no contradictorios. De ahí el gran acierto de nuestra Constitución al declarar, en su artículo 149.1.22ª, que el Estado tiene competencias exclusivas en «la legislación, ordenación y concesión de recursos y aprovechamientos hidráulicos cuando las aguas discurran por más de una Comunidad Autónoma». Es decir, cuando se trate de cuencas intercomunitarias el Estado es el garante de la unidad de cuenca, dado que cualquier actuación o determinación legal en la gestión de las aguas afecta a todos los territorios de las distintas comunidades por las que discurren. Precisamente es esta afectación a la totalidad la que da sentido al concepto de cuenca, como unidad ecológica y funcional, y justifica la exigencia de su gestión unitaria, como mejor instrumento para un uso eficiente y sostenible del recurso, garantizando la solidaridad entre los diferentes territorios. No debemos olvidar que la emisión de vertidos en un punto, el mantenimiento de caudales ambientales, las restricciones en la explotación de acuíferos estratégicos o los usos y consumos en un determinado tramo, tienen sus repercusiones directas en la totalidad de la cuenca. Del mismo modo, una revisión de concesiones y reasignación de recursos que no se haga con criterios uniformes o no contemple el conjunto de la cuenca, generaría agravios y legítimas reivindicaciones.

                  Así pues, en mi opinión, el mantenimiento de la unidad de cuenca en la gestión de las aguas intercomunitarias es una garantía constitucional. Su cumplimiento obliga tanto al Estado como a las instituciones, usuarios y agentes sociales y económicos de los territorios afectados, haciendo así realidad el principio de participación y cooperación en la gestión de las cuencas hidrográficas, del que España fue pionera.

                  Creo, por último, que si el principio de unidad de cuenca ha permanecido inalterable y respetado por generaciones de políticos de distintas ideologías y por la totalidad de estudiosos y profesionales relacionados con la gestión del agua, es porque responde a valores que todos debemos compartir y, más aún, cuando se trata de gestionar un recurso natural escaso y vulnerable. Valores de eficiencia, equidad y solidaridad, cuya permanencia en la gestión del agua sólo la unidad de cuenca garantiza. Contribuir a su ruptura, por acción u omisión, sería un grave error, además de una gran irresponsabilidad.

                  Pedro Rodríguez Cantero es presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.

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                  La cuenca del Júcar no estaba tan llena desde los setenta

                  Ha llovido mucho y el agua se ha gestionado mejor. El resultado es que el Júcar no tenía tanta agua embalsada desde los años setenta del siglo XX. Los 1.680 hectómetros cúbicos que acumulaba al cierre del mes de agosto representan un 74% más que hace un año y un 126,7% más que la media de la última década. «Hacer previsiones es difícil, pero incluso si tuviéramos una sequía como la del año 2006-2007, el año que viene estaríamos bien. A poco que llueva, tenemos agua para varios años», afirmó ayer Juan José Moragues, presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar.

                      En la presa de Tous se desembalsa agua como precaución frente a la gota fría

                      Los embalses de la cuenca están al 50,2% de su capacidad en el momento más crítico del año, entre finales de agosto y principios de septiembre. El año pasado estaba al 29%, y hace dos, al 22,3%. La presa de Tous se encuentra a un 72% de su capacidad por lo que, en previsión de las tormentas de la gota fría, se han iniciado desembalses técnicos para mantenerla dentro de los parámetros de seguridad.

                      El principal río valenciano lleva más agua de la que muchos recuerdan, pero no es el único. El embalse de Benagéber, por ejemplo, en el Turia, se halla al 94% y al estar fuera del área de afectación de la gota fría no resulta necesario efectuar desembalses preventivos.

                      La mejora del nivel de agua embalsada se ha registrado en casi todo el Estado, pero el aumento ha sido menos espectacular que en la cuenca valenciana. En el conjunto de España, el incremento representa un aumento del 44% respecto a la media de los 10 últimos años.

                      Moragues señala que en los últimos tiempos la Confederación Hidrográfica del Júcar ha mejorado las infraestructuras, por ejemplo elevando la capacidad de los embalses. Pero que el aumento de los niveles de agua sería imposible de entender sin un cambio en la cultura ciudadana, las técnicas agrícolas y la tecnología doméstica. La gente deja menos grifos abiertos. La mayoría de lavadoras y lavaplatos son más eficientes que antes, y los aires acondicionados tienden a ser de circuito cerrado. El riego a manta va camino de pasar a la historia. «La conclusión», dice Moragues, «es que conseguimos los mismos resultados con menos consumo».

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                      Camps y Barreda pugnan por ser los ‘presidentes del agua’

                      Juan Cotino, vicepresidente del Consell y consejero de Medio Ambiente y Agua, calificó ayer en Alicante a Francisco Camps como «el presidente del agua» por su «defensa a ultranza de los intereses de regantes y agricultores de la Comunidad Valenciana» al reivindicar la recuperación del proyecto de trasvase de aguas del Ebro. Cotino recordó que Camps llegó al cargo hace siete años y no ha cesado en su reivindicación.

                          En paralelo, José María Barreda, presidente de Castilla-La Mancha, participó en un multitudinario acto de partido en Talavera de la Reina (Toledo), donde reivindicó a orillas del Tajo que se derogue el trasvase de aguas al Segura. "La lucha permanece y vamos a dar la batalla cuenca a cuenca, plan a plan, desde la cabecera hasta la desembocadura", auguró.

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