Moragues: «Aventurar una fecha con la revisión del Plan del Júcar sería imprudente»>
uan José Moragues nos recibe en la sede de la Confederación del Júcar. Se ve algo cansado, más delgado de lo normal en alguien que, como él, es de por sí espigado. Pero su voz de catedrático, pausada, precisa y lógica, sigue siendo la misma, especialmente cuando se habla de agua.
¿Usted cree de veras que llegaremos algún día a concluir la revisión del Plan del Júcar?
Sin lugar a dudas, sí (lo dice con gran firmeza). Lo peor que nos podría pasar a todos es no llegar, perderíamos todos. Eso no quiere decir sea fácil, pero como pienso que el Plan del Júcar es mucho más que debatir sobre demandas y creo que, pese a todo lo que se diga, hay buena voluntad, sé que llegaremos a un acuerdo.
¿Y cómo llegaremos a ver ese día, si aspectos clave de ese mismo plan se acaban dirimiendo en los tribunales?
Es inevitable. Vivimos en un estado democrático y de derecho, y todos podemos acudir a la justicia si creemos que nuestros derechos se han vulnerado. El plan de cuenca del 98 se aprobó por unanimidad, y con el tiempo, el Supremo, prácticamente, cercenó varios artículos clave del mismo. Pero eso forma parte de la realidad, son cosas que no se excluyen mutuamente.
Uno de esos aspectos que fueron a los tribunales fue el ámbito territorial. La propuesta que se elevó, en su día, al Consejo Nacional del Agua, no gustó a nadie. Pese a ello, reaparece, tal cual, en el esquema de temas importantes. ¿Por qué mantenerla?
Bueno, eso depende del Gobierno central pero, como parte de la administración estatal, supongo que dar nuestra opinión. Para nosotros, la distribución de las cuencas internas está clara. Hay una serie de sistemas, unos internos, esto es, que forman parte de una misma comunidad autónoma; otros comparten el territorio de varias comunidades, y otros son mixtos. La realidad geográfica, la cuenca, no siempre cuadra del todo con los sistemas. Pero es que todo esto se hace para gestionar, se busca una gestión racional, lo más eficiente posible. Por eso, es posible que dentro de un sistema mayor se incluyan pequeños barrancos o pequeños cauces que no tengan una posibilidad de gestión independiente. Y éste es un problema que se da en todas partes. En Castilla-La Mancha tenemos la cuenca endorreica de Pozohondo y, desde mi punto de vista, no le encuentro mucho sentido que esa realidad geográfica deba gestionarse como una entidad independiente.
¿Se atrevería a ponerle fecha a la revisión?
De ninguna manera. La cuenca es muy compleja, hay mucho que debatir y, mientras no tengamos una definición territorial precisa, no se puede hablar de plazos. Aventurar una fecha sería, por mi parte, muy imprudente.
El Esquema de Temas Importantes habla de un descenso sustancial de la demanda agrícola en el horizonte 2015. ¿Cómo es esto posible si se siguen transformando hectáreas de regadío?
Es que también está la eficiencia. En el Júcar puede haber un ligero aumento de las hectáreas. Pero no ha habido grandes aumentos del consumo porque, por una parte, los sistemas de riego han ganado en eficiencia, especialmente en Albacete y La Roda. Por otra, los propios agricultores han ido cambiando sus cultivos, de los de verano a los de primavera, del maíz a la cebada e, incluso, se han introducido los leñosos. Y luego están las tarifas eléctricas, que hace que el regante ajuste al máximo lo que consume.
Usted habla de la modernización en La Mancha. ¿pero y la modernización en la Ribera? ¿Cómo es que no ha progresado?
Hay un problema evidente y es que está muy retardada porque hay unos fondos que debía poner el Gobierno valenciano y esos fondos aún no se han ejecutado. Pero también hay que tener en cuenta que la zona donde debe tener lugar la modernización es muy complicada. Hay mucho minifundio, muchas comunidades de regantes, no hay una separación definida entre terrenos agrícolas, industriales y de ocio, se van alternando entre sí. No es tan fácil actuar allí, aunque eso no oculta que hay un retraso claro.
Cuando se trata de agua, se suele hablar mucho de cantidades, y no tanto de calidades. ¿Cual es el diagnóstico de la provincia de Albacete en depuración?
Muy mejorable, y va mejorando. Hay zonas que necesitan ponerse al día, como La Roda, Almansa, y también la propia ciudad de Albacete. Aunque también es cierto que algunas de las mejoras necesarias ya están en marcha, como las que aprobó el Ministerio en diciembre pasado para Albacete.
¿Y los niveles de nitratos y otras sustancias contaminantes?
En la Mancha Oriental, donde se ha regado durante décadas, es lógico ver zonas puntuales con niveles elevados de nitratos. Pero los auténticos problemas de contaminación difusa están en la parte baja, en parte a causa de los sistemas de riego por gravedad que aún se usan. También tenemos, en toda la cuenca, pero esto es algo casi histórico, niveles de sulfitos bastante elevados.
¿Cómo se ve desde la Confederación la reciente amenaza de los ecologistas de levantarse de la mesa de participación?
