Cuando el agua es una maldición
Agricultores y técnicos confirman la existencia de graves daños y serios problemas a causa del exceso de lluvia en varios de los principales cultivos como el ajo, la cebolla, el olivo, la vid o los herbáceosEMILIO FERNÁNDEZ
La lluvia caída sobre la provincia en los últimos días, pero especialmente sobre el término municipal de Albacete, no sólo está creando complicaciones en la red viaria o en el casco urbano de la capital. Las crea en el campo.
Si el agua hubiese caído en abril, habría sido una bendición. Pero, en junio, llega cuando menos conviene, interfiriendo con la recolección de producciones, encharcando campos, u obligando a la realización de tratamientos fitosanitarios extraordinarios.
Según explicaba ayer el delegado de Agricultura, Manuel Miranda, los principales problemas se están dando en los cultivos de cebolla y ajos, así como en los viñedos. En los dos primeros casos, lo que más preocupa es el encharcamiento de las parcelas.
«Los datos preliminares hablan de una superficie encharcada de ajos, sobre todo en las inmediaciones de la ciudad de Albacete, de unas 20-30 hectáreas -indicaba- y en cuanto a la cebolla, se trataría de una superficie similar, puede que un poco mayor».
En el caso de la cebolla, hay que esperar a ver el comportamiento del terreno. Si éste drena rápido el agua, es posible que haya daños, pero de escasa cuantía. Si, por contra, el agua se estanca, el cultivo se pudrirá.
«En cuanto al ajo, lo cierto es que, como mínimo, tenemos un primer daño, que es una pérdida de calidad, de valor comercial -admitió- porque con la humedad el bulbo tiende a abrirse, especialmente en el caso del ajo chino, que ya empezaba a secarse».
La viña es otra preocupación urgente, pero no porque haya problemas, sino porque hay que correr para evitar que éstos aparezcan. La mayor preocupación es prevenir la aparición del mildiu.
«En estos momentos, con las parcelas embarradas, no se puede entrar -indicó- pero en cuanto se sequen un poco, se dará un segundo tratamiento, ya que la combinación de un exceso de humedad con las temperaturas propias de esta época del año son propicias para el mildiu, así que nos tenemos que mover rápido para evitar que aparezca».
Parecidas preocupaciones las compartía ayer Claudio, uno de los responsables de una explotación de ajo situada a la salida de Albacete, por la carretera de las Peñas, recién pasada Aguas Nuevas, en la finca La Humosa. En esa zona, y según sus declaraciones, las cifras excederían las primeras estimaciones oficiales.
«Estamos hablando de unas 120 hectáreas de ajo encharcadas -indicó- y se pueden haber pedido 1.800.000 kilos de ajos, 50 millones de las antiguas pesetas, esto está perdido, porque en 10 ó 15 días esto no se va a secar».
Por su parte, el presidente de Asaja-Albacete, José Pérez Cuenca, mostraba su preocupación tanto por los cultivos hortícolas, como el ajo, como por otros como el olivar o las vides, que, además de riesgo de plagas o enfermedades, ven como el exceso de agua entorpece la floración y la polinización.
«Los herbáceos, también se están viendo afectados -explicaba- porque hay que recordar que algunas parcelas estaban a punto de ser cosechadas, y ahora no se puede entrar; y las forrajeras, ya había quien había dejado alguna parcela a secar, después de segar, y con esta lluvia, no se seca».
100 hectómetros. El secretario de la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental, Herminio Molina, ponía cifras a lo que ha llovido en los últimos días en el área de la Jcrmo:«1.000 metros cúbicos por hectárea, así que si tenemos en cuenta que los regadíos de la Mancha Oriental son 100.000 hectáreas, la cuenta es clara, salen 100 hectómetros cúbicos».
Buena parte de este agua se ha ido al acuífero, empapando los terrenos, lo que en sí es bueno. Pero el agua sigue sin llegar a la cabecera de la cuenca y, sobre todo, al embalse de Alarcón, que ha subido sólo tres hectómetros. «Imagínese como estaríamos si hubiésemos subido 100 hectómetros en Alarcón -señalaba Molina- por lo que estas lluvias nos dejan una sensación agridulce; bien para el acuífero, no tan bien para aquellos cultivos que, justo ahora, no necesitan tanta humedad, y mal para la cabecera de la cuenca, que sigue sin subir todo lo que nos gustaría a todos».