Alcadozo, secano y trasvases
Bajo el pueblo, hay un acuífero y dos conducciones de agua, una del Segura y otra del Júcar, pero no puede usarlos
El alcalde, Ángel Alfaro, junto al depósito viejo de agua que abastecía al pueblo, donde acaba la traída de aguas de 44 kilómetros desde Albacete.
Alcadozo es un pequeño pueblo de unos 800 habitantes que vive, sobre todo, de la agricultura de secano. Lo curioso es que su suelo es rico, por partida triple, en agua. Pero, por una insólita conjunción de circunstancias, no puede usar ni una sola gota, aunque quiera.
Para empezar, el subsuelo de Alcadozo es rico en agua, de forma natural. Bajo el pueblo, se encuentra un acuífero que, según estimaciones de la Confederación Hidrográfica del Segura, se pueden usar, sin problemas, unos nueve hectómetros cúbicos anuales, según estimaciones de la Oficina de la Planificación Hidrológica de la CHS hechas en 2007.
Para seguir, bajo Alcadozo se encuentra uno de los tramos más conocidos del Trasvase-Tajo Segura: el túnel del Talave. Se trata de un tramo subterráneo del trasvase, de 32 kilómetros de largo, cuatro metros de diámetro y que discurre a unos 300 metros de profundidad hasta asomar ya en el vecino Liétor.
Y, para terminar, desde 2008, Alcadozo cuenta con su propio trasvase. Se trata de una conducción de 44 kilómetros de largo, también subterrénea, aunque de menor diámetro y a menor profundidad, que trae agua del Júcar, desde Albacete, a Alcadozo, que forma parte de la Confederación del Segura.
Pero los vecinos de Alcadozo no pueden usar el agua de ninguna de estas tres fuentes. En el caso de las dos primeras, porque no le dejan; en el caso de la tercera y última, porque hacerlo significaría arruinar, literalmente, al pueblo, con una factura de muchos miles de euros que no podría pagar.
A toda velocidad. Esta semana, recorrimos el término de Alcadozo y sus alrededores con el alcalde del pueblo, Ángel Alfaro. Lo hicimos en su coche, circulando a toda velocidad por carreteras locales, caminos vecinales y pistas de tierra, recorriendo varios puntos clave.
«Lo curioso del problema del agua en nuestro pueblo es que la solución existe, sólo habría que abrir un grifo -nos decía entre volantazo y volantazo, entre aceleróan y acelerón- porque hace muchos años, el antiguo Iryda abrió un pozo que da unos 110 metros cúbicos por segundo; sólo con eso, nos bastaba».
El pozo se puede ver desde la carretera que llega desde Las Peñas, casi lleganado al pueblo. Está cerrado, y la Confederación del Segura no permite su uso. Los que sí funcionan son unos 17 pozos de sequía que la CHS ha perforado para sacar agua del acuífero de Alcadozo y derivarla por el trasvase. Pozos que Alcadozo ni huele.
«Nosotros tenemos un pozo propio para beber y, con esa ayuda, podríamos darle un riego de refuerzo a los cultivos que son, sobre todo, leñosos -explicaba al pasar entre campos de almendros- así que hablamos de cantidades ridículas, para lo que pasa bajo nuestros pies, sólo por el Túnel del Talave».
El Túnel del Talave dio de comer, y bien, a muchos alcadoceños cuando se construyó, en los años 70 del siglo pasado. No muy lejos del pueblo, hay un recuerdo de aquella época, que parece sacado de una película del oeste. Un pozo minero, que baja 300 metros en la tierra hasta llegar al Túnel.
«Es sabido que, cuando se hizo el túnel, se pinchó los acuíferos, por decirlo coloquialmente -recordaba- y a raíz de ese ‘pinchazo’ se le aprobaron unas compensaciones a Albacete; lo que no es tan sabido es que el acuífero de Alcadozo fue uno de los afectados».
Y eso podría ser, a su juicio, otra posible solución para cubrir las necesidades de su pueblo. Es decir, que le den agua a cuenta de esas compensaciones. Pero, al parecer, esta puerta también se encuentra cerrada.
«Se encuentra cerrada porque no disponemos, al parecer, de infraestrucuras para acceder a ella -señala al borde de la salida del Túnel del Talave, en la vecina Liétor- lo que es de auténtico chiste, porque este pueblo tiene una concentración de obras e infraestructuras hidráulicas que muy pocos tienen en España».
El trasvase bis. La última incorporación a esta arsenal de obras hidráulicas se encuentra a la entrada del pueblo. Son lo que parece una sucesión de registros de alcantarillado pero que, en realidad, son tomas de una traída de aguas que llega desde muy lejos, desde la Estación de Tratamiento de Aguas Potables de (ETAP) de Albacete. Un agua que tampoco se puede usar, aunque se quiera.
«Esto es un trasvase, un trasvase bis, lo pinten como lo pinten -afirmaba Alfaro desde el depósito viejo del agua, al borde del barrio alto del pueblo- porque, ¿cómo se puede llamar, si no, a una obra que trae agua del Júcar a un pueblo que está en el Segura?».
Lo curioso es que esta obra jamás se pidió desde Alcadozo, ya que, para mejorar su abastecimiento, bastaría con que le dejasen usar los recursos que ya tiene, a la puerta de casa.
«En vez de eso, han elegido la solución más estrambótica y complicada y, encima, nos la quieren cobrar -decía en tono sarcástico- a razón de 130.000 euros al año, durante 25 años, esto es, más de 200 euros por vecino durante un cuarto de siglo».
La obra formaba parte del acuerdo que, a bombo y platillo, anunciaron la ministra Narbona y el presidente Barreda en 2005, justo tras la derogación del trasvase del Ebro. Formaba parte de un conjunto de obras de abastecimiento que, según se anunció y según rezan los comunicados de prensa de entonces, contaban con miles de millones de financiación.
«Y resulta que, a los pocos meses de llegar a la alcaldía, nos llegó el facturazo -señala- y no hemos tenido más remedio que recurrirlo y dejar las obras sin recibir porque, de lo contrario, la ruina. Y en éstas estamos, de paganos de las guerras del agua que otros organizan para hacerse la foto».