Considera que el problema a la hora de votar el Estatuto no ha sido esta cuestión sino la voluntad política
Francisco Delgado. Miembro del equipo de asesoramiento jurídico del Estatuto
«Creo que hemos pecado de prudentes. Yo sugerí que la aspiración fuese asumir la gestión de la parte de las cuencas que corresponden territorialmente a la Región»
LAS FRASES
«En Valencia y Murcia ha habido una unidad absoluta de los partidos a la hora de defender sus intereses respecto al agua»
«La reivindicación del agua se ha convertido en una bandera para determinados gobiernos que pasan por dificultades de credibilidad»
«En la Región al principio hubo unidad pero después alguien se tuvo que bajar del caballo. Es muy difícil servir a dos señores a la vez»
Puede considerarse uno de los padres del fallido Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha. El catedrático de Derecho Administrativo, Francisco Delgado, ha formado parte del equipo de profesores que, dirigidos por el catedrático Luis Ortega, elaboró un documento de trabajo «sobre cómo sería un Estatuto nuevo» con las cuestiones técnicas que debían ser objeto de modificación e incorporando nuevos derechos. «Se pretendía también, particularmente, que sirviese para dotar a la Región de instrumentos jurídicos para tener una política hidráulica más decisiva». También trabajaron para que fuese un texto constitucionalmente correcto.
–El borrador del Estatuto que llegó a la Comisión Constitucional, ¿era un buen texto?
-Sin duda alguna era un texto muy bien construido desde el punto de vista técnico que incorporaba los avances ya logrados por otras comunidades autónomas, más las aspiraciones propias de esta Región. Además era un texto constitucional sin ningún género de dudas.
-¿Qué le ha parecido la retirada del Estatuto?
-Personalmente es un motivo de tristeza. Pero quizá esto no sea lo más importante, sino lo que supone para esta Región. Se han invertido muchas energías de debate y también se había generado mucha ilusión. Entrando ya en materia específica de política de aguas, se ha perdido la oportunidad de dar un nuevo impulso que pudiera servir a esta comunidad para tener más influencia en la política hidráulica estatal y romper determinadas inercias que todavía hay en la política hidráulica del Estado. Hay una inercia histórica que ha padecido Castilla-La Mancha, ya que esta Región ha sido usada tradicionalmente para ubicar aquí las obras hidráulicas de regulación (trasvases, embalses…) pero no para que se hiciese un uso del agua aquí sino para llevarla a otras regiones. Éstas, merced a estos recursos hídricos, han podido disfrutar y generar una importante riqueza, un importante crecimiento tanto en agricultura como en turismo, de lo cual nos debemos alegrar. La pena es que cuando se diseñaron esas obras hidráulicas no se pensase en Castilla-La Mancha, en que aquí también hay agricultores, empresas y trabajadores que podrían haber sacado el mismo provecho a esos recursos hídricos. Para mí el ejemplo del Júcar es el más claro. Es un río que nace en Cuenca y transcurre de oeste a este por la provincia de Albacete y que hasta hace muy pocos años su uso estaba prohibido. La Confederación Hidrográfica del Júcar, Iberdrola y los regantes de la vega valenciana consideraban que éste era un río propiedad privada de ellos y se oponían con uñas y dientes al más mínimo aprovechamiento en Castilla-La Mancha.
-¿Era esencial que el Estatuto estableciese una reserva de agua que, por otra parte, sólo aparecía en el preámbulo?
