La cantidad que se puede asignar está muy por debajo de lo que recomienda el IVIA y de las necesidades reales para el campo
La Confederación Hidrográfica del Júcar prepara una drástica reducción de caudales de riego en explotaciones valencianas
La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), dependiente del Gobierno central, pretende establecer una drástica reducción de los caudales de agua concedidos a comunidades de regantes y demás agrupaciones y usuarios de riego de la Comunitat Valenciana.
Los severos recortes que baraja la CHJ en su borrador de Plan Hidrológico están alrededor del 20-30% sobre los caudales concedidos actualmente. Se trata de disminuciones muy importantes que, de llevarse a efecto, acarrearían graves problemas, porque en la mayoría de las situaciones llevarían a dotaciones de agua muy por debajo de las que se deben utilizar para poder cultivar con normalidad.
En cítricos se pretende asignar caudales que oscilarían entre 3.800 y 4.400 metros cúbicos por hectárea y año, cuando cualquier citricultor con contador de agua en sus parcelas sabe que estas cantidades son muy inferiores a las que utiliza, y no por capricho, porque el agua es cara y preferiría gastar menos.
De las recomendaciones habituales de cultivo de ingenieros agrónomos y del propio Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) se deriva que en cítricos deben aplicarse dotaciones de riego que oscilan entre 5.000 y 6.000 metros cúbicos por hectárea y año para poder obtener cosechas regulares y rentables por la cantidad y la calidad de los frutos. Porque si no hay calidad no se venden bien las producciones, o ni siquiera se pueden vender.
Todo agricultor o comercializador de naranjas sabe perfectamente que el principal factor de calidad hoy es el calibre de los frutos y que para conseguirlo hay que cultivar bien y sobre todo aportar el agua necesaria, no quedarse cortos para no acabar fracasando.
Los consumidores y, en consonancia, las cadenas de consumidores, quieren naranjas y clementinas de gran calibre y rechazan lo que no llega a unos mínimos. La fruta pequeña no tiene valor, sólo la gruesa, por lo que no tiene sentido reducir en el riego, ya que eso equivale a conseguir cosechas problemáticas y no rentables.
Quedarse a mitad de cultivo
Si llegara a confirmarse lo que pretende la CHJ, gran parte de la citricultura valenciana no tendría futuro, al igual que muchas otras producciones que dependen del agua de riego, porque en años muy secos como el actual podrían quedarse los ciclos de cultivo a mitad. Ni siquiera tendría sentido empezar.
Con las escasas lluvias registradas este año en diversas comarcas valencianas, dotaciones de riego de 4.000 metros cúbicos significarían llegar hasta agosto. ¿Qué ocurriría a partir de ahí?, ¿habría que dejar de regar por imperativo del plan hidrológico hecho en contra?
En muchos sitios de la geografía valenciana no ha llovido nada en la segunda mitad del año, por lo que se sigue regando en meses en los que otras veces hay precipitaciones y se deja de consumir. En estos momentos se está regando en cítricos con dosis que son al menos la mitad que en pleno verano, y entre septiembre y octubre, con las altas temperaturas que reinaron, se regó casi como en julio y agosto. Esto determinará que en cítricos se rebasen fácilmente consumos anuales de 7.500 metros cúbicos por hectárea. Casi el doble de la dotación que baraja la CHJ para muchos casos.
Cualquier especialista del IVIA o de la Politécnica, y por supuesto cualquier agricultor, puede explicar que hay una gran variabilidad, según la lluvia de cada año y lo repartida que caiga, según terrenos y variedades, y que cambia mucho en una misma comarca, por lo que no cabe uniformizar. No es lo mismo, en cítricos, una plantonada que un campo adulto con grandes árboles, ni una mandarina precoz, que se coge en septiembre-octubre, que una naranja tardía, que se recolecte en abril o mayo. Por lo tanto no tiene sentido asignar iguales dotaciones de agua, y menos aún generalizar por abajo.
Pues que rieguen menos
Sin embargo parece que en ámbitos políticos de la CHJ no están muy por la labor de atender a cuestiones prácticas de este tipo y prefieren fiarse de recomendaciones técnicas que aprecian más próximas, porque les dan la razón, pese a estar poco basadas en una extendida realidad.
Sólo así se entiende, por ejemplo, que en el caso del riego de socorro del viñedo en Utiel-Requena haya un incomprensible empecinamiento en señalar sólo dotaciones de 400 metros cúbicos por hectárea y año. Los viticultores de la zona saben que muchos años secos hay que regar con más, pero entonces la CHJ saca una recomendación de la Estación Enológica de Requena que sin duda se quedó corta porque se basaría en un año lluvioso, un terreno húmedo o una plantación joven, pero no serviría para generalizar. En cambio se prefiere utilizarla como una imposición aunque sólo sirva para extender el malestar entre los usuarios y se abone una gran siembra de problemas futuros.
Cabe pensar que todo se reconducirá con la aportación de datos y argumentos que desmientan y corrijan lo que se pretende, pero ya es preocupante que aún no haya un clamor extendido, que no cunda el debate, y que, en cambio, cuando se ha comentado en la CHJ que esto no podrá ser, algún ‘padre’ del invento ha salido por la tangente y ha soltado: «pues que se acostumbren a regar menos y a reducir la superficie regada». Algo que ha sonado a muy poco democrático y participativo.
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