Ni una taza de chocolate caliente, ni una bufanda de lana. Para que un diputado regional entre en calor no hay nada mejor que un debate sobre agua. Y por eso el pleno de ayer estuvo muy caldeado. No estaba en la previsión meteorológica del día, sino que fue media hora antes de empezar la sesión cuando se incluyó una propuesta del PP para retirar del Congreso de los Diputados la Ley del Agua que hace un año aprobó el Gobierno del PSOE. La mayoría de los votos populares consiguió finalmente que la Ley no se tramite en Madrid.
Sobre el contenido de esta normativa no hubo mucho debate, porque PP y PSOE coincide en defender bastantes puntos: la necesidad de la Tubería para llevar agua a la Mancha, la prioridad del abastecimiento para Albacete del Júcar o la reivindicación de una lámina de agua en los embalses de cabecera del Tajo, Entrepeñas y Buendía, para seguir atrayendo al turismo. Incluso los dos piden una reserva de agua. El PSOE la cifra en 4.000 hectómetros y el PP la lleva a 4.500. «Son necesidades que deben satisfacerse conforme al principio de prioridad de cuenca cedente y serían revisables según las necesidades futuras», recalcó Teruel.
¿Dónde está la diferencia entre unos y otros? En la herramienta para conseguir esas reivindicaciones. Para el PSOE sería más efectivo intentar aprobar esa Ley del Agua en el Congreso de los Diputados y teme que Cospedal no quiera hacerlo por sus aspiraciones políticas en el seno de su partido. El PP, en cambio, confía en el pacto nacional del agua que ha prometido alcanzar el nuevo ministro de Agricultura. La consejera de Fomento también se postuló a favor de esta segunda opción. En su discurso, optó por las formas templadas