-La primera región que usó la reforma estatutaria para avanzar posiciones en materia hidráulica, es decir tener una posición más ventajosa de cara a la defensa de sus intereses regionales respecto a la política hidráulica estatal, fue la Generalitat Valenciana cuyo Estatuto se aprobó en el año 2006. En virtud del artículo 17 de ese Estatuto, la Generalitat Valenciana se atribuye el derecho a redistribuir los sobrantes de aguas de cuencas excedentarias. Usando este precepto Valencia estaría en disposición de destinar el agua que estime que sobra para atender sus necesidades tanto de consumo humano como de actividades económicas y sociales. A la vista de esto me parece muy importante que en el Estatuto de Castilla-La Mancha se hiciese una advertencia de que el agua sobrante no es toda la que circula por el río, puesto que aquí también hay unas necesidades actuales y, si el crecimiento social y económico sigue su curso, esas necesidades van a ir a más. Además hay que dejar claro que la reserva que se establecía no era sobre un río específico, sobre el Tajo, sino sobre el conjunto de cuencas. Esta Región tiene la paradójica situación de que es el territorio donde nacen y engrosan sus caudales algunas de las cuencas más importantes del país. Las más destacadas son el Tajo, el Guadiana, el Júcar, el Segura y el Guadalquivir. Y sin embargo es la región que menos las aprovecha. Yo estimo que una reserva de 4.000 hectómetros cúbicos para el conjunto de cinco cuencas hidrográficas no era tampoco una petición descabellada.
Otras reservas
-El Estatuto de Aragón sí recoge una reserva de agua y no se planteó esta guerra.
-El Estatuto de Autonomía de Aragón en la disposición adicional quinta dice «la planificación hidrológica concretará las asignaciones, inversiones y reservas para el cumplimiento del principio de prioridad en el abastecimiento de los recursos hídricos de la cuenca del Ebro y de los derechos recogidos en el artículo 19 del presente Estatuto, considerando que la resolución de las Cortes de Aragón establece una reserva de agua para uso exclusivo de los aragoneses de 6.500 hectómetros cúbicos». Se puede comparar el peso demográfico que tiene Aragón, su extensión territorial y que se habla de una reserva de 6.500 hectómetros cúbicos sobre un único río como es el Ebro, con la de Castilla-La Mancha de 4.000 hectómetros a establecer sobre cinco cuencas. Creo que esto no es modo alguno desmesurado, ni maximalista. Es bastante razonable. Hay que recordar que tanto el Estatuto de Valencia como el de Aragón, se votaron por unanimidad del PSOE y el PP en Valencia, en Aragón y en Madrid, en las Cortes Generales.
-¿En otros estatutos también se contemplan este tipo de reservas?
-La previsión más importante es la que establece el Estatuto de Castilla y León que se atribuye la gestión del río Duero, y la del Estatuto de Andalucía que se atribuye la del Guadalquivir. Yo creo que en Castilla-La Mancha hemos pecado de prudentes. Yo personalmente lo que sugerí es que estableciésemos nuestra aspiración estatutaria al mismo nivel que Castilla y León y que Andalucía, es decir que la Región asumiese la gestión de la parte de las cuencas que corresponden territorialmente a Castilla-la Mancha. Pero esto debió de resultar excesivamente ambicioso y finalmente se optó por una postura más prudente, que además ha ido flexibilizándose. Al final acabó en esa reserva de 4.000 hectómetros cúbicos y en el preámbulo. Hay que tener en cuenta que el preámbulo de una norma no tiene carácter prescriptivo sino meramente declarativo, es la manifestación de una voluntad política. Yo creo que más transigentes que hemos sido desde Castilla-La Mancha no se ha sido en ninguno de los otros estatutos.
-En su opinión, ¿nuestros políticos han estado a la altura de las circunstancias a la hora de defender el texto?
-Yo tengo mi postura, pero es una opinión personal e imagino que cada ciudadano tiene la suya. A la luz de cómo se han producido los acontecimientos, de cuál ha sido la postura de cada uno y de lo que al final ha votado cada uno pues cada cual puede establecer sus propias valoraciones. A nosotros lo que nos corresponde es dar la información que tenemos y explicar cómo han sido las cosas.
-¿Se han impuesto los planteamientos de Murcia y Valencia a los de Castilla-La Mancha?
