El Instituto Interuniversitario de Geografía de la Universidad de Alicante consideró ayer un acto de deslealtad e insolidaridad territorial contra la provincia de Alicante, la propuesta de la Conselleria de Agricultura de realizar un trasvase de agua desde el embalse de Alarcón como alternativa a la segunda toma del agua del Júcar-Vinalopó en Cortes de Pallás. Compromiso que, teóricamente mantiene el Ministerio de Agricultura, pero trata ahora de desactivar el Consell con los parabienes de un sector de los propios agricultores alicantinos, algo que amenaza con romper la unidad de la Junta Central de Usuarios del Júcar-Vinalopó.
Antonio Rico, director del instituto, denunció ayer que «la propuesta es una vergüenza porque deja sin caudales a zonas muy necesitadas como el Medio y Alto Vinalopó y, además, me parece indigna e insolidaria por parte de Valencia, que de un tiempo a esta parte parece que lo único que acepta enviarnos es la basura que llega a los vertederos de los municipios. ¿Tan difícil es trasvasar agua para beber a Alicante que, por ejemplo, lleva años dando caudales del río Serpis para el regadío en la Plana de Gandía. Es inconcebible», señaló Rico.
La propuesta del propio presidente Alberto Fabra, aceptada por un sector de los agricultores alicantinos, ha provocado también malestar en el seno de la propia Federación Provincial de Comunidades de Regantes que, hasta ahora sólo contemplaban esta posibilidad como un parche hasta conseguir la toma de Cortes de Pallás. «Esta solución no es la nuestra y sólo puede verse como algo provisional porque está claro que la necesidad es más que urgente. El agua del Azud de la Marquesa que hemos aceptado en un gesto de buena voluntad y por lo mal que estamos, no sirve para beber ni regar todo tipo de cultivos», recordó ayer Andrés Martínez, presidente de la Junta Central del Trasvase Júcar-Vinalopó.
Agricultura ha roto el consenso que había entre los agricultores de la provincia desde 2005 al presentar una alternativa al trasvase Júcar-Vinalopó, en concreto a la toma de Cortes de Pallás, pactada en principio con el exministro Rafael Arias Cañete, que traería el agua potable a Alicante desde el embalse de Alarcón. Una solución que compensa la mala calidad del agua del Azud de la Marquesa (Cullera), muy cara además para el regadío (0,69 euros el metro cúbico).
La opción dejaría sin recursos o a merced de los acuíferos sobreexplotados –algo que no consiente Europa– a la zona de la provincia con mayores carencias hídricas, ya que en el Medio y Alto Vinalopó -comarcas donde nació el Júcar-Vinalopó– ni tienen agua, ni conducciones desde el embalse de Alarcón
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