Medio Ambiente confirma que hay mejillón cebra
El mejillón cebra ya está en el Júcar y el Segura, aunque por el momento se desconoce hasta dónde ha remontado. La confirmación la daba ayer el secretario general para la Biodiversidad y el Territorio del Ministerio de Medio Ambiente, Antonio Serrano.
Serrano tomó parte ayer en la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados. Fue la diputada socialista, Maria Luisa Lizárraga, quien le preguntaba sobre las medidas que se han puesto en marcha para frenar el avance de esta especie.
Serrano recordó que el mejillón cebra se detectó por primera vez en el Ebro, en cantidades significativas, hace unos cinco años. Desde entonces, se ha extendido bajando por la vertiente Mediterránea, aprovechando un entorno de temperaturas inusualmente elevadas y aguas estancadas o con poca corriente, que está relacionado en buena medida con las sequías y la escasez crónica de agua en esta parte de la Península.
Desde entonces, se ha puesto en marcha una batería de medidas para atajar su extensión, como la extracción física de colonias, cambios en la temperatura y caudal de las aguas o el uso de productos químicos o toxinas. Sólo en la cuenca del Ebro, según cifras de su Confederación Hidrográfica, se llegan a gasta dos millones de euros anuales para atajar su expansión y sólo en la cuenca baja. En toda España, explicó Serrano en la Comisión, y hasta 2025, esta especie invasora puede llegar a producir daños por valor de 40 millones de euros.
En septiembre de 2006, se había confirmado la presencia de mejillón cebra en algunos cursos de agua pertenecientes a la Confederación del Júcar, como el Mijares, pero no en el propio río Júcar. También se habían hecho análisis en diversos puntos de la cuenca del Segura, como el Azud de Ojós.
Los técnicos de medio ambiente consultados por La Tribuna en esas fechas concedían especial importancia a evitar la expansión de esta especie invasora en el Segura ya que, a través del embalse del Talave, se llega al acueducto Tajo-Segura y, a través de él, se remonta hasta la la cuenca del Tajo y la vertiente atlántica de la Península.
Este molusco, cuyo nombre científico es dreissena polymorpha, es un caso clásico de especie invasora. Procede del área del Mar Caspio y el Mar Negro, su ámbito natural, y se cree que llegó a España en un carguero que limpió sentinas cerca de la costa, una práctica prohibida y sancionada por las autoridades marítimas.
No es una especie comestible, pues almacena gran número de toxinas. Alcanza densidades espectaculares – en el Ebro, han aparecido colonias con 200.000 individuos por metro cuadrado- y mata las especies autóctonas porque, simplemente, las sofoca y se come todo el plancton. Sus colonias pueden taponar canalizaciones, tuberías e incluso afecta a la capacidad de turbinación de presas.