Sequía: punto final. El Gobierno catalán decretará el final de la situación de sequía la próxima semana. Las últimas lluvias han hecho que los pantanos aumenten sus reservas. Ayer, los del sistema Ter-Llobregat, que son los que abastecen a Barcelona, superaban el 46,5%, pero la llegada de agua a los embalses se produce a un ritmo del 2% diario, aproximadamente. A mediados de semana, habrá agua para más de un año. En esa situación, las restricciones carecen de sentido. No se abandonará, en cambio, la insistencia en la necesidad de mantener medidas de ahorro.
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Baltasar: «Estamos analizando la no materialización de la cañería»
La medida que restablece la normalidad y las posibilidades de riego y llenado de piscinas será aprobada por el Consell Executiu el próximo martes. La derogación del decreto de sequía comportará, al mismo tiempo, que quede sin efecto el Real Decreto que preveía la construcción de la tubería de Tarragona a Barcelona.
El Ministerio de Medio Ambiente ya daba ayer por muerto el trasvase del Ebro a Barcelona, al superarse «las circunstancias de extraordinaria necesidad» que llevaron a aprobarlo, según fuentes del Ejecutivo, informa Rafael Méndez.
Cuando a mitad de abril el Gobierno aprobó el decreto ley para permitir el trasvase del Ebro a Barcelona, los embalses que abastecen a los más de cinco millones de habitantes de Barcelona estaban al 21% de su capacidad. Ayer estaban al 46,5% y en el fin de semana pueden llegar al 50%, gracias a las lluvias previstas. Ahora tienen más de 270 hectómetros cúbicos, el doble que hace un mes. El trasvase debía aportar 36 hectómetros cúbicos durante nueve meses, tres veces menos de lo que ya han dejado las lluvias.
Medio Ambiente ve imposible seguir con el trasvase cuando hay reservas suficientes hasta que en mayo de 2009 comienze a funcionar la desalinizadora de El Prat. Además, mantener el trasvase originaría un enfrentamiento con Aragón y sería imposible explicarlo en Valencia y Murcia (ya que fue el Ejecutivo socialista el que derogó el trasvase del Ebro). La obra también genera recelos en Castilla-La Mancha, ya que el texto del decreto ley abre la puerta a compra de agua desde el Tajo hacia el Júcar y el Segura.
El Gobierno catalán mantendrá aún algunos barcos, sobre todo porque ya se han pagado, pero en agosto pondrá fin al servicio. Ayer ya dio por finalizada la llegada de agua no potable de Marsella porque la potabilizadora no da abasto.
Las lluvias aclaran el panorama del agua, pero siguen enturbiando la situación política. Las declaraciones del Gobierno y la oposición se suceden de modo que el mismo grupo político puede decir algo y lo contrario al mismo tiempo sin problemas. Ayer intervinieron desde el presidente del Gobierno catalán, José Montilla, hasta la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa; su homólogo catalán, Francesc Baltasar, y los grupos políticos de Iniciativa, ERC, Esquerra Unida i Alternativa, el PP y CiU, y hasta Ciutadans encontró algo que decir.
La oposición mantuvo un discurso unitario: a favor de la tubería, llueva o deje de hacerlo. CiU insiste en que se trata de una previsión de futuro y que es absurdo renunciar a ella. Montilla dijo cosas parecidas. Comparó la tubería con un extintor: debe estar listo, aunque no se espere que se produzca un fuego. Montilla replicó también al presidente aragonés, Marcelino Iglesias, recordándole que el Ebro no es «suyo» en exclusiva y criticando la intención de Aragón de interponer un recurso contra la obra.
Baltasar se expresó ayer a modo de jeroglífico. Dijo: «Estamos analizando la no materialización de la cañería y por lo tanto analizaremos cómo funcionaría el sistema con la derogación del decreto ley». La ministra pasó la pelota a Baltasar y recordó que el decreto vale mientras no sea derogado y que es la Generalitat la que decide si hay o no emergencia. Baltasar recibió el apoyo del diputado de su formación Joan Herrera, pero las críticas de sus aliados de Esquerra Unida, quienes opinan que ha fallado en la política y en la comunicación.
La supresión del decreto no implica que el Gobierno catalán renuncie a construir una tubería entre Tarragona y Barcelona, pero cambiará el trayecto y el objetivo. La tubería saldrá de la constructora prevista en Cunit (en la frontera entre ambas provincias) y tendrá salida hacia Tarragona y hacia Barcelona. No llevaría agua del Ebro, sino de la desalinizadora. Eso sí, no estará amparada por el decreto de emergencia.