A la sequía y la contaminación que padece el río Segura habrá que añadir ahora otro grave problema: la aparición de larvas de mejillón cebra diseminadas por distintos puntos del cauce.
La cuenca está en alerta máxima después de que los análisis realizados a las muestras de agua recogidas a finales de diciembre hayan detectado una elevada proporción de larvas de esta especie invasora, catalogada como una de las más dañinas para los ecosistemas fluviales.
El Segura se une así al Ebro y a los embalses del Júcar, Forata y Sitjar, que ya se han visto afectados por la plaga. La preocupación en la Confederación Hidrográfica del Segura es máxima porque las larvas se han encontrado diseminadas por toda la cuenca.
La aparición de larvas del mejillón cebra en el Segura amenaza ahora al río Júcar, ya que las dos cuencas están conectadas entre sí a través de las conducciones del trasvase Tajo-Segura, que pasan por el pantano de Alarcón, en la cabecera del Júcar. Precisamente, que las larvas de mejillón cebra provengan de este embalse es una de las opciones que barajan los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Segura.
En el caso de que la causa de la propagación de esta especie invasora fuera otra, el Júcar puede estar igualmente amenazado porque las larvas han aparecido además en los canales del trasvase Tajo-Segura.
Fuentes de la Confederación Hidrográfica del Júcar, sin embargo, explicaron ayer que creen que no se ha detectado que el mejillón cebra se haya propagado por algún embalse del Júcar –además de Forata y Sitjar–. Dejaron en el aire hasta confirmarlo hoy que larvas de esta especie hubieran aparecido en alguno de los pantanos del Júcar o en el mismo río.
En la página web de la Confederación, que tiene un apartado específico para informar sobre el seguimiento del mejillón cebra, no están publicadas las pruebas que debían haberse realizado en otoño de 2006 en todos los embalses.
El mejillón cebra es una especie invasora perjudicial para los ecosistemas de los ríos. La vertiginosa velocidad con la que se reproducen y los millones de ejemplares que componen cada colonia destrozan las canalizaciones de agua obstruyendo tuberías, equipos e impulsiones. También son una amenaza para la fauna autóctona.