COAG-Iniciativa Rural de Castilla-La Mancha desea aclarar en principio que lamenta la penuria de recursos hídricos que tienen los agricultores del levante español y comparte su angustia porque es exactamente la misma que sufren los agricultores de la Cuenca Alta del Guadiana que también dependen del agua para sacar adelante sus explotaciones.
Concretamente, los regantes del acuífero 23, a los que alude el Sr. Del Amor, lleva muchos años sometidos a restricciones legales en sus dotaciones para ajustarse a la capacidad natural de recarga del acuífero. Dichas restricciones marcan unas dotaciones de riego de 800 m3/ha., para leñosos y de un máximo de 2.640 m3/ha., en el supuesto más favorable, para herbáceos y hortícolas y todo ello enmarcado en un volumen máximo de extracción legal de 200 Hm3. Se trata además de extracciones que en un altísimo porcentaje se aprovechan mediante sistemas de riego localizado.
Esas son cifras que contrastan vivamente con las dotaciones de 8.000 a 10.000 m3 por hectárea que son habituales en el Levante para sacar adelante una o incluso dos cosechas al año y con los 500 ó 600 Hm3 que en algún ejercicio han ido por el trasvase a los regadíos del Levante que, por cierto, en una buena parte aún siguen haciéndose por inundación o a manta.
COAG-IR se permite recordar que si en estos momentos los trasvases para regadío al Levante son mucho menos frecuentes y voluminosos que en el pasado es sencillamente porque los recursos son escasos y una elemental prudencia debe hacer que los poderes públicos garanticen los abastecimientos humanos para los meses próximos, también los de los ciudadanos levantinos. Sin embargo, es bueno recordar que, desde que el trasvase se puso en marcha, han ido para los regadíos y el desarrollo de la zona beneficiada por el mismo unos 9.000 Hm3… Es probable, que si esos recursos en vez de haberse ido fuera de Castilla-La Mancha se hubieran quedado aquí, también se hubieran quedado aquí el desarrollo y el empleo que ha generado; los agricultores de la Cuenca Alta del Guadiana tendrían muchos menos problemas para regar y las Tablas del Daimiel no necesitarían de trasvases de emergencia para mantener sus constantes vitales aunque sea en el mínimo.
Por desgracia para nosotros, los regantes de la Cuenca Alta del Guadiana no recibimos trasvases ni encubiertos ni descubiertos; ni del Tajo, ni del Ebro… y lo que es más desesperante para nosotros, los poderes públicos intentan con contumacia desposeernos de cualquier esperanza de que ello ocurra algún día. Los trasvases para las Tablas serán para las Tablas y se harán, como ahora, cuando esté garantizado que las condiciones pueden hacer que el agua llegue a aquel enclave natural.
No vamos a ser los agricultores de Castilla-La Mancha quienes reprochemos a los regantes murcianos o de cualquier otro sitio que pidan agua… ni seríamos tampoco nosotros quienes se la negaríamos si la tuviéramos. Pero recordamos al Sr. Del Amor y a otros muchos, cuyas virulentas declaraciones parecen multiplicarse cada vez que la Comisión Central de Explotación estudia un trasvase y el Consejo de Ministros ha de tomar una decisión sobre el mismo, que para acusar de ilegalidades y pedir vigilancias exhaustivas hay que tener la conciencia muy, muy limpia… y que por desgracia, en materia de agua muy pocos somos (o son) los que podemos (o pueden) presumir de haber hecho bien las cosas.
Si en la actualidad las necesidades de agua del Levante en un volumen de 500, 600, u 800 Hm3 depende de unas fuentes cuyo abastecimiento no está asegurado, no es responsabilidad ni de los agricultores del acuífero 23 ni, evidentemente, de la inocente fauna de las Tablas de Daimiel; sino, seguramente, de que se ha hecho en el pasado una muy mala planificación del crecimiento en aquella zona. Una mala planificación que la realidad incontestable recomienda corregir en el presente teniendo en cuenta que la capacidad del trasvase de abastecer las demandas del Levante no es infinita y buscando soluciones tanto en el aprovechamiento de otros orígenes (léase desaladoras, por ejemplo), como también, si llegado es el caso, haciendo un ajuste de la demanda a los recursos… porque no sería justo, y en eso los agricultores profesionales de Murcia nos darán la razón, que los agricultores profesionales de Castilla-La Mancha tengan que someterse a durísimas regulaciones restrictivas en el riego de sus cultivos para que se puedan regar los campos de golf de los macrocomplejos turísticos de la costa o para que productores agrícolas que no viven fundamentalmente de su explotación, saquen dos cosechas al año.