El sistema energético español es equilibrado, tiene calidad y se puede permitir un debate sobre el futuro sin prisas porque la demanda está cubierta con holgura. Tiene, eso sí, un problema importante, pero coyuntural, como es el déficit de tarifa del sistema eléctrico (20.000 millones de euros) y necesita, cuanto antes, un pacto entre el Gobierno y la oposición que facilite la planificación de la actividad de las empresas, el buen encaje de las energías renovables y más interconexiones con Europa.
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La reordenación del sector energético
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Industria cree necesario ralentizar el crecimiento de las renovables
Las interconexiones son indispensables para el desarrollo futuro del sector
En un rápido repaso, esta fue la visión del sistema energético que detallaron nueve destacados representantes del sector de la energía, reunidos por la consultora KPMG y EL PAÍS para analizar la situación bajo el lema «Energías de futuro». Reguladores (los presidentes de Red Eléctrica de España, Luis Atienza, y de Enagás, Antonio Llardén), directivos de grandes compañías (Miguel Martínez, de Repsol, y José Bogas, de Endesa), de la asociación patronal eléctrica, Unesa (Pedro Rivero), responsables del Gobierno (secretario de Estado de Energía, Pedro Marín) y de la oposición (Álvaro Nadal, secretario de Economía y Empleo del PP) abordaron todos los temas de actualidad en el sistema energético y eléctrico acompañados de los ejecutivos de KPMG Elena Pisonero y Francisco Álvarez-Ossorio, y de miembros de la redacción del diario EL PAÍS.
Hasta los representantes del Gobierno y de la oposición llegó claro un mensaje prácticamente unánime: se necesita, ya, un pacto energético que, en palabras de Antonio Llardén, contribuya a la «estabilidad, la visualidad y la predictibilidad» de las actuaciones de las empresas.
La necesidad de que haya un pacto fue un clamor. Con algún matiz. El presidente de Unesa advirtió de que, si lo firmado no se cumple, es peor incluso que el hecho de que no haya habido compromiso. Pero ¿puede haber un gran acuerdo en materia energética en este momento? A tenor de las intervenciones de los políticos será difícil. Aunque para Marín «posibilidades de pacto las hay» y es necesario «un cierto grado de consenso» entre Gobierno y oposición, el acercamiento parece difícil. Porque el PP, según explicó Nadal, considera necesario «un cambio de discurso» por parte del Gobierno y acabar con la «esquizofrenia» que, en su opinión, se aprecia por la diferencia de enfoques que mantienen los responsables de Industria y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Con esfuerzo, señaló Nadal, el PP podría llegar a hacer una oposición de «tomar distancia», de no hacer sangre, en las cuestiones energéticas. Pero la lista de condiciones que Nadal enlazó con esa posibilidad es larga: abordar la prórroga de la vida útil de las centrales nucleares; atajar «a saco» el fraude y «el descontrol habido en el sector fotovoltaico»; examinar qué se puede permitir el país y en qué plazos en materia de energías renovables y, ante todo, que no se responsabilice al PP «de un problema [el déficit de tarifa] que no es nuestro».
¿Está dispuesto el Gobierno a cambiar de discurso? «No hay necesidad», dijo Marín. El discurso del Ejecutivo, explicó, se puede mantener aunque la regulación, admitió, «tiene que cambiar». Y apuntando a las energías renovables, a las que las grandes compañías energéticas responsabilizan de engordar el déficit de tarifa, advirtió que las circunstancias han cambiado, acercando al presente problemas que solo se contemplaban a corto plazo. Pero «ralentizar» el ritmo de implantación de las renovables para adecuar su desarrollo a la situación económica y a la caída de la demanda, añadió Marín, «no es un drama».
Con el déficit de tarifa en vías de solución, aunque convertido en problema importante «porque los mercados dejaron de financiar todo lo que antes era financiable», desde Industria se defiende la tarea realizada en materia de ahorro y eficiencia, liberalización -no debe ser «brusca», puntualizó- y renovables, área que ha convertido a España en un referente tecnológico mundial.
