Ha visto cumplido uno de sus sueños, tocar el agua del Júcar en el Vinalopó. No obstante, advierte que este no es el trasvase que reclaman los usuarios.
-El agua del Júcar ha comenzado a regar Alicante. ¿Cómo se siente?
-El 20 de septiembre de 2012 es un día que quedará recogido en los libros de Historia. Un día de celebración, pero también de reivindicación,: lo que se puso en marcha no era el Júcar-Vinalopó, que está inacabado, sino la solución a un problema que tenía Acuamed: el vaciado del embalse de San Diego, que había perdido más de siete hectómetros.
-Hay quien interpreta que han claudicado al aceptar el agua embalsada.
-La reivindicación y las condiciones que ponemos para usar el agua del Júcar son las mismas ahora que el 28 de julio de 2005, cuando se produjo el cambio de toma, técnicamente injustificado y políticamente impuesto. Si no se cumplen no usaremos una sola gota de agua.
-¿Qué condiciones?
-La primera exigencia es que sea un caudal con calidad suficiente, como mínimo, para regadío. El agua que estamos usando ahora no era apta en 2010, cuando se trasvasó, lo es con el paso del tiempo porque han desaparecido las bacterias y fitosanitarios. Y sigue sin ser apta para consumo. La segunda es un precio asumible. El precio que vamos a pagar por el vaciado es de cinco céntimos, pero se trata de un precio «político», no de mercado.
-Si el agua de Cullera fuese apta, ¿podrían asumir el precio?
-De ninguna manera, estaría en torno a los 40 céntimos. Hay que agradecer a Acuamed su esfuerzo para que el precio del vaciado sea viable, y para que se destine a solucionar otro problema que creó la Administración, la deuda de un millón de euros por el crédito sindicado.
-Aún así, han aceptado usar otros 12 hectómetros de la toma actual.
-Pero porque el embalse se tiene que vaciar, volver a llenar y vaciarse de nuevo. El acuerdo contempla usar el agua de este vaciado y del siguiente. Pero seguiremos reivindicando que se aplique el sentido común para un Júcar-Vinalopó sostenible técnica, económica y medioambientalmente. Es decir, desde Cortes de Pallás.
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Cambio de trazado
«Habría que pedir responsabilidades a Cristina Narbona y sus acólitos»
Los regantes del Júcar
«No tienen nada que temer, el problema no es de agua, sino de gestión»
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-¿Cuánto costaría recuperarlo?
-Calculamos que con unos 50 o 60 millones de euros estarían terminados los túneles entre el tramo I y el IV.
-Con los recortes, quizá no sea el mejor momento…
-Ya hemos trasladado a la Administración, de manera informal, que estamos dispuestos a asumir la financiación. A través de la tarifa, con una amortización a 50 años, supondría entre dos y tres céntimos por metro.
-¿Y cómo piensan vencer la resistencia de ciertas comunidades de regantes del Júcar?
-Los regantes del Júcar no tienen nada que temer, porque el trasvase siempre será de sobrantes. El problema del Júcar no es de agua, sino de gestión; el año pasado se perdieron 100 hectómetros en el vaciado de Tous. Para Alicante solo se piden 80. Y solo cuando haya sobrantes.
-¿Se sienten respaldados por las instituciones valencianas?
-Siempre hemos sentido al lado a la Generalitat. Y hoy tenemos que felicitarnos de que la apertura del embalse haya significado también la apertura del diálogo con el Gobierno. Pero el vaciado, simbólico, solo es un entremés.
-Si el Júcar-Vinalopó no entra en funcionamiento, Bruselas podría reclamar 120 millones de euros.
-Es cierto que tenemos encima esa espada de Damocles. De ahí la urgencia por firmar un nuevo convenio con Acuamed. No podemos dejar sin uso una obra que ha costado 400 millones. Hay que acabarla y, me atrevería a decir, pedir responsabilidades.
-¿Tienen nombre y apellidos esas responsabilidades?
-Cristina Narbona, en primer lugar, y luego sus acólitos, el expresidente de la CHJ Juan José Moragues, o el exdirector general del Agua Jaime Palop.