-Yo lo que veo es que en la Comunidad Valenciana y en Murcia ha habido una unidad absoluta entre todos los partidos a la hora de defender sus intereses respecto del agua. Intereses que no estaban amenazados en modo alguno en la redacción final que se votó en las Cortes. La reserva hídrica no era ninguna amenaza. El conjunto del volumen de las cuencas a las que nos referimos es muy superior a esos 4.000 hectómetros cúbicos por tanto se podrían atender tanto las necesidades de Castilla-La Mancha como las de las demás regiones que también son parte de esas cuencas. No pretendemos quedarnos con los ríos para nosotros solos. Se puede discutir si era una amenaza la caducidad del trasvase. Se puede discutir y es opinable. Tampoco sería sencillo ni justo dejar en la estacada a aquellas personas que, hoy por hoy, mientras no tengan otra solución alternativa siguen necesitando del agua del trasvase en Murcia, Alicante y Almería. Yo creo que a Castilla-La Mancha lo que le resulta interesante es poder usar esta infraestructura para atender sus necesidades. Eso es importante. Se ha conseguido en esta última legislatura que el trasvase, que cuando se concibió sólo estaba destinado a llevar el agua desde Entrepeñas y Buendía hasta la cuenca del Segura, pues que ese concepto insolidario se ha empezado a cambiar merced al uso de esa infraestructura también para abastecer de agua también a Albacete, para las pequeñas sustituciones de bombeos que se han podido hacer, para la Tubería Manchega que lleva el agua a Ciudad Real, para hacer algún trasvase de emergencia a las Tablas de Daimiel… Yo creo que es importante que si las infraestructuras existen al menos se puedan compartir y usar por todos.
Desacuerdos
-En Castilla-La Mancha, ¿por qué no ha habido la misma unidad que en otras regiones?
-En Castilla-La Mancha al principio hubo unidad, pero después alguien se ha bajado del caballo. Alguien ha tenido que cambiar su voto. Es muy difícil servir a la vez a dos señores como en esta obra de teatro.
-Se hubiese desvirtuado mucho el Estatuto si se hubiese incluido esa enmienda del PP?
-Dudo mucho que cualquiera que hubiese sido la redacción, en el momento que hubiese reconocido algún derecho, algo en favor de Castilla-La Mancha respecto del agua, no se habría votado. Creo que el problema no era tanto de redacción como de voluntad política porque estamos viendo como la reivindicación del agua se ha convertido en una bandera para determinados gobiernos que pasan por dificultades en otras regiones en cuanto a su credibilidad política.
-¿Cuál es el proceso que se abre a partir de ahora? ¿Habrá que partir de cero? ¿Se podrá aprobar en esta legislatura?
-Esta es una cuestión de calendario político. No es una cuestión que se resuelva ni por el reglamento de las Cortes, es decir mientras no haya una composición del parlamento tanto regional como nacional que permita albergar una expectativa seria de que ese Estatuto va a ser respaldado por la mayoría suficiente, pues no parece lógico esperar que se vaya a volver a plantear. Primero hay que restablecer todos los puentes, volver a asumir los compromisos y seguramente también esperar a que pase el tiempo electoral. Creo que a la situación que se ha llegado no ha sido por casualidad ni de una forma improvisada. Hay que recordar que el Estatuto llevaba paralizado varios años en el Congreso. Durante ese tiempo seguro que ha habido mil encuentros, mil discusiones entre cada uno de los partidos, entre los portavoces parlamentarios y si se ha llegado a esta solución es porque no ha habido otra.
-Los políticos se han enfrentado a cuenta del Estatuto, ¿se ha sabido trasladar la importancia de la reforma a la sociedad?
-Yo creo que de una forma siquiera intuitiva todo el mundo entiende la importancia estratégica que tiene el agua y en particular en Castilla-La Mancha tanto para la satisfacción de las necesidades actuales como para el desarrollo futuro y conservación del medio ambiente. Sobre todo lo saben aquellos sectores que dependen o que están más directamente vinculados como pueden ser los grupos ambientalistas, los agricultores, los empresarios, los ayuntamientos que tienen que dar servicio de agua a los ciudadanos. Eran conscientes de la importancia que podía tener el Estatuto. Aunque el debate se ha focalizado tanto en el agua que han quedado oscurecidas otras novedades interesantes.