Las fuertes lluvias registradas a lo largo de la cuenca del río Ebro y el deshielo en su cabecera han despertado las alarmas en los últimos días ante el peligro de desbordamiento. Las autoridades hidrográficas se vieron ayer obligadas a abrir las compuertas de los embalses, actuación que aumentó significativamente la crecida del río.
El Sistema Automático de Información Hidrológica del Ebro (Saih) llegó a contabilizar en su desembocadura el paso de 1.200 metros cúbicos por segundo (100 hectómetros cúbicos al día). Esta cantidad es superior a lo que será capaz de producir la nueva desalinizadora de Torrevieja en un año (entre 60 y 120 hectómetros cúbicos).
Durante el año hidrológico 2006-2007 (que empezó el pasado mes de octubre) el volumen total de agua que vertió al mar el Ebro ha sido de 2.749 hectómetros cúbicos. Con esta cantidad se hubiera podido hacer un trasvase a la Comunitat de 303 hectómetros cúbicos, un volumen suficiente para satisfacer las necesidades hídricas de los valencianos durante todo un año. La transferencia de agua no hubiera perjudicado al caudal ecológico ni causado daños medioambientales al río Ebro.
El vicepresidente del Consell, Víctor Campos, calculó que con lo que el río más caudaloso de la península ha vertido al mar, serían necesarios solamente cuatro días para completar el caudal del trasvase de un año. “Es una injusticia que nos tengamos que conformar con unas gotas de lluvia mientras se desperdician verdaderas cantidades de agua”, lamentó Campos durante la presentación del libro El problema del agua en la Comunitat Valenciana”, de los profesores Antonio Gil Olcina y Antonio Rico Amorós.
Campos manifestó incluso que siente “rabia” tras ver las imágenes de la crecida del Ebro.
Los responsables de la Confederación Hidrográfica de la cuenca catalana se mantendrán alerta en los próximos días porque está previsto que las crecidas continúen e incluso el río pueda desbordarse en algunos puntos.