os esfuerzos que deben realizar los agricultores en la actualidad van más allá de mirar al cielo y esperar a que el tiempo respete sus cosechas, también deben estar preparados para sortear la crisis económica, que pilla de lleno a estos trabajadores y, por si esto fuera poco, estar alerta al robo de cable de cobre en los sistemas de riego.
Los esfuerzos que deben realizar los agricultores en la actualidad van más allá de mirar al cielo y esperar a que el tiempo respete sus cosechas, también deben estar preparados para sortear la crisis económica, que pilla de lleno a estos trabajadores y, por si esto fuera poco, estar alerta al robo de cable de cobre en los sistemas de riego. Este hurto está centrando buena parte de las preocupaciones actuales de los empresarios del campo “por los gastos que ocasiona para el agricultor”, como afirmó Jorge Navarro, secretario general de Asaja en la provincia.
Los agricultores se sienten impotentes ante unos hechos que llevan denunciando dos o tres años, y que no encuentran en la ley un castigo lo suficientemente disuasorio como para que dejen de cometerse. “Nosotros no podemos meternos en un desembolso que no sabemos si esa noche, en una semana o en quince días va a desaparecer”, defendió el secretrio de al asociación.
En la provincia, durante los últimos tiempos, las zonas más castigadas son las que concentran los regadíos más importantes, y éstos se localizan en “los campos situados alrededor de la capital, Tinajeros, La Gineta o la carretera de Murcia”, entre otros; “aunque también podría hacerse extensible a todos los campos provinciales”, continuó Navarro.
Pérdida del sectorLos robos que se están realizando en el sector de la agricultura abarcan a los sistemas de riego, con el cable de cobre y hierro, así como los aperos, maquinaria agrícola, herramiento, “todo lo que puedan llevarse de las casas de campo”, apuntó Navarro, aunque también se deben tener en cuenta los “daños que se producen a la hora de robar, reparar los sistemas, más los días que no se puede regar por no estar renovado el cableado”. Así, para hacer frente a estas pérdidas, la asociación Asaja reivindica imponer unas medidas más duras para los delinqüentes. Así, desde Asaja han “tenido reuniones con el delegado de agricultura de la Junta de Comunidades de C-LM, así como el subdelegado del Gobierno y el teniente de la Guardia Civil”. Por tanto, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado son conocedores de las circunstancias por las que están pasando los profesionales y “hacen todo lo posible para que se eviten estas circunstancias”, aseguró. Y es que, a pesar de la insistencia de las organizaciones agrarias para que el Código Penal endurezca las penas, éste se ha modificado recientemente sin incluir las medidas propuestas por el sector. “Las medidas nos aportarían más seguridad al sector, porque ahora reina la inseguridad plena”. Por ello, se han visto obligados a contratar una ‘guardería privada’ para que “mediante un guarda privado se vigilen los campos, y evitar así los robos”. Además, éste nuevo sistema incluiría una conexión directa con “la patrulla de la Guardia Civil más cercana para avisarle en el caso de que el guarda advirtiera un robo”, citó Jorge Navarro.
“Pasarán de regadío a secano”
El secretario provincial de la asociación agraria de Asaja destacó el esfuerzo que deben realizar los agricultores para poner en funcionamiento el sistema de regadío, “deben meterse en créditos, bancos, pagar precios altos”. Así, una vez los tienen realizados en gran medida, aunque sean continuados, “realizan un hurto de estos”. “Éstas prácticas suponen la ruina del agricultor”, resaltó Jorge Navarro.
Generalmente, la superación de estos hechos no llegan a producirse en ningún momento, “por lo que los agricultores se plantean pasar los campos de regadío a secano”, apuntó, ante la falta de posibles de rentabilizar las obras que deben realizarse cada vez que le son sustraídos elementos de su campo. Otra de las circunstancias que complican el arreglo de los sistemas robados es la falta de seguridad ante lo que durarán los arreglos, y “esto genera un efecto dominó en todo el sector”. De esta manera, los desperfectos no sólo afectan al productor en primera persona, sino que “se ve implicada toda la cadena que trabaja alrededor de la agricultura”. Por esta sircunstancia que parece aislada, “se perjudica a los vendedores de maquinaria, al distribuidor del abono, los registros sanitarios, quienes reparan regadíos, trasportistas; todos perdemos”.