Lo veo como la expresión de una preocupación, más que como una amenaza. Dudo mucho que sea una amenaza, porque todos podrían decir lo mismo, esto es, si no se aceptan mis condiciones, me voy. Y, seamos justos, uno de los mayores cambios desde 1998 es el creciente grado de concienciación ecológica entre los ciudadanos. La incidencia de los valores de la protección del medio ambiente en la gestión del agua es, en mi opinión, enorme y creciente. Por ejemplo, poco a poco se va aceptando que una cosa es el agua que te asignan y otra muy distinta el agua que usas, no tienes por qué consumir todo lo que te conceden simplemente porque te lo han concedido.
¿Eso significa que habrá un cambio en las prioridades del Plan de Cuenca?
Antes de hablar de prioridades, creo que lo primero que deberíamos hacer es decidir para qué queremos el agua , cuáles son los usos del agua. Y, sólo cuando sepamos para qué queremos el agua, sólo entonces, ya podremos hablar de prioridades.
¿Apoyaría usted una declaración de sobreexplotación en la Mancha Oriental, en el Vinalopó, o en ambos acuíferos?
No conozco ni un solo acuífero subterráneo al que le haya ido bien con una declaración de sobreexplotación. Me consta que el término se usa mucho porque, en una rueda de prensa, en un debate público, es sonoro, contundente. Es como si, al declarar que un acuífero está sobreexplotado, hubiese una crítica implícita, como sin las cosas se hubiesen hecho mal y se tuviese que reconocer en público. Eso no quita para que el Júcar sea un río sometido a una intensa explotación, que no es lo mismo ni, por supuesto, que eso me guste, que no me gusta ni me satisface en absoluto.
En los debates del proceso de participación, casi todos invocan la Directiva Marco, como si fuesen las Tablas de Moisés, y todos la usan para apoyar opiniones opuestas. ¿Cómo es posible?
Me gusta esa imagen, porque refleja muy bien una forma, a mi juicio equivocada, de ver la Directiva Marco del Agua, como si fuesen, efectivamente, las Tablas de la Ley de Moisés y hubiese que leerlas literalmente. La Directiva es un conjunto de directrices, de objetivos. Por ejemplo, cuando se habla de alcanzar el buen estado de las masas de agua, se dan tres fechas, no una, el 2015, el 2022 y el 2027. Y es lógico, porque hablamos de una norma que se creó para toda la UE y abarca realidades muy distintas. Personalmente, si llegásemos al buen estado de todas y cada una de las masas de agua del Júcar en 2022, creo que sería un triunfo.
Por cierto, la Directiva habla, y mucho, de los costes del agua y su recuperación, pero ese es un aspecto que apenas aparece en los debates públicos. ¿Cómo es eso posible, con la importancia que le da la propia Unión Europea a este asunto?
Pues, hombre, porque nadie quiere pagar (sonríe). Estamos acostumbrados a que el agua, el agua misma, sea gratis. Pagar por la depuración, el transporte, la energía, lo entendemos, pero por el agua misma, no nos cabe en la cabeza. Y eso es algo que, a futuro, no nos va a quedar más remedio que aceptar. Hay unos costes ambientales, por ejemplo, que tendrán que reflejarse. Aunque la Directiva Marco del Agua tampoco es rígida, da un margen de aplicación para hacerlo, aquí tampoco caben lecturas literales.
El Esquema de Temas Importantes concede especial importancia a la prevención de avenidas y la protección del Dominio Público Hidráulico en Albacete. ¿Es que hay más casos en la provincia como el de Chinchilla de Montearagón?
Lo que pasó en Chinchilla fue un caso puntual, extremo. Hubo una invasión clara del Dominio Público Hidráulico en una zona natural de drenaje. En el resto de la provincia, lo que hay es que ha habido un crecimiento de los núcleos urbanos desde 1998, especialmente en la ciudad de Albacete, y eso nos va a obligar a hacer actuaciones nuevas, por ejemplo en laminación, y adecuar infraestructuras cuya capacidad se ha visto rebasada por el crecimiento de los núcleos urbanos, como es el caso del Canal de María Cristina. Pero tampoco hay que alarmar, son actuaciones necesarias, que habrá que hacer en prevención de males mayores y, si se hacen correctamente, no tiene por que haber problemas.
¿Qué le parece la intención de Castilla-La Mancha de incluir la garantía de una reserva mínima de agua en su Estatuto?
El Estado es quien debe garantizar a todos y cada uno de los ciudadanos su acceso al agua, en ríos que discurren por distintas comunidades autónomas, y eso reza para todo el Júcar, independientemente de si hablamos de Albacete o Alzira. Si un Estatuto habla del derecho al uso del agua para los ciudadanos, es correcto, en eso estamos todos. Pero pretender ir más allá no es el camino adecuado, me parece más lógico hacer todo lo posible para que el actual estado de las autonomías se refleje en las estructuras de las confederaciones hidrográficas y todos los gobiernos autonómicos tengan una representación justa y adecuada en los órganos de las confederaciones, se trate de la del Júcar o de cualquier otra confederación hidrográfica
Por cierto, los usuarios del Júcar, manchegos o valencianos, ¿son tan fieros como los pintamos los medios o el debate es más suave a puerta cerrada?
Los usuarios del Júcar son vehementes y duros donde tienen que serlo. En las salas de debate, las mesas de negociación, los medios. Pero, cuando la batalla ha terminado, tienen entre ellos un trato exquisito, hasta familiar. Éste es, precisamente, uno de los motivos que me hace pensar que, al final, llegaremos a un acuerdo. Porque, por encima de todo, son gente civilizada. Y, con gente así, todo es posible.