Mejores acequias pero menos agua para pasar por ellas
La Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) considera que la política en materia de aguas que han desarrollado los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente durante el año 2006 ha supuesto un claro avance en la modernización de los regadíos ya existentes, «pero no en la puesta en marcha de infraestructuras hidráulicas que garanticen el acopio y suministro de agua en épocas de sequía».
El presidente de Fenacore, Andrés del Campo, estima que el Plan de Choque contra la sequía, aprobado con carácter de urgencia el pasado marzo, permitió «agilizar la ejecución de diversas obras de modernización y consolidación de regadíos durante el año pasado».
Sin embargo, el presidente de los regantes españoles lamenta que apenas se haya avanzado en la construcción de obras de regulación y de trasvases intercuencas, así como en la potenciación de otras medidas de gestión de la demanda, como son la recarga de acuíferos o la reutilización de aguas depuradas.
Por otro lado, la federación de regantes cree que durante el 2006 se produjo un giro hacia la planificación hidroilógica, «protagonizada por las comunidades autónomas y motivada por intereses políticos que, de continuar así, impedirá corregir los desequilibrios existentes entre las distintas cuencas hidrográficas de toda España». Dentro de tal política destaca la doctrina de trasvase cero propugnada por el Ministerio de Medio Ambiente para los agricultores que dependen del Acueducto Tajo-Segura.
Interferencias autonómicasEn este sentido, la federación considera un «desacierto político» que los estatutos de autonomía de Cataluña, Aragón y Andalucía hayan entrado a regular los ríos, cuando se trata de una competencia exclusiva del Estado, «ya que los ríos que atraviesan varias regiones deben ser planificados y gestionados por las confederaciones hidrográficas, con la participación de los usuarios y las comunidades autónomas a fin de evitar que se produzcan guerras del agua y enfrentamientos territoriales».
Por otro lado, Andrés del Campo juzga que la denominada fiscalidad verde también debería plantearse la alternativa de compensar económicamente a quienes contribuyen con su actividad al mantenimiento del medio ambiente. Así, defendió los efectos positivos que ejerce el regadío sobre el entorno, como son la aportación de oxígeno a la atmósfera por la función de fotosíntesis y su papel de auténtico sumidero de dióxido de carbono.
Fenacore lamenta igualmente la «pérdida de representación» que durante este año han sufrido los regantes «a favor de sindicatos, ecologistas y otras organizaciones» en los órganos de gobierno de las confederaciones hidrográficas, así como en otros órganos consultivos de la Administración central, como son el Consejo Asesor de Medio Ambiente, del que ha sido excluida la propia federación. Ante esta situación, Andrés del Campo reclama un aumento de la representatividad de los regantes dentro del número total de usuarios de las cuencas hidrográficas, «en justa proporcionalidad a los respectivos intereses».
Finalmente, el presidente de Fenacore indica durante el último año se generó un amplio debate sobre las ventajas y desventajas de la desalación. En este ámbito, Del Campo considera que la desalación debe ser considerada como una medida complementaria de otra fuente principal (superficial o subterránea), ya que su coste elevado, según los regantes, haría inviable la actividad, principalmente, en las zonas regables alejadas de la planta desaladora o del interior de la Península, donde las producciones son menos rentables.