El Júcar se ha librado de miles de metros cúbicos de aguas residuales urbanas e industriales sin tratar. La puesta en marcha de la depuradora de la Ribera del Júcar evitará desde ahora que la carga contaminante que han lanzado al cauce durante décadas los alcantarillados de Alzira, Carcaixent, La Pobla Llarga y Castelló de la Ribera degrade el ecosistema del río y del parque natural de L’Albufera. La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, destacó ayer que la infraestructura es clave para la recuperación del Júcar. La planta se inauguró 14 años después de que se declara de interés general.
La instalación será clave para la recuperación del río y de L’Albufera
La estación depuradora de la Ribera del Júcar será clave en la mejora de la calidad de las aguas del río en su curso bajo. La instalación libera al cauce de una contaminación que ha marcado en las últimas décadas la degradación del Júcar y ha impedido también aportes más limpios y de calidad al parque natural de L’Albufera. Las periódicas mortandades masivas de peces por vertidos procedentes de las industrias han sido una muestra patente del deterioro de las aguas del Júcar. Y un motivo constante de denuncia por parte de colectivos ecologistas y Xúquer Viu. Con la puesta en marcha de la nueva infraestructura, se eliminará el vertido sin tratar de una población equivalente a 150.000 personas -la carga contaminante calculada sobre los 76.000 habitantes de cuatro poblaciones y sus industrias-. La estación conecta con una red de colectores los vertidos urbanos e industriales de Alzira, Carcaixent, La Pobla Llarga y Castellló de la Ribera, que hasta ahora lanzaban sus aguas residuales a un alcantarillado que conducía la contaminación al Júcar a través de barrancos y acequias.
La depuradora inaugurada ayer por la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, se ha hecho esperar. El Gobierno, entonces en manos socialistas, declaró la construcción de la estación de interés general en 1993 junto a otras tres plantas. La de la Ribera del Júcar es la última pendiente de ese paquete de obras. Inicialmente, debía estar en funcionamiento en 1996, pero la construcción no comenzó hasta un año antes. El retraso acumulado en años posteriores obligó finalmente a reformar el proyecto, ya que las poblaciones afectadas habían desarrollado planes urbanísticos e infraestructuras que dejaron obsoleto el primer diseño de la red de colectores que debía unirlas a la depuradora. A ello se sumó luego la plataforma del AVE, otro obstáculo para las tuberías. El Ejecutivo actual achaca a la anterior Administración del PP la responsabilidad en la demora de una infraestructura esencial para el Júcar y el parque natural. El retraso, denunciado reiteradamente por la ministra, también afectó a la depuradora de Albufera Sur, que no limpió las aguas residuales de Alginet, Sollana, Almussafes y Benifaió hasta mediados de 2005.
La adaptación al planeamiento vigente de los municipios de los 21 kilómetros de colectores y las siete estaciones de bombeo que alimentan la depuradora de la Ribera ha supuesto un sobrecoste de 3,92 millones de euros. La inversión final ha alcanzado los 38,06 millones de euros, cofinanciados por la Unión Europea. Sin embargo, el fuerte retraso ha permitido también actuaciones complementarias para «optimizar» algunas fases de la depuración. Con una inversión de 5,02 millones de euros se ha ampliado la línea de fangos que se decantan del agua, entre otras mejoras.
La instalación de la Ribera del Júcar está diseñada para tratar 26.640 metros cúbicos al día. Una vez separados los elementos flotantes, arenas y materia sólida, el agua residual será sometida a reactores biológicos, de modo que el efluente pueda derivarse al Júcar sin dañarlo. Los fangos resultantes acabarán en una planta de compostaje.
«Confiemos en que ahora mejore la calidad del agua del Júcar», apuntó ayer el alcalde de Castelló de la Ribera, Alfred Gregori (EU). El municipio ha resuelto la depuración en su polígono industrial -las empresas están obligadas a tratar sus aguas-. Pero como en el caso del resto de localidades, la esperada conexión a la planta ha tardado 14 años. Además del coste medioambiental, Gregori señaló que la tardanza ha aumentado la factura del canon de vertido que cobra la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) por la falta de depuración. También ha habido multas contra las que los municipios han alegado el retraso de la obra.
Carcaixent, que alberga la nueva planta, también espera una mejora clara de las aguas. Incluso plantea «acerca la ciudad al río» con actividades recreativas, según comentó el concejal de Urbanismo y Medio Ambiente, Ino Signes (PP). El Ayuntamiento ya aprobó en 2002 una ordenanza de vertidos que favoreció la puesta al día de las empresas. Carcaixent ha intensificado también el control en talleres y ahora en los bares. La alcaldesa de Alzira, Elena Bastidas (PP), se sumó a la satisfacción general por la finalización de «una obra muy esperada por Alzira», la población que concentra mayor número de industrias. Su ordenanza entró en vigor en 2006 con los primeros expedientes a sancionadores a cuatro empresas por verter a la red sin depurar.