Depurar agua no sólo es bueno para los ríos, los lagos y los acuíferos, sino que servirá para reutilizar más agua en riego. Esto es imprescindible en un país con fuertes sequías y que sólo reutiliza el 13% del agua, explicó ayer la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, después de que el Gobierno aprobase el Plan Nacional de Calidad de Aguas 2007-2015, que multiplicará por seis la cantidad de agua reciclada. Ésta llegará a los 3.000 hectómetros cúbicos al año (el equivalente a tres veces el derogado trasvase del Ebro).
El proyecto prevé la inversión de 19.007 millones, de los que el Gobierno pondrá 4.843 millones y se ofrece a financiar otros 1.430 si en 45 años recupera la inversión con cargo al canon de saneamiento que pagan consumidores e industrias. Gran parte de estas obras, que incluyen un millar de nuevas depuradoras que se suman a las 2.500 existentes, tendrán que pagarse con cargo al canon de depuración. Así lo exige la normativa europea. Las constructoras afirman que eso supondrá elevar el precio del agua al menos un 15%. Medio Ambiente firmará convenios con cada comunidad autónoma para financiar las obras.
Narbona resaltó que la depuración «es una competencia autonómica y estatal», pero que desde 1995 la impulsa el Gobierno central con inversiones millonarias. La Comisión Europea está muy encima del cumplimiento de estas obligaciones, ya que España incumple los límites que Bruselas fijó para 2005 y los de 2015 son aún más exigentes. Aunque España ha hecho desde 1995 un gran esfuerzo inversor, ahora queda lo más costoso: dotar de depuradora a municipios muy pequeños y dispersos.