El programa de control y seguimiento de la calidad del agua del trasvase Júcar-Vinalopó que la Sociedad Estatal Aguas de las Cuencas Mediterráneas (Acuamed) está llevando a cabo, desde hace más de un año y mediante inspecciones periódicas, confirma que la calidad de los caudales que se están almacenando en el embalse de San Diego, en el término de Villena, son aptos para riego de cultivos pero no para consumo humano.
Del seguimiento de las analíticas realizadas hasta la fecha se concluye que la calidad del agua tomada en el bajo Júcar, en el Azud de la Marquesa concretamente, y trasegada hasta Villena no presenta excepciones a priori para su uso en agricultura. Desde Acuamed se indica a este respecto que una buena muestra de ello son los tradicionales aprovechamientos agrícolas de la Ribera del Júcar, que vienen usando estos mismos recursos hídricos de forma satisfactoria.
En cuanto a la potencialidad de ser empleadas también en el abastecimiento humano no se presentan excepciones aunque, según se puntualiza desde la entidad estatal dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, debe entenderse que como todas las aguas que discurren por los cauces naturales, y las del trasvase lo son, debe realizarse antes de su consumo por prescripción de la legislación sanitaria un tipo de tratamiento específico que adecúe sus características para convertirla en agua potable. «De igual manera que se viene haciendo con las aguas de la misma procedencia en la cuenca del Júcar para el abastecimiento del área metropolitana de Valencia», se puntualiza desde Acuamed.
Desde que se iniciaron los bombeos para la puesta en carga del embalse de San Diego se realizan periódicamente en este punto los mismos controles que en el Azud de la Marquesa, donde se encuentra la toma de las aguas superficiales del trasvase Júcar-Vinalopó. Las valoraciones se realizan en función de los posibles usos, según la legislación vigente y en coherencia con los otros criterios de clasificación que se adoptan en el marco de la campaña de seguimiento de Acuamed. Unos parámetros que se complementan con los datos que a su vez ofrece la Red Integral de la Calidad de las Aguas que explota la Confederación Hidrográfica del Júcar. De esta manera se aprovechan las determinaciones analizadas en el marco de los programas de control del organismo de cuenca, logrando así una única muestra que permite un completo diagnóstico de la calidad del agua en el Azud de la Marquesa. En este contexto, la evaluación de la aptitud del líquido elemento aborda con especial detenimiento la presencia o no de sustancias prioritarias y de otros laguicidas, nutrientes y clorofila.
Toda esta información facilitada por la entidad estatal contradice, por tanto, lo que la Junta Central de Usuarios del Vinalopó, l’Alacantí y el Consorcio de Aguas de la Marina Baja ha venido manifestando sobre la calidad del agua desde que los primeros caudales llegaron a la balsa de San Diego, que está ahora en fase de llenado y almacenará antes del verano 12 millones de metros cúbicos. Los regantes aseguran que está contaminada y se niegan a regar sus campos con ella aunque los informes oficiales lo niegan con rotundidad.