El largo plazo, en opinión de Marín, pasa por una mayor electrificación del país, más interconexiones con la UE tanto en gas como en electricidad, la apuesta por los biocarburantes y la captura del carbono, el vehículo eléctrico, las renovables y una mayor liberalización de un sistema en el que «todavía el usuario no se ha acostumbrado a comprar energía» y las empresas «todavía no se han acostumbrado a vender».
Quizá no haya costumbre, pero conviene acelerar. En esta idea coincidieron Rivero (Unesa), Álvarez-Ossorio (KPMG) y Martínez (Repsol). Rivero abogó por el fin de las tarifas eléctricas, Martínez aseguró que es necesario «definir si queremos un modelo libre o regulado» y Álvarez-Ossorio concluyó que «está costando llegar a la libertad real de mercado en el sector eléctrico», sector que forma parte de un sistema que se cuenta «entre los mejores del mundo», pero que necesita un «pacto obligatorio» orientado a la liberalización de los mercados.
Cuestión clave para el sistema, coincidieron todos los participantes, son las renovables, su coste, su ritmo de implantación y su vinculación a los objetivos que impone Bruselas de que el 20% de la demanda sea cubierta con energías limpias en 2020. Acotadas las líneas de debate por los políticos (Nadal destacó el descontrol registrado en su desarrollo y Marín el avance de la imagen de España como país puntero en energías limpias), Martínez (Repsol) y Bogas (Endesa) coincidieron: el esfuerzo realizado en incentivar las renovables ha sido excesivo, olvidando acciones como el apoyo a la captura del carbono. Bogas, que también abogó por abordar el debate nuclear sin dilación, fue rotundo: «Las renovables son importantísimas», admitió, pero contrapuso los recursos que se dedican a su desarrollo, 10.000 millones año («entre prima y energía», precisó), a los que se dedican a mantener las infraestructuras, 5.000 milones, detalló. «El problema de las renovables», concluyó, «se centra en una tecnología, la fotovoltaica, que se ha salido del marco donde había que ponerla».
En este momento, con el polémico despeque de las renovables, sobra capacidad de generación. En el caso del gas, las centrales de ciclo combinado (22.000 megavatios instalados) registran una importante caída de horas de funcionamiento. Pero el gas y los ciclos combinados, aseguró Llardén (Enagás), siguen siendo necesarias. El gas, explicó, es el bombero del sistema, que resuelve la variabilidad de las renovables. Será necesario en España y también en Europa, donde, en su opinión, se necesita avanzar en la construcción de una red europea de gasoductos. Elemento clave también, las interconexiones. Importantes tanto en el mercado del gas como en el mercado eléctrico.
«Las interconexiones son una prioridad», enfatizó Atienza (REE). «Es la inversión más importante que el sistema eléctrico español tiene que hacer en esta década». En opinión del responsable de transportar la electricidad en España, el número de interconexiones a realizar es de al menos tres, «cuando no hemos hecho ninguna desde 1982 y la anterior se hizo en 1967».
El debate no eludió la cuestión nuclear. En opinión de Atienza, dado que sobra capacidad de generación en España, el debate sobre nuclear sí o nuclear no en nueva generación no es urgente. Sí puede serlo para no perder el tren al que ya se han apuntado otros países, defendió Bogas (Endesa).
Con todas las dificultades, problemas y quejas que se dan en el complejo sector de la energía, Marín cerró el encuentro con un mensaje de optimismo, al menos para el sector eléctrico: la demanda, según sus previsiones va a crecer y hay pocas actividades con perspectivas tan favorables. «Las posibilidades son enormes», aseguró, «y el sector energético puede apoyar una salida de la crisis con muchos elementos».
Pisonero, adjunta al presidente de KPMG, hizo, por último, un llamamiento a la responsabilidad de todos para que no calen en la ciudadanía dudas que dificulten la mejora de un sector económicamente vital. –