Los ponentes de la jornada celebrada en la Casa de la Cultura alcalaína advierten que, con cada curso de agua que muere, se van saberes, costumbres y tradiciones
Un instante de la intervención del profesor Fernando Pérez, de la UAM, en la Casa de la Cultura de Alca
R.Serralllé
E.F.
Detrás de un río, una fuente, un manantial, hay mucho más que un mero recurso para beber o regar. Hay vivencias, tradiciones, costumbres, ritos y formas de vida que se extinguen cuando un curso de agua deja de manar.
Para llamar la atención sobre todo lo que se pierde cuando el agua deja de manar, la Asociación para el Desarrollo de La Manchuela organizó ayer, en la Casa de la Cultura de Alcalá del Júcar, la jornada Fuentes naturales y manantiales en la cuenca media de los ríos Júcar y Cabriel.
El núcleo de esta jornada consistió en tres ponencias, impartidas por profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha y de la Autónoma de Madrid, dedicadas no sólo a aspectos hidrológicos concretos de la Cuenca del Júcar, sino también a los espacios naturales, humanos, sociales e incluso culturales vinculados al agua.
Fernando Pérez, antropólogo y profesor de la UAM, fue quien habló, precisamente, de esos aspectos culturales vinculados al agua , especialmente a las fuentes y manantiales cuyo emplazamiento era, antaño, conocido por todos los vecinos y que hoy sólo saben los más viejos del lugar.
«Las fuentes, los lavaderos, los manantiales, los molinos, no tenían una sola finalidad, tenían muchas, porque buena parte de la vida de los pueblos giraba en torno a ellas -explicaba- y eran centros de relación social, de intercambio de noticias, de reunión».
Cuando las fuentes desaparecieron, o cuando se fueron olvidando, o cuando cada casa tuvo su propio suministro de aguas, esa cultura, esos sistemas de vida asociados a ellas, fueron desapareciendo, y fueron sustituidos, poco a poco, por formas y comportamientos cada vez más urbanos.
«La cultura es algo vivo, como las personas, y cambia con ellas -señaló- y cada cambio tiene aspectos positivos y negativos, es indudable que, para la mujer, el trabajo físico en los lavaderos era simplemente agotador».
CONSECUENCIAS POLÍTICAS. En la otra cara, la pérdida de las fuentes y manantiales como lugar de encuentro supuso un cambio hacia el individualismo más propio de las ciudades. Un fenómeno que incluso tuvo un componente político.
«Las comunidades de regantes son una forma muy temprana de organización democrática, de cohesión y organización social y ciudadana, una estructura que demostraba que era posible solventar las disputas mediante el diálogo, no mediante la imposición», subrayó el profesor de la UAM.
Pero esas estructuras, como forma de vertebración social, empezaron a desaparecer en muchos rincones de la provincia cuando los pequeños cursos de agua y manantiales que las alimentaban empezaron a desaparecer.
«Y esa pérdida ha tenido, incluso, consecuencias económicas -destacó- primero, porque esas comunidades de regantes creaban riqueza y, segundo, porque la necesidad de agua se mantuvo, y ha habido que atenderla a un precio mucho mayor para el conjunto de la sociedad».
En este sentido, el profesor Pérez destacó, como caso claro en comunidades como las del Júcar albaceteño, las grandes infraestructuras de saneamiento y depuración que ha habido que construir, a un elevado precio de construcción y mantenimiento, para asegurar el suministro de un agua que antes manaba en abundancia de los pequeños cursos naturales.
«Ese es un inconveniente que estamos pagando entre todos, vía impuestos o a través de un recibo del agua que sale cada vez más caro, en una zona por la que pasa uno de nuestros grandes ríos».
Recordar que la celebración de la Jornada Fuentes naturales y manantiales en la cuenca media de los ríos Júcar y Cabriel es una de las primeras actividades del proyecto de voluntariado ambiental Ríe el Río, organizado por el Ceder y la Asociación para el Desarrollo de La Manchuela.