Cinco Dias / Cuando reviso los costes de la energía necesaria para la distribución del agua por las comunidades de regantes, me parece mentira comprobar que la luz supone ya entre el 35% y más del 40% de los costes relacionados con el agua, y más todavía para un agricultor que, como yo, se dedica al regadío. Una cifra que se ha convertido en insostenible, condenando esta actividad a una paulatina desaparición, a pesar de ser la garante de los alimentos básicos. De hecho, en los próximos veinte años la producción deberá aumentar globalmente más de un 40% para poder satisfacer las necesidades alimentarias de una población en crecimiento, y superar el 70% de incremento, si nos acercamos al horizonte 2050.
Esta importancia no parece verla la Administración con la claridad con que lo hacemos los regantes. El regadío, que ha acometido además grandes inversiones para modernizar sus sistemas de riego y poder producir más con menos agua, ha visto premiados sus esfuerzos con subidas de electricidad astronómicas. Desde que se suprimieran las tarifas especiales en 2008, la factura de la luz se ha encarecido con la excusa del déficit de tarifa en una media de más del 80%, con un incremento de los costes fijos (regulados) superior al 1.000% en muchas zonas regables. Un gasto que ha de afrontarse todo el año cuando se trata de un servicio que muchos sólo utilizan la mitad del año, coincidiendo con la época de riego.
Los regantes no es que hayamos soportados estos envites de manera estoica, todo lo contrario. Llevamos muchos meses con un proceso de negociación abierto al más alto nivel para alcanzar un escenario tarifario justo y más competitivo. No pedimos ningún tipo de favor ni subvención alguna, solo una distribución justa y equitativa de los costes de la energía, de acuerdo a nuestro régimen de uso estacional.
Son ya más de cinco años los que venimos denunciando sin éxito ante el Ministerio de Industria el grave problema que supone esta injusta distribución de los costes fijos (regulados) de la tarifa eléctrica, hasta el punto de que ya resulta rutinaria la callada por respuesta. Lamentamos la falta de predisposición de Industria para ajustar los costes regulados a la actividad estacional del regadío. Y dado que sus últimas modificaciones legislativas van en sentido contrario, nos hemos visto obligados antes de arrancar la próxima campaña de riego a dar por agotado el proceso negociador y alzar nuestra voz para que se escuche alto y claro en público el 26 de febrero.
Si para entonces no se aportan soluciones, regantes de toda España se manifestarán simultáneamente en las diferentes comunidades autónomas ante sus respectivas delegaciones de Gobierno en protesta por una subida indiscriminada de las tarifas eléctricas que, sin duda, esconde una política energética errónea.
No me cansaré de decir que decisiones como la reforma energética aprobada el pasado julio son el resultado de una cadena de decisiones basada en la ideología más que en la realidad, lo que ha conducido a un déficit de tarifa acumulado superior a los 26.000 millones de euros y cuyas consecuencias estamos pagando todos y muy especialmente actividades que, como el regadío, tienen consumos de temporada. ¿No sería más justo que parte de los impuestos (primas, subvenciones, etc.) se cargaran contra los Presupuestos Generales para que se asumieran entre todos, como ya sucede con los consumos insulares»..
Con El regadío agoniza. No al tarifazo eléctrico como lema, los regantes trataremos de hacer llegar una vez más a la Administración una tabla de medidas, como la aplicación de un IVA reducido al suministro eléctrico para regadíos, tomando como antecedente inmediato el caso de Italia, donde los regantes pagan un IVA menor por la energía gracias a las gestiones directas realizadas por el Gobierno italiano con la Unión Europea. Solicitamos también pagar únicamente por la potencia real registrada y no por la teórica contratada para evitar el coste de un servicio que no utilizamos fuera de la época de riego (de abril a octubre) y que sólo tras la reforma energética del pasado agosto se ha incrementado del orden de un 115%. Con la flexibilidad por bandera, ofrecemos otras alternativas para conseguir aminorar los costes eléctricos, que pasan por despenalizar el uso de las tarifas de temporada o bien, poder firmar más de un contrato por año: uno anual con una mínima potencia para el suministro básico del mantenimiento de los equipos y otro de temporada para los meses de máximo consumo (campaña de riego).
Por último, otra medida sería facilitar que el regadío pueda producir energía distribuida y generar electricidad en su zona regable para autoconsumo, conocida como balance neto o Net Meetering, que ya se utiliza en otros países de Europa, Asia y América y permite además inyectar a la red nacional la producción que no se necesite. Créanme cuando les digo que los regantes hubiéramos deseado un desenlace diferente para este proceso negociador pero lo importante es que aún estamos a tiempo. Diálogo y consenso para sacar adelante estas medidas en lugar de silencio por parte de las autoridades ministeriales. Sin embargo, los regantes no constituimos una mayoría silenciosa sino que somos obstinados y luchadores, de los que utilizan hasta el último recurso para salvar el regadío con la confianza de que, ahora sí, nuestra voz sea tenida en cuenta.
Andrés Del Campo es presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE).
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