J. SIERRA VALENCIA La adaptación de los sistemas de gestión del agua del Júcar al nuevo escenario marcado por el cambio climático tendrá un coste millonario difícil de evaluar. Sin embargo, no hacer nada tiene un sobrecoste definido: 107 millones de euros. Al menos ese es el cálculo del «análisis hidroeconómico» realizado por Alvar Escrivà i Bou como trabajo final del Master en Ingeniería Hidráulica y Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV).
El autor ha utilizado el estado de conocimiento más actual sobre el previsible impacto del cambio climático a nivel regional desarrollando una metodología propia para definir y analizar posteriormente posibles estrategias de adaptación.
Nadie discute, y así se recoge en el trabajo, que se van a producir «importantes disminuciones de los recursos en las cuenca mediterráneas, con importantes impactos ambientales, económicos y sociales». La novedad del trabajo estriba en el cálculo de los resultados que tendrá el coste de la escasez de recursos asociado a los déficits de demanda en entornos de gran importancia económica y social como la producción hidroeléctrica en el Júcar, la economía agrícola asociada a los regadíos tradicionales de la Ribera, al canal Júcar-Turia y al abastecimiento de Valencia y Sagunto.
En los tres escenarios temporales: el corto (2011 – 2040), el medio plazo (2041 – 2070), y el largo plazo (2071 – 2100), el cálculo mes a mes arroja un significativo descenso de las garantías para atender las que han sido las demandas históricas de este río y las estimadas para ese periodo. Este descenso de las garantías, con algunos altibajos en el medio plazo, es especialmente acusado en el largo plazo, cuando alcanza entre un 40 y un 50 por ciento. Dicho de otro modo, un de cada dos meses no habría recursos suficientes para atender la demanda actual. Caería el volumen de agua almacenada en los embalses y el caudal turbinado en las centrales hidroeléctricas.
En el corto plazo, el coste de la escasez alcanzaría un valor promedio anual de 30,6 millones, de los que las demandas hidroeléctricas representan 22,4 millones.
A medio plazo aumenta el coste de escasez hasta 45,514 millones, siendo los regadíos y los abastecimientos, por este orden, los más perjudicados. A partir del año 2071-el largo plazo- los costes de la escasez se dispararían hasta alcanzar una cifra próxima a los 107,3 millones de euros (90,6 si no se incluyen los usos hidroeléctricos). Algunos regadíos como el canal Júcar-Turia, serían prácticamente inviables si tienen que asumir esos costes.
Entre las estrategias de adaptación, la investigación propone como más eficaces una mejora en la eficiencia en los riesgos tradicionales del Júcar, una disminución de la demanda en la Mancha Oriental, el cambio en la asignación de prioridades y los mercados